“Porque yo, Sinuhé, soy un hombre y como tal he vivido en todos los que han existido antes que yo y viviré en todos los que existan después de mí. Viviré en las risas y en las lágrimas de los hombres, en sus pesares y temores, en su bondad y maldad, en su verdad, debilidad y su fuerza. Como hombre, viviré eternamente en el hombre y por esta razón no necesito ofrendas sobre mi tumba ni inmortalidad para mi nombre. He aquí lo que ha escrito Sinuhé el egipcio que vivió solitario todos los días de su vida.”.[1]
“Parece haber llegado, en efecto, la hora de que la filosofía pueda confiar en encontrar de nuevo la atención y el amor a que es acreedora, en que esta ciencia, que había llegado casi a enmudecer, recobre su voz y sienta revivir la confianza de que el mundo, que parecía haberse vuelto sordo para ella, la escuche de nuevo.”[2] En respuesta a estas palabras de G.W.F. Hegel solo me viene a la cabeza una imagen, una vieja pintura, la cual solo he visto en retratos, La traición de las imágenes (1929) de René Magritte, un dibujo detallado de una pipa y debajo escrito a mano: esto no es una pipa.
Intrigante mensaje nos deja al descubierto la sentencia, nos despoja de toda ilusión, “esto no es una pipa”, ¿pues entonces que será? La filosofía se me aparece tal cual como este mensaje y despoja toda la ilusión de realidad en la pintura. Me abrazo a ella y aunque no encuentro todas las respuestas me ayuda a entender las mentiras y los mecanismos tras los cuales nos vemos movilizados.
La hipocondría nos consume y como pandemia se expande, somos víctimas de la más suprema de las ideologías, la cultura humana universal. Esta se nos muestra magnánima e incontrolable ante nosotros. Nos dice quiénes somos, cómo vivimos, cómo debemos vivir; en fin, nos condiciona; “Partir de lo aparente, solo a nivel de las representaciones, y no de la actividad humana concreta es lo puramente ideológico”[3]. Como ideología la alienación social se esconde tras lo aparente, tras lo que debe ser y desde ahí nos convierte en cautivos mentales. Frente a la ideología como un síntoma colectivo.
La pregunta es: ¿Podemos definir a la sociedad bajo el concepto “clásico” de ideología? En primer lugar, tenemos que basarnos en el concepto de falsa conciencia, “el falso reconocimiento de la realidad social que es parte de esta realidad misma”[4]. Ya no podemos definir a la sociedad contemporánea bajo parámetros tradicionales, sino como cínica en parte,
“…ellos saben muy bien lo que hacen, pero, aun así, lo hacen. La razón cínica ya no es ingenua, sino que es una parábola de una falsa conciencia ilustrada: uno sabe de sobra la falsedad, está muy al tanto del que hay un interés particular oculto tras una universalidad ideológica, pero, aun así, no renuncia a ella”[5].
El sujeto de hoy sabe qué tiene que hacer, no porque se esconde detrás de lo que es socialmente correcto, sino porque conoce todo el mecanismo que viene detrás: moduladores del gran yo social que lo castigará y lo catalogará de inadaptado. Los de arriba construyen nuevos dioses[6], las represiones pulsionales fallidas inscritas en nuestra sociedad los legitiman, construyen dioses y nos vician hasta el punto de saber que son el látigo que nos golpea y aun así no nos rebelamos.
La sociedad contemporánea y su ideología nos consume cada vez más y no nos damos cuenta de que nos enajenamos en ella. Nosotros no encontramos identidad con la sociedad, ella es el conjunto de relaciones alienantes que nos constituyen a todos nosotros. En el momento que seamos capaces de entender eso, tal vez, todo empiece a cambiar.
Vivimos tiempos agrios, donde el que posee es el que puede desear. En estos tiempos en el que permanecer escondidos como el hombre antiguo en su cueva es lo necesario, ahora que la salud no puede ser comprada, ahora que los nuevos dioses nos abandonan y no nos aseguran resguardo a todos por igual, ¿qué es lo que debemos hacer? ¿Dónde queda la inclusión? ¿Dónde están aquellos que dicen que todos somos iguales?
Notas
[1] Waltari, M. (1998). Sinuhé el egipcio (Vol. 2). (II, Trad.) La Habana: Ediciones Huracán. P.356
[2] Hegel, G. W. (1955). Lecciones sobre historia de la filosofía (Vol. I). México: Fondo de cultura económica. P.3
[3] Beregovenko, G. T. (2020). Ideología y Alienación desde Ludovico Silva. Obtenido de Dialektika: Revista De Investigación Filosófica Y Teoría Social: https://journal.dialektika.org/ojs/index.php/logos/article/view/18. P.9
[4] Žižek, S. (2003). El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires: Siglo XXI editores.P. 56
[5] Žižek, S. (2003). El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires: Siglo XXI editores.P. 57
[6] Me refiero por nuevos dioses al dinero, a tecnología, la moda, los géneros, etc. Todo lo que sustenta a la ociosa sociedad postmoderna.
Bibliografía
-Beregovenko, G. T. (2020). Ideología y Alienación desde Ludovico Silva. Obtenido de Dialektika: Revista De Investigación Filosófica Y Teoría Social https://journal.dialektika.org/ojs/index.php/logos/article/view/18. P.9
– Hegel, G. W. (1955). Lecciones sobre historia de la filosofía (Vol. I). México: Fondo de cultura económica. P.3
-Waltari, M. (1998). Sinuhé el egipcio (Vol. 2). (II, Trad.) La Habana: Ediciones Huracán. P.356
-Žižek, S. (2003). El sublime objeto de la ideología. Buenos Aires: Siglo XXI editores