La filosofía del lenguaje es política

La filosofía del lenguaje contemporánea ya no está interesada solo en cuestiones que a primera vista parecen ajenas a nuestra realidad política. La filosofía del lenguaje contemporánea es, cada vez más, filosofía del lenguaje política
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Manuel Almagro Holgado, Universitat de València and Andrea Rodríguez Gómez, Universidad de Granada

Considere el verbo ser. Sirve para atribuir a alguien una propiedad, como por ejemplo la de ser granadina –“Eva es de Granada”–. Pero también sirve para indicar que algo pertenece a alguien –“Ese coche es de Eva”–, que dos personas en realidad son la misma –“Eva es la profesora de inglés”–, o que dos expresiones significan lo mismo –“‘Calamonazo’ es ‘golpe en la cabeza’”–.

El reconocimiento de la variedad de funciones que cumplen nuestras expresiones, como ocurre con el verbo ser, contribuyó a que, a finales del siglo XIX y principios del XX, la filosofía experimentase un “giro lingüístico”. Se empezó a sospechar que las teorías filosóficas habían sido víctimas de esta tiranía de las palabras sobre el pensamiento.

Como ejemplo, considere la idea –generalmente atribuida a Descartes– según la cual la mente y el cuerpo son sustancias distintas y separables.

El filósofo británico Gilbert Ryle argumentó que esta teoría partía de un error: asumía que los conceptos mentales y los físicos pertenecen a la misma categoría. Para ejemplificar este error, Ryle pide que imaginemos a alguien que visita una universidad por primera vez y que después de haber visto todas las facultades y edificios del campus, pregunta “¿pero dónde está la universidad?”. Tendríamos que explicarle que el concepto universidad no refiere a ningún edificio, como sí lo hace por ejemplo facultad. Universidad y facultad son conceptos de categorías diferentes, porque su funcionamiento es distinto. Algo parecido es lo que ocurre con los conceptos mentales y físicos.

Como en este caso, los filósofos del giro lingüístico empezaron a poner el foco del análisis en el lenguaje: cuando nos hagamos una pregunta filosófica, primero tenemos que asegurarnos de que el lenguaje no nos engaña.

La filosofía del lenguaje

Así surgió la filosofía del lenguaje. Esta disciplina investiga la naturaleza del lenguaje y la relación entre él, sus usuarias y el mundo.

La cuestión más destacada en la historia de la disciplina es la de qué es el significado. Preguntarse por el significado de un tipo de expresión, o por cómo se determina, es una pregunta filosófica en sí misma.

Una teoría relativamente intuitiva acerca del significado dice que las palabras significan las cosas del mundo que ellas representan. Según esta teoría, el significado de una expresión como “la profesora de inglés” sería la persona a la que esta expresión apunta.

Pero esta teoría presenta problemas evidentes. Por ejemplo, hay expresiones que no refieren a ninguna cosa en el mundo, como la oración “el aprendiz de mago que estudió en Gryffindor”, que habla de un personaje ficticio de las aventuras de Harry Potter.

Este y otros problemas llevaron a los primeros filósofos de la disciplina a distinguir varias capas en el significado, o a defender que este tipo de oraciones, a pesar de su apariencia, en realidad no cumplen la función de referir a algo del mundo.

¿Es la filosofía del lenguaje ideológicamente neutral?

Tanto las propuestas que acabamos de mencionar como otras se presentan como aproximaciones ideológicamente neutrales. Sus diagnósticos en principio no están afectados por ninguna ideología.

Sin embargo, esto no parece ser del todo cierto. La filósofa del lenguaje Jessica Keiser sugiere en su reciente libro Non-Ideal Foundations of Language que la posición socioeconómicamente privilegiada de los filósofos del lenguaje ha influido en sus teorías.

