Wilhelm Weitling


Wilhelm Weitling. Fuente: Autor desconocido, dominio público, Link

Friedrich Engels y Wilhelm Weitling

El dativo y el acusativo reflexivo en lengua persa y en la lengua universal
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"Más urgentemente surge el deber de colocar a Marx en el espacio superior, en la nueva y más real aventura de la vida revelada, en el para qué de su sociedad. Es decir: de devolver la interpretación de la sociedad, por lo general demasiado truncada, al mundo utópicamente superior del amor de Weitling, Baader, Tolstoi, a la nueva fuerza del encuentro humano en Dostoievski, al adventismo de la historia herética".

Ernst Bloch, Geist der Utopie.

Dentro de la larga correspondencia entre Friedrich Engels y Karl Marx es curiosa la misiva de Engels del 6 de junio de 1853, donde luego de comentar sobre algunos elementos históricos, políticos y económicos sobre los países árabes, Persia e India hace la siguiente confesión a Marx: 

Dado que, en cualquier caso, estoy atado a la farsa oriental (orientalischen Schmiere) por algunas semanas, he aprovechado la oportunidad de aprender persa. Me desanima el árabe, en parte, por mi odio innato hacia las lenguas semíticas (mein eingeborner Haß gegen die semitischen Sprachen zurück), en parte por la imposibilidad de llegar a ningún lado sin una inversión considerable de tiempo, en un idioma tan extenso que tiene 4.000 raíces y que se remonta a 2.000 o 3.000 años. En comparación, el persa es un verdadero juego de niños (ein wahres Kinderspiel). Si no fuera por ese maldito alfabeto árabe (verfluchten arabischen Alphabets), en el cual media docena de letras siempre se confunde con otra media docena y las vocales no se escriben, habría sido capaz de aprender toda la gramática en 48 horas (1987, 190).

Engels utiliza el término Schmiere en la frase “orientalischen Schmiere”, el cual puede referir a “teatro de la lengua”, pero en el modo despectivo en que es usado en esta carta refiriere a un “teatrillo de tercera fila” o una “falsa (mascarada, mistificación o ceremonia ridícula) oriental”, también refiere a mugre, suciedad, grasa y mancha. No cabe ser muy suspicaz, al leer este comentario hoy en día, para encontrar allí el sabor del eurocentrismo decimonónico.

Ya en la clásica obra Orientalismo (1978), Edward Said llamó la atención sobre como el eurocentrismo se acercó a esa entidad imaginaria que es el Oriente, identificando como parte de ese discurso a varios autores europeos como Karl Marx (Said, 2008: 277). Ni Engels y Marx lograron superar la imagen de un Oriente orientalizado, y esto se traslada en el caso de Engels a un “odio innato” hacia las lenguas semitas que le imposibilitaba el aprendizaje del árabe y le frenaba la instrucción plena del idioma persa debido al alfabeto o alifato árabe.

Engels estudiaría el persa por medio del texto A Grammar of the Persian Language (1771) del lingüista británico William Jones (1746 -1794), y el cálculo que hace del tiempo para el aprendizaje de este idioma tiene su origen en la convicción, un tanto errada, del propio Jones, tal como aparece en el prefacio de su texto. La gramática de lengua persa de William Jones tuvo un gran impacto en la enseñanza de este idioma en las universidades europeas como parte del movimiento orientalista y los estudios comparados de lenguas indoeuropeas de los siglos XVIII y XIX. También tuvieron gran uso los textos en inglés A Grammar of the Persian Language: Comprising a Portion of the Elements of Arabic Inflexion (1810) de Matthew Lumsden, A Grammar of the Persian language (1841) de Mīrzā Muḥammad Ibrāhīm y A Grammar of the Persian Language (1844) de Duncan Forbes. Por otra parte, en alemán se empleaba el texto Grammatik der persischen Sprache (1831) de Paul Anton Fedor Constantin Possart.

