La Rebelión de las Cosas II

junio 17, 2020
ensayo filosofico cosas

 

Declaración Oficial de la OMC

La OMC (Organización Mundial de las Cosas) celebra su congreso todos los años, todos los meses, todos los días, todos los instantes, y constantemente los delegados por países hacen la misma demanda: la necesidad de recuperar la digna condición perdida de ser cosas, ya basta de tener que gobernar tantos humanos que siquiera el papel de cosas pueden representar con naturalidad y autenticidad, desde que se cambiaron los roles (lo que algunos llaman modernidad) las cosas han dejado de reconocerse en sus pobres sustitutos y existen abochornadas. “Cada cosa a su sitio” es el reclamo principal.


I

Una cafetera se tomó en serio la colada, mal café según su exigente criterio, y entonces la impotencia de no ser dueña de la elección de su bilis negra en este caso no se le subió a la cabeza, por lo tanto interrumpió el advenimiento de la posible melancolía, de hecho tanto se reconcentró en su pesar y en los problemas concernientes a la calidad y autenticidad de su función, que finalmente se le cerró, por terca y colérica, la garganta, y fue entonces cuando explotó.

II

Un marco engreído creía ser lo más valioso del cuadro, algo así como un mal matrimonio entre él y su enmarcada pintura, de hecho era esto último una especie de machismo que recluía toda aspiración de la esposa o tela, pero ya sabemos como son las mujeres, y esta en cuestión no se quedaba rezagada, y aprovechando la voluptuosidad de sus relieves al óleo y la llamatividad de sus vivos colores no perdía ninguna oportunidad de serle infiel a su celoso marido metiéndosele por los ojos a cuanto visitante entraba en el museo.

III

Sol y agua periódicos constituían el régimen de vida de la platita en cuestión, pero una planta no es un perro callejero rescatado de la cruel vida de perro abandonado, y por ello esta extrañaba el bosque, la tierra no confinada que antaño penetraba sus raíces, más ya estaba corrompida por las pretensiones más que humanas de su dueña, y mientras en el bosque era una más, aquí en casa  era única, y fue entonces que comenzó a sentir, junto a la circulación interior de la savia, un creciente cosquilleo que nunca llegará a saber que se llama ego.

IV

Ella necesitaba, naturalmente, el incesante contacto con sus similares de abajo, y ya llevaba por lo menos quince segundos si recibir el imprescindible roce, y entonces tomó la determinación de desprenderse e interrumpir lo que estaba sucediendo, un acto de sacrificio por sus múltiples hermanas de igual necesidad, y efectivamente, en cuanto se metió de lleno en el ojo hasta casi la córnea, este comenzó nuevamente a pestañear abandonando la fijeza de la mirada crítica, alabemos el sacrificio de la pestaña que sabe, sin saber, inducir aquello de sentir, por sobre todas las cosas, la piedra en el ojo propio.

V

Nadie puede concebir algo con una autoestima más baja que una simple croqueta, sobre todo esta, fría y mosqueada, heredera de todos los improperios al uso de los tiempos que corrían (período especial), y es por ello que hay que ser extremadamente poco comprensivo al reprocharle que, al ser comprada por algún iluso o hambreado, intente alcanzar una cierta dignidad elevada al pegarse, al menos, en el cielo de la boca.

VI

A las doce del día se recoge, rindiéndole tributo a la hora pico del biorritmo de su padre, y a las doce de la noche se diluye en el seno dilatado y protector de su madre, y aunque todos la acusan de segundona y pegajosa, e incluso se atreven a asociarla con el príncipe caído en desgracia, ella sencillamente es víctima de la mirada obtusa de los que sólo ven el lado superficial de las cosas, que no quepa ni “sombra” de duda.

VII

Esta plasta de mierda en cuestión yace, paciente y orgullosa, en medio del campo, aún caliente al  margen del sol de mediodía, recién salida de entraña vacuna, libre de los prejuicios de los hombres, por básicamente dos motivos erguida aunque a ras de pasto: porque si la pisan da buena suerte, y porque en tiempo de lluvia alimenta un hongo que da “buen viaje”.

VIII

Lo obligaba a oír más que escuchar, a repetir más que pensar, a pesar de que era zurdo lo discriminaba forzándolo hacia la diestra, enmascaraba estos perjuicios sosteniéndolo, como si se humillara, incluso soportaba que le grabara absurdos caracteres en la piel, no importaba, toda cosa inerte está protegida por la inmunidad que confiere esta suposición, pero esta era vengativa y tenaz, al punto que el día de su graduación se le metió como un polizonte en la mente, y desde entonces lleva dentro su caro pupitre, oscuro legado de la enseñanza regular.

