José Martí: ontología de la libertad

noviembre 4, 2020
José Martí Morir Vivir

José Martí fue un escritor, pensador e independentista cubano del siglo XIX que mucho pensó y escribió la libertad; además de ejercerla, pues dio su vida por la libertad del país.

Como pocos, Martí fue coherente con sus ideales libertarios. Un ser humano de pensamiento complejo y difícil de encasillar en algún esquema de pensamiento o corriente filosófica. El de Martí es un pensamiento genuino y auténtico; y así se le ha de tratar. La comprensión del problema de la libertad en Martí conlleva, antes que nada, al análisis ontológico; esto es, la comprensión del ser.

Con Parménides se inaugura la tradición ontológica del ser en la Filosofía occidental. Tal parece, que las filosofías orientales, sobre todo la china, la hindú y la árabe, son antecesoras de éste preguntar por el ser —que no es objeto de estudio aquí— Cuando nos referimos al “ser”, se plantea el fundamento ontológico, para diferenciarlo del “sujeto”, entendido éste desde el secundario aspecto—y no menos fundamental—, gnoseológico, o sea, el sujeto del conocimiento: sujeto-que-conoce. Parménides planteó en el fragmento 5 de su poema que “«lo que es» es, pues tiene que ser. Y lo que no es, no es [es el no-ser]”.[1] De lo que se deduce que el “ser”, es, y el “no-ser”, no es. El planteamiento ontológico del griego supone una contradicción o separación del ser y la nada (el no-ser). Esta tesis central de la filosofía tiene dos lecturas martianas respecto a la libertad. Una primera positiva, y una segunda negativa.

El primer aspecto de la idea del ser en Parménides lleva a la interpretación martiana de la creación desde/de la “nada”. Esto es el nacimiento del ser humano; como el ser surge de la nada, del no-ser. Y este “ser” no es un ser cualquier; por ejemplo, se podría pensar en la brotación de un árbol o el nacimiento de un animal. Este “ser”, que es el ser humano, se diferencia de los demás entes y especies vivas en que tiene libertad, pensamiento y lenguaje, conciencia (tanto conciencia de la existencia como conciencia de sí), y voluntad. Al respecto dice Martí, “me veo libre, inteligente, fuerte, sensible, y como veo que todo tiene una causa, y yo no puedo ser causa de mí mismo, sé yo por mi ser propio que he sido creado por quien tiene la plenitud de la inteligencia y fortaleza y libertad” (Martí 1991, t. 21, 47). Se muestra claramente la idea de la “creación”. O sea, el “ser” surge, aparece, es creado, de la nada. En este sentido, el ser es libre porque es creación de la nada. No existe la determinación configurativa y existencial de lo que debe ser. El ser se convierte en posibilidad de ser: poder ser. Por tanto, tiene muchas posibilidades, siendo, de ser. También se podría afirmar que el “ser” de la libertad es; por lo que la libertad es.

Ahora, en el segundo momento, relativo a la cuestión ontológica de Parménides, Martí comprende la libertad del ser humano en el no-ser, el que no es. Porque si el “ser” es, entiéndase todo lo que es en el “mundo”, lo que domina y se impone; Martí desde una lectura negativa de la ontología rescata al no-ser, al que está afuera del “mundo”. Al respecto, dice, “el yo es soberano porque existe el no yo”: cuando “el yo no es más que el ser” (Martí 1991, t. 21, 54-55). O más contundente, cuando afirma, “lo que ya no es, lo que no se ve, se prueba por lo que es y se está viendo, porque todo está en todo, y lo uno explica lo otro” (Martí 2013, t. 25, 253). Es evidente que el pensador cubano se ubica en la comprensión del ser ante/para el pobre, el esclavo, el negro, el indígena, el trabajador, el campesino, para rescatar al otro y devolverlo a su estado de “ser”. Es la libertad de los pobres, de los oprimidos. Martí siempre se puso del lado de los pobres. En su libro de poesía, los Versos sencillos, exalta su posición al lado de los pobres, “Con los pobres de la tierra / Quiero yo mi suerte echar: / El arroyo de la sierra / Me complace más que el mar” (Martí 2004, t. 14, 303); donde destaca en los versos su aspiración a la vida sencilla, en este caso “el arroyo”, unida a los pobres, ante la magnanimidad y lujosa vida de ricos: que representa con “el mar”. Incluso llegó a afirmar, “el hombre crece tanto que ya se sale de su mundo, e influye en el otro” (Martí 2013, t. 25, 179). Éste salirse de “su mundo” no es otra cosa que alcanzar la libertad, y se logra la libertad plena del hombre cuando se llega al mundo-otro, es decir al mundo del “otro”. Sobre la cuestión del otro en Martí, véanse los apuntes “Fenomenología de la otredad martiana: apuntes para una ontología (intempestiva)”. Martí también exponía que sólo con el acto de recordar a un hombre “caído”, bastaba para “levantarlo”, porque “se le despiertan [las] fuerzas dormidas: surge a la revelación: se ve en un ser nuevo, y se rehabilita” (Martí 2009, t. 2, 116). Entiende que cuando el otro se presenta como ser diferente, aparece como una “revelación”, y este aparecer lo transforma en un “ser nuevo” y lo rehabilita: lo restituye y lo rescata.