Es igualmente notable que Marx el 10 de junio de 1853 escribió el artículo La dominación británica en la India, que se publicó en The New York Daily Tribune (núm. 3804,) el 25 de junio de 1853. Allí luego de realizar un análisis de la economía y la historia del Indostán colonizado por Gran Bretaña, termina con un verso de Johann Wolfgang von Goethe (otro autor dentro de la lista de eurocentristas de Edward Said) inspirado en el Divān del poeta persa Ḫāfeẓ:

¿Quién lamenta los estragos si los frutos son placeres?
¿No aplastó miles de seres Tamerlán en su reinado?

A Suleika del West-östlicher Divan, 1818 [1]

Engels en su carta diría “Por cierto, es bastante agradable leer al disoluto viejo Hafiz en el idioma original, que suena bastante aceptable” (1987, 190). Al parecer en ese verano de 1853 Marx y Engels se encontraban muy inmersos en su “orientalischen Schmiere”.

Wilhelm Weitling y la lengua universal

En otra parte de la carta que Engels dirige a Marx dice:

“Qué pena que Weitling no sepa hablar persa (Für Weitling ist es ein Pech daß er kein Persisch kann); entonces tendría su langue universelle toute trouvée ya que es, que yo sepa, el único idioma donde “mí” [me] y “para mí” [a mí] (Mir und Mich) nunca están reñidos, siendo el dativo y el acusativo siempre los mismos (Dativ und der Accusativ sich immer gleich sind)” (1987, 190).

Aquí Engels menciona al utópico alemán Wilhelm Weitling (1808-1871) y su proyecto de un “Lenguaje Universal”, que se concretó en la obra “Allgemeine Denk und Sprachlehre, nebst Grundzügen einer Universalsprache der Menschheit”, escrita en la primera mitad de la década de 1840 pero de la que se carece hoy de una copia.

El interés de Weitling por un lenguaje universal data sus conversaciones con el discípulo de Johann Heinrich Pestalozzi y el pedagogo alemán Friedrich Fröbel (1782 -1852) en Zurich (1840) mientras tomaba lecciones de inglés. Weitling, a la manera de los estudiantes modernos de semántica, se interesó mucho en las discusiones filosóficas sobre el uso de las palabras. Se sorprendió al descubrir que existían tantos matices diferentes de significado para la misma palabra, incluso entre aquellos que pensaban que estaban sustancialmente de acuerdo (Carl Wittke, 1950, 292).

Una referencia a un libro del anarquista francés Pierre-Joseph Proudhon (1808-1865) despertó su interés por el predominio de los conceptos metafísicos en lugar de “un sistema de razón pura”; y pudo haber sido entonces cuando concibió la idea de clasificar todas las cosas que eran perceptibles a los sentidos y todos los conceptos sobre la base de símbolos que expresarían clara y exactamente las reacciones internas de los hombres a todos los estímulos externos. No pudo comenzar su ambiciosa empresa debido a que fue encarcelado (1843-44) por escribir Evangelio de un pobre pecador (Das Evangelium eines armen Sünders), aunque tuvo mucho tiempo para planificarla durante su encierro. Aparentemente creía que había llegado a la piedra filosofal que los hombres habían estado buscando durante siglos para darles el “criterio de verdad” perfecto, llegando a compararse con Newton y Copérnico (Carl Wittke, 1950, 293).

Weitling quedó asombrado al descubrir que solo en el idioma alemán se usaban 80,000 palabras para expresar lo que tenía en mente; que la mayoría de los alemanes no conocía más de 10.000 de estos términos y podían utilizar solo 5.000. Weitling afirmó haber trabajado todo un año “sin interrupción” en sus clasificaciones de conceptos y palabras y haber revisado sus listas al menos cinco veces. Al poco tiempo llegó a la conclusión de que la tarea era demasiado grande para una sola persona y que necesitaba la ayuda de los especialistas. Tal vez este desalentador descubrimiento explique el largo intervalo entre la concepción de su proyecto en Suiza y el tiempo cuando estuvo parcialmente terminado y listo, en esa medida, para publicación.