IX

Qué loca la cerilla que pierde la cabeza luego de encender la vela del cake de cumpleaños de la niña, qué feliz ella al ser la primera en convertirse en humo en la ceremonia de los soplos, se le van los sesos tras el fuego y se ocultan juntos en la entraña invisible del mundo, sin envidia de la feliz niña que se les unirá a la larga.

X

Hay un Dios llamado Fuego que reduce a mismas cenizas tanto al tabaco Cohiba como al sencillo tabaco de bodega, y tan riguroso en cuestiones de elevación espiritual que distingue con Suma Claridad entre fumadores pretenciosos y modestos.

XI

La proa, optimista ante la perspectiva de anclar en nuevos puertos, arrastra como un lastre a la popa, pesimista que añora la plácida estancia en el puerto recién abandonado, pero la vela es neutral, pues el viento que la impulsa hacia delante viene desde atrás, y sólo permanece impávido y centrado el palo mayor, buda de la navegación, cuando se hunda el barco él será el último en ser despedido por el viento, fútiles preocupaciones de las diversas partes del nao, yacer en el fondo del Océano será el Paraíso, podrirse en el astillero el Infierno.

XII

La vagina introvertida no soportaba la constante intromisión en sus asuntos del descarado pene, siempre erguido y autosuficiente, le resultaba insoportable ser manipulada de ese modo, con meros cosquilleos que siempre terminaban por hastiarla o irritarla, y entonces concibió un proyecto en su interior que supo terminaría por bajarle las ínfulas al muy torpe.

XIII

La romántica llave estaba enamorada de la cerradura, y apenas le resultaban soportables las largas horas que pasaba en el fondo del bolsillo, y todo para tener relaciones con su amada apenas unos breves instantes, pero nada sabe la ingenua llave de las cosas del mundo (esto es el romanticismo, al fin y al cabo), y el día en que, rota, se quedo para siempre dentro de su amada, esta última quedó totalmente inservible.

XIV

Esta es la historia de una sencilla y hasta simplona tuerca a la que rindo homenaje pensando en su espiral interior, que es forma excelsa y tan dinámica que todo torbellino o huracán la siguen, y aun cuando su contexto sea el taller o la fábrica o la caja del mecánico, que emularía con cualquier atmósfera Kafkiana concebible (una oficina es a un empleado lo que una fábrica a una tuerca), esa espiral huracanada la coloca en cualquier lugar del mapa, en todos al mismo tiempo pues su movimiento rompe la fijeza de la rosa náutica, algo tendrá ella que ver con los mecanismos misteriosos del cosmos.

XV

Soy ciclotímico y proyectivo y por lo tanto el ladrillo descolorido y pesado de ayer es hoy la metáfora del libro pedante y el ladrido de un perrillo y la primera piedra de la religión de lo banal y el pétalo de una rosa cubista y como mi ánimo es de ciclado rápido es de nuevo el ladrillo descolorido y pesado pero de hoy más no le creo esperaré a mañana a ver.

XVI

La honesta navaja relucía en la mano del barbero, tan filosa que los pelos se rebanaban solos un instante antes del contacto, y luego le cedían el paso fingiendo ser víctimas de su acción, tácito acuerdo entre cosas inertes incapaces de concebir el daño o el rencor, y cuando era enfundada en la vaina de cuero ella dormía tranquila, como sólo lo hacen aquellos seres que carecen de doble filo.

XVII

Una sombrilla feliz es una sombrilla soleada, un paraguas no esconde su euforia ante el golpeteo incesante de las gotas de lluvia, incluso ambos soportan con cierto estoicismo sin esfuerzo que se les intercambie, pero la vida en la percha apenas es vida para ellos, y laten entonces con una impaciencia que les corroe las entrañas, del modo en que saben hacerlo las cosas, desesperando de quietud.

XVIII

El bolígrafo se desangra en el texto, sea sublime o ridículo, y entonces quisiera echar a volar, libre de su mero valor utilitario, pero ya nada le queda de pluma, pobre bolígrafo desechable, para lo que ha quedado, apenas puede metamorfosearse, fuera de toda visibilidad consciente, en falo inseminante de sentido, pero la sangre o tinta o semen son fantasmas simbólicos, por eso eres protagonista de este texto, aunque yazcas como cascarón vacío en algún basurero.

XIX

Mientras duerme en la gaveta de la cómoda el anillo tiene la siguiente pesadilla recurrente: sale a la intemperie y contrario a lo esperado lo ensartan en una cadena y se lo ponen como dije, entonces siente que se le disocia la personalidad. Una mañana se despertó disociado para siempre y luego de unos pocos días en el sudoroso dedo terminó para siempre con el matrimonio de su dueña.