Keiser identifica un supuesto teórico, a primera vista neutral, que ha guiado parte de la filosofía del lenguaje tradicional: considerar que la función principal del lenguaje es el intercambio cooperativo de información. Para quienes pertenecen a grupos socialmente privilegiados, poco acostumbrados a sufrir violencia a través del lenguaje, este supuesto puede resultar obvio.

Sin embargo, caracterizar el lenguaje en estos términos, sugiere Keiser, es una idealización que no tiene en cuenta la experiencia de aquellos grupos sociales que sistemáticamente sufren injusticias a través del lenguaje, como han señalado Saray Ayala y Claudia Picazo, entre otras.

La filosofía del lenguaje tradicional no es neutral; ha estado guiada, entre otras cosas, por un sesgo de género.

El giro político en filosofía del lenguaje

Recientemente, la disciplina está experimentando un giro político. Este ha comenzado con el reconocimiento de que la identidad social de quien hace filosofía del lenguaje a menudo influye, desapercibidamente, en sus propias teorías. Esto distorsiona el objeto de estudio. Como hemos dicho, esta observación se la debemos, entre otros, a la filosofía del lenguaje feminista.

Este giro político está caracterizado por dos rasgos adicionales.

La filosofía del lenguaje actual, a diferencia de la tradicional, aborda cuestiones que son políticas en sí mismas, como el uso ofensivo del lenguaje, el discurso de odio, la pornografía, el desacuerdo, la mentira y el uso propagandístico del humor.

El tercer rasgo es su objetivo práctico. El propósito de parte de la filosofía del lenguaje contemporánea no es solo identificar idealizaciones injustificadas de nuestras teorías; el objetivo es además paliar, en la medida de lo posible, la injusticia. Es decir, su objetivo último es intervenir en la realidad social.

¿De qué trata la filosofía del lenguaje del giro político?

La utilización de vídeos, memes y otros vehículos constituye uno de los mecanismos de desinformación que en ocasiones utilizan ciertos actores políticos para manipular a la población y contribuir a la injusticia. Las estrategias de comunicación que utilizan estos sistemas están atrayendo la atención de la filosofía del lenguaje del giro político.

Por ejemplo, en las últimas elecciones a rector de la Universidad de Granada, una de las candidatas utilizó su cuenta de TikTok para promocionar su candidatura, llegando a alcanzar un impacto público significativo.

En estos vídeos, la candidata difundía su agenda política mediante vídeos con cierto carácter cómico. También utilizaba la letra de canciones populares para retar, en clave de humor, a uno de sus rivales.

El objetivo de estas publicaciones en el contexto de una campaña electoral no parece ser únicamente el de divertir. Más bien era el de tratar de movilizar el voto de un determinado sector de la comunidad universitaria. Y esto es lo que ocurrió. La participación del sector estudiantil aumentó desde un 6 % en las últimas elecciones hasta un 28,9 % en estas. Y la candidata de TikTok fue la más votada por el estudiantado.

Estas situaciones plantean preguntas como cuál es la naturaleza del significado que se comunica en estos casos, cuáles son sus características principales, cómo podemos detectar el empleo de estas estrategias y cómo contrarrestarlas, para así tener impacto real, desde la filosofía del lenguaje, en el mundo.

La filosofía del lenguaje contemporánea ya no está interesada solo en cuestiones que a primera vista parecen ajenas a nuestra realidad política. La filosofía del lenguaje contemporánea es, cada vez más, filosofía del lenguaje política.


Manuel Almagro Holgado, Investigador postdoctoral «Juan de la Cierva-Formación», Universitat de València and Andrea Rodríguez Gómez, Investigadora pre-doctoral en el departamento de Filosofía I., Universidad de Granada

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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  1. No soy el que pueda decir en qué siglo Wittguestein elaboró un texto desnudando que la Realidad Última es indescriptible a través del Lenguaje con lo que deberíamos preguntarnos si es la Vacuidad de Najarguna s. I- II d. C. aquello que debemos investigar como elemento donde aquella Realidad sucede.

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