Weitling afirmó que completó la mayor parte del tratado, tal como finalmente se publicó, en 1844. Trabajó mucho en el primer borrador en Londres, con descuido de la propaganda a favor de la reforma social, para disgusto de muchos. Georg Gottlieb Schirges (1811-1879) informó que “Weitling se ha lanzado a los brazos del aprendizaje y, entre otras cosas, está estudiando latín”. En 1846 se hizo en Bruselas una nueva redacción del manuscrito de Londres, el cual envió a Marx para que se lo publicara, pero recibió la negativa de este y los comentarios sarcásticos de Engels, evento que puede haber afectado la ruptura final con Marx y Engels en la conferencia de Bruselas. Parte de esa ruptura proviene de que Marx y Engels perfilaban la lucha contra las complejidades del capitalismo industrial y los modos de producción modernos, y Weitling se dirigiría más hacia una resurrección de la política apocalíptica de los anabaptistas de Münster del siglo XVI, inspirados por el milenarismo de Melchor Hoffman (1495- 1544) en su teología de la “Segunda Venida”.

Para disgusto de Marx y Engels, la mezcla de evangelismo y proto-comunismo de Weitling atrajo a miles de discípulos dedicados en todo el continente, lo cual llega hasta la filosofía marxista – utópica de Ernst Bloch (1885 – 1977). De ahí que tal vez el comentario de Engels en su correspondencia con Karl Marx, en 1853, tenga elementos de un fino sarcasmo hacia Weitling.

Dativo y acusativo reflexivos

Las teorías del lenguaje de Weitling pueden expresarse en términos bastante simples, pero las clasificaciones y símbolos para la nueva lengua mundial artificial desafían todos los intentos de análisis y comprensión. Sin embargo, el autor estaba seguro de que su fantástica creación tendría valor en un “futuro lejano”.

Weitling creía que todas las palabras o idiomas se desarrollaron por accidente, luego se convirtieron en un hábito y finalmente fueron mejorados y registrados por intelectuales y profesores. Dentro de las lenguas que utilizó, el inglés le pareció de una “lógica” impresionante, como una de los mejores de todos los idiomas, pero consideró su pronunciación como “una de las más difíciles” y positivamente fea. No pudo encontrar en ningún idioma existente la imaginería precisa, o el lenguaje tonal y escrito forma, que justificaría su aceptación universal (Carl Wittke, 1950, 294).

De ahí la expresión de Engels en cuanto al idioma persa y su uso de un dativo y un acusativo sin conflictos. En alemán Ich /Mir [yo / me (me, mí, a mí)] es el dativo del pronombre reflexivo (Dativ des Reflexivpronomens) de la 1ª persona del singular. Por otro lado, Ich/ Mich [ yo / mismo (me, mí, a mí)] es el acusativo del pronombre reflexivo (Akkusativ des Reflexivpronomens) de la 1ª persona del singular. El mismo Weitling en su esquema de la Lengua Universal utilizaba estos elementos gramaticales del alemán y el inglés para la creación su lengua artificial, con la que esperaba revolucionar los medios de comunicación existentes en el hombre:

  • Ich werde Mann warden   – I will become a manPi wavivi fif(nueva lengua)
  • Ich war gesund gewordenI became wellbi sanoe(nueva lengua)

La diferenciación de dativo y acusativo se da en la lengua artificial de Weitling en las “partículas” PiBi.   En persa el pronombre personal simple en la 1a persona del singular es “man” (من), el cual puede combinarse con una preposición, en este caso con la preposición (به), para la forma “bē man” (به من), o sea “a mí” y “me”. El pronombre personal en acusativo se da por medio del pronombre personal, en este caso en 1a persona del singular man (من) y la partícula de acusativo (را) detrás del pronombre personal, o sea en la forma man rā, (من را), “a mí, me”. Como pronombre posesivo enfático se utiliza con el pronombre personal compartido para la función reflexiva ḫūd (خود) y con el pronombre personal man en el modo ḫūd- e man (خود من) o “yo mismo”.  Esto en el modo coloquial actual del persa se da en otras formas, ya que se usan los pronombres personales enclíticos o pronominales como ḫūdam (خودم). El dativo alemán Mir puede equivaler al persa man, ḫūd- e man (ḫūdam), bē man, man rā. El acusativo alemán Mich puede equivaler al persa man, bē man, y la forma Ich mich equivale a ḫūd- e man (ḫūdam) o “yo mismo”.