XX

El simple alfiler tiene envidia de la orgullosa aguja de coser, se siente como un peón de trabajo bajo la incisiva mirada de la aguja capataz, y al no poder hacer nada entonces se clava profundamente en la almohadilla después de las labores, y una vez que hasta ha probado el sabor metálico de la sangre humana, se confabula con los demás alfileres y sueña con un sistema social donde todos los humanos anden desnudos, la inutilidad repartida equitativamente.

XXI

Qué sabe un globo de dificultades económicas, inflado y colgado en la fiesta del niño, su destino está señalado, tarde o temprano explotará, que el niño no sabe lo que hace (¿no sabe?), pero este globo siente algo raro, quizás que debería estar en otro sitio, cumpliendo otras funciones, y entonces sin previo aviso explota, que el niño no sabe lo que hace, ni el globo explota de veras, que todo es falso, un embarazo prevenido menos.

XXII

Esta vidriera tiene un profundo sentido de la justicia social, por eso deja pasar la mirada del pobre, como si no existiera, y si no puede regalarle los objetos más necesitados que ansiados, al menos le devuelve transparencia, quizás el bien más preciado de la pobreza, mientras que al rico le refleja de cuerpo y alma su consistencia objetual.

XXIII

Unos espejuelos ajustan la mirada para ver mejor lo que puede ser visto, lo que una vez visto siempre decepciona, un catalejo extiende la mirada para mejor ver lo que generalmente no puede ser visto, más bien lo que se desea ver (que nunca decepciona), por eso las lágrimas de los espejuelos son abundantes y simplonas, mientras que los catalejos lloran una sola lágrima que siempre es de alegría.

XXIV

Que contentas las joyas y los adornos cuando una persona sencilla las saca a pasear y a tomar aire, como dialogan entre ellas en armonía y como se convierten en prolongaciones luminosas de la carne y del espíritu, y que tristes esas mismas joyas y esos mismos adornos cuando una persona pretensiosa las asfixia con delirios de protagonismo, entonces se encuentras aisladas, y al ser meras joyas y meros adornos, es decir, meras cosas, el carnaval aparente no consigue aplacar la evidencia de que les han aguado la fiesta.

XXV

En Baracoa hay un puente de madera sobre el río miel que siempre está seco y resquebrajado por el sol implacable, avasallado por ese otro río de personas que de tanto ir de una orilla a la otra apenas van a ningún lugar, y el puente mira de reojo, entristecido, los maderos y las ramas que pasan por debajo y siguen el curso del río camino al mar, pero lo que no sabe es de los ingentes e inútiles esfuerzos del río por agarrársele y fijarse, por evadir el destino de todo río que al final siempre es la muerte del dulzor en sal.

XXVI

Sobrevoló el campo de batalla donde indios y cowboys yacían desparramados después de cierta explosión, y terminó estrellándose más allá de las colinas, y no importa que estas fueran montones de libros viejos, que en la imaginación del niño crear un avioncito de papel es pura ingeniería aeronáutica, un origami bomba que señala el fin de la batalla o juego, es comprensible su rabieta contra el mundo de los adultos, que en su imaginación son raros dioses que siempre decretan el fin de los juegos, doble venganza al hacer volar y estallar el dibujo con la clásica casita en una esquina y sus padres-dioses al centro, estamos en presencia de un anarquista en ciernes, kamikaze que no aparece en el dibujo porque está escondido en algún lugar de la casita-cabina.

XXVII

La frontera que separa a algunos hombres de ciertas cosas es frágil y convencional. Cuando, por ejemplo, uno de esos muebles de acumulación progresiva hace TRAC, no se trata de un quejido, siquiera de una declaración de fragilidad constitutiva. TRAC es algo así como el OM sagrado de los ejercicios de meditación, pero en este caso el significado oriental se invierte: nada de vaciamientos o desasimientos, sino pura y sublime llenura. Cuando al mueble no le cabe siquiera una brizna de hierba más, entonces intenta trascender su capacidad agotada. Unos cuantos TRAC y entonces se desarma, se ilumina. El acumulador finalmente ha sido invitado a incluirse.

XXVIII

Desde la entrada hacia la habitación central serpenteaba a través de laberínticos pasillos, guiada por un instinto infalible de muerte. En cada recodo dubitaba, emocionada ante la férrea negación de la alternativa de fugarse por el camino equivocado. Al final de la travesía, luego que los héroes evadidos acapararan todo el protagonismo, la hebra de hilo se quedó allí tirada, tinta en sangre de Minotauro.


 

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