En otro sentido, Martí rompe con la tradición filosófica respecto a las dicotomías de la libertad, en el orden de las antinomias de la libertad. Entiende perfectamente el equilibrio que se muestra en el ser humano de la libertad y el determinismo. No los ve como opuestos irreconciliables, sino como armonía necesaria del mundo. Sin caer en compatibilismo filosófico. “Con ser hombres, traemos a la vida el principio de la libertad; y con ser inteligentes, tenemos el deber de realizarla” (Martí 2010, t. 3, 168), con estas palabras deja en claro que el hombre es libertad. El hombre lleva en sí el “principio de la libertad”, de él depende realiza la libertad; esto es, el hombre tiene voluntad para “realizar” la libertad. A su vez, asume la especie humana bajo determinadas fuerzas, reglas y leyes naturales y físicas, que existen independientemente del hombre; fuerzas que él va a llamar “Naturaleza”. Sobre esto dice, “La naturaleza es lo límite, y tiene el hombre afán por lo ilimitado y por lo ancho.—Lo pequeño es la síntesis de lo grande, y toda criatura es resumen de todo lo creado.—Porque todas las fuerzas concuerdan en la naturaleza, todas las fuerzas sociales deben vivir a un tiempo en la humanidad.—Tiene el universo concordia sublime; así la concordia es ley para los que vivimos en la tierra” (Martí 2009, t. 2, 73). El universo es armonía, y esa armonía de la que los seres humanos forman parte, son las leyes universales que rigen la vida en la Tierra. Así se entendería que el orden universal inspira el orden individual; y lo que mantiene a los seres humanos sobre la tierra está en la Tierra.

Grosso modo, José Martí comprende que la libertad humana es: es el “ser” del hombre. La libertad es inherente al hombre, a la vez que el hombre está abierto a las múltiples posibilidades de su mundo. El ser humano tiene conciencia de las cosas y conciencia de sí; y tiene voluntad, lenguaje, pensamiento, que lo hacen libre. Así como interpreta la Naturaleza con sus múltiples determinaciones, como un sistema armónico, donde el Universo es lo universo, y lo universo, lo uni-vario, es lo vario en lo uno; y ese “uno” que es lo humano y demás entes forman parte del Universo. Esto se pudiera comprender como dualismo filosófico, pero no lo es. Para Martí el hombre es libre, por un lado, en sí y formando parte de lo otro, lo demás, y a su vez es parte íntegra de las determinaciones de la naturaleza. Es la relación dialéctica de la libertad (“libre albedrío”) y la necesidad (“naturaleza”). Lo cual deja una conclusión: necesidad y libertad no son dos contrarios irreconciliables que se excluyan el uno al otro, sino que dependen —en los seres humanos— la una de la otra, en fin, se conjugan. Libertad y necesidad son opuestos pero no excluyentes: se implican dialéctica y recíprocamente. No hay contradicción. La libertad se complementa con la necesidad y viceversa; es dialécticamente complementaria de la necesidad, tanto como son complementarios el ser y el no-ser, la Naturaleza y la cultura, el individuo y la comunidad, lo material y lo espiritual, la materia y el alma. Donde siempre la libertad es: y el ser libre pasa por el primer y fundamental instante de vivir, de “ser”. Sin ser, el hombre no puede ser ni elegir; una vez siendo el hombre es, y tiene posibilidades de elegir, de ser libre: luego aparecen las necesidades.

Notas

[1] Fragmento 5 del Poema de Parménides.

Referencias bibliográficas

Martí, J. (1991). Obras completas (en 26 tomos). La Habana: Editorial de Ciencias Sociales.

Martí, J. (2003-2019). Obras completas. Edición crítica (en 29 tomos). La Habana: Centro de Estudios Martianos.

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