Este pronombre en la filosofía y mística islámica escrita en persa deriva en el concepto de manī oyoidad o el almay manīyyat (منیت) o individualidad, un término constructo referente en analogía al término árabe ’anīyyah (انيّة) o yoidad, una abstracción del pronombre personal en 1a persona del árabe ’anā (انا), que se podría representar como egoidad, “l’egoité” y el yo, y que junto con otros términos abstractos como ’annī (انّي),’anā’īyyah (انائية), ’anāniyyah (انانية) representan parte fundamental del léxico técnico de la filosofía y la mística en árabe.

El equivalente persa de ’anīyyah (انيّة) es dado por el filósofo persa Nāṣir Khosrow (1004 – 1070) en su “Ğīlī ‘al- Ḥikmatain” en la forma de manī (منی), equivalente al término reflexivo persa ḫūdī (خودی) o “el en sí mismo” y ḫūdībīnī (خودبینی) – ḫūdastāīī (خودستایی) o egoidad, si bien en el persa manī también es un sustantivo homónimo que denota al esperma o semen, elemento con que el místico persa Šaiḫ Bahāī’ juega en su Rubāʿiyāt (n. 76). En el sentido de yoidad dice el poeta místico persa Sa’adī Šīrāzī: “مر او را رسد کبريا و مني”- “Tan sólo Él merece la grandeza y la yoidad (manī)” (Būstān, Parte 1: verso 20)

Conclusión

Wilhelm Weitling terminó esta prolongación hacia la lingüística y la fonética con especulaciones adicionales sobre la naturaleza del universo y la unidad de toda la vida, y concluyó que no importa cuánto aumentara el aprendizaje de los hombres, éstos nunca serían capaces de comprender la “eternidad” o “alcanzar los límites de la humanidad” y el “universo”; porque todo era parte de un “todo único, unificado, interminable e indivisible”, una “gran unidad orgánica”. La observación científica por sí sola nunca resolvería el enigma del universo, y Weitling creía que los conceptos del hombre se extendían mucho más allá de sus sentidos y su sistema nervioso, ya que el hombre posee un espíritu, dicho al modo persa, posee una manīyyat (منیت) que lo distingue y le permite participar del reino de la fantasía, de las hipótesis e ideales.

Weitling fue consciente de que su teoría del lenguaje sería despreciada y ridiculizada por los intelectuales de su época, incluso tratada con cinismo por camaradas como Engels, pero sostuvo que el tiempo probaría que su lenguaje universal era tan superior a los lenguajes existentes como el “ferrocarril al carro medieval”.  

Para él, este nuevo sistema de pensamiento y lenguaje, por incompleto que fuera, sería la llave con la que el hombre podría abrir la puerta a una nueva vida basada en la razón pura y libre del monstruo de los “odios nacionales”.

Referencias

Jones, William (1828). A Grammar of the Persian Language. Londres: W. Nicol for Parbury, Allen, and Co.

Marx, Karl, Engels, F. (2010). Letters 1852-55 (Vol. XXXIX). Gran Bretaña: Lawrence & Wishart.

Marx, Karl, Engels, F. (1987). Gesamtausgabe (Band VI): Briefwechsel (September 1852 bis August 1853). Berlín: Dietz Verlag Berlin.

Marx, Karl, Engels, F. (1974). Obras Escogidas. Moscú: Editorial Progreso.

Said, Edward W. (2008). Orientalismo. Barcelona: Debolsillo.

Šīrāzī, Sa’adī (2012). Būstān. Teherán: Maūlā.

Wittke, Carl (1950). The Utopian Communist: A Biography of Wilhelm Weitling Nineteenth – Century Reformer. Louisiana: Louisiana State University Press.


Notas

[1] “Sollte diese Qual uns quälen

Da sie unsre Lust vermehrt,

Hat nicht Myriaden Seelen

Timur’s Herrschaft aufgezehrt?”