Natalicio de un Héroe
Quizás el lector, avaro de novedad, transite rápidamente por este post como si le hablaran en otro idioma. Quizás conozca a nuestro personaje solo como se conocen a los héroes, los cuales se desgastan de tanto repetir su nombre. Acostumbrados a los temas del momento, o a los pensadores privilegiados por las grandes academias, el lector medio quizás nunca haya escuchado hablar de Martí, cubano de nacimiento, Héroe Nacional y Apóstol de esa nación.
¿Cómo han de salir de las universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los pueblos de América?
Biografía de José Martí
José Julián Martí Pérez (28 de enero de 1853 – 19 de mayo de 1895) ha sido considerado periodista, poeta, ensayista, profesor, traductor, y uno de los referentes en la literatura latinoamericana. Su padre, Mariano Martí Navarro, era valenciano, y su madre, Leonor Pérez Cabrera, era de las Islas Canarias.
En 1865, comenzó su relación como estudiante con Rafael María de Mendive. Este fue uno de los maestros más influyentes en el desarrollo de la filosofía cubana del siglo XIX y en específico de la martiana.
Cuando la Guerra de los Diez Años estalló en Cuba en 1868, se formaron clubes de simpatizantes de la causa nacionalista, y José y su amigo Fermín se unieron a ellos.
En 1869, en medio de la guerra contra España, publicó sus primeros escritos. Al mismo tiempo comienza su actividad como poeta y activista político. Fue acusado de traición y soborno y luego encarcelado a la temprana edad de 16 años por una carta que escribió a un amigo tras unirse al ejército español. Finalmente fue deportado a España.
Así queremos que los niños de América sean: hombres que digan lo que piensan, y lo digan bien: hombres elocuentes y sinceros.
En España continúa su atividad política y literaria por la independencia de Cuba, y en 1874 se gradúa en Derecho Civil y Derecho Canónico. Luego visita París, donde conoce a Victor Hugo. También fue a México y Guatemala. Durante estos viajes, enseñó y escribió, abogando continuamente por la independencia de su país natal.
Más tarde en New York y tras haber vivido en Venezuela, escribe poemas y traduce novelas al español. Entre sus obras originales se incluyen obras de teatro, poesía, novela, entre otros. Uno de los ejemplos más bellos de sus proyectos literarios fue La Edad de Oro, revista inspirada por el ideario de la Ilustración para el público infantil.
Esta obra encarna tres ideas que hacen de José Martí uno de los precursores de la pedagogía y la filosofía para niños en el continente americano. Primero, el compromiso por la verdad, la belleza y la justicia. Segundo, el compromiso hacia Latinoamérica. Y por último, y como derivación lógica de los anteriores, el carácter anticolonialista de su enseñanza, basado en una educación que toma como principios la libertad de pensamiento y los valores mencionados anteriormente.
Uno de sus textos más acertados, Nuestra América, se publica el 1 de enero de 1891, allí defiende la visión de la independencia Latinoamericana y del respeto a las tradiciones. Combate el racismo y el colonialismo, y una vez más pone como centro de su filosofía el idealismo humanista.
Regresa a Cuba el 11 de abril de 1895, en una expedición, acompañado de varios patriotas. Su llegada ocurre tras el levantamiento armado que da comienzo a la última guerra en contra de los españoles, y de la cual Martí es el líder principal. Tras largos años de preparativos en el exilio, él y otros luchadores logran unificar las fuerzas cubanas.
Lamentablemente moriría en combate el 19 de mayo del mismo año.
Muerte, Sacrificio y Libertad
Martí ha sido muchas cosas, ha sido patriota, luchador, independentista, precursor del modernismo, periodista; pero además, ha sido filósofo. Si bien en este rol nunca pudo concretar su proyecto de libro o sistema, nos ha legado una profunda concepción humanista donde la idea de la libertad adquiere un peso innegable.
Aquí no nos referimos al Martí que se usa y reúsa como parche para justificar o criticar al enemigo. Lejos de ver en él a un erudito que habló de todo, y por ende no profundizó en nada, prefiero extraer de él una sola idea, la idea que lo obsesionó durante toda su vida. Desde que vio por primera vez el látigo sobre la piel del negro esclavo, pasando por sus cavilaciones respecto al suicidio, hasta sus últimas descripciones de la fauna cubana días antes de morir.
Tanto la prosa como la imagen de su poesía nos devuelven un modelo de hombre definido por su sacrificio dispuesto a resolver la contradicción fundamental que hay entre libertad y necesidad.
Dame el yugo, oh mi madre, de manera
Que puesto en él de pie, luzca en mi frente
Mejor la estrella que ilumina y mata. (1)
Una buena parte de su obra está dedicada a esbozar ese enfrentamiento entre nosotros, nuestras ansias de plenitud y dignidad y la explotación por parte de poderes externos. Esa tensión solo se resuelve de una manera, arriesgando la vida. Bien pudiéramos decir aquí, la vida en cadenas, no es vivir.
De ahí nace esa visión romántica que defiende al hombre en sacrificio, siendo la muerte el símbolo de su entrega y su momento de definición mayor. En otro lugar de su obra se puede leer lo siguiente:
Puede ansiosa
La Muerte, pues, de pie en las hojas secas,
Esperarme a mi umbral con cada turbia
Tarde de Otoño, y silenciosa puede
Irme tejiendo con helados copos
Mi manto funeral.
No di al olvido
Las armas del amor: no de otra púrpura
Vestí que de mi sangre. Abre los brazos,
Listo estoy, madre Muerte: ¡al juez me lleva!(2)
Martí nos recuerda a Emmanuel Levinas por su compromiso con el infinito o respecto al Otro, pero también a Sartre cuando insiste en la libertad. Sean esos u otros filósofos, lo cierto es que la vuelta a él es más que necesaria hoy.
En momentos en que la vida pierde profundidad, en que un continente entero es invadido por elementos dispares a su constitución, o incluso en estos instantes en que la bulla de las armas amenaza de nuevo una nación, no debemos dar la espalda al poeta. No como letra muerta o eco apostólico, sino como el camino bajo nuestros pies que se dirige hacia la verdadera libertad.