John Locke y la filosofía del lenguaje

La filosofía lockeana del lenguaje: el nominalismo extremo y el criterio de abstracción

Locke, como empirista, no admite la existencia de las ideas innatas, sino solo de las adquiridas; asumiendo que los signos y las palabras son representaciones, primeramente, de una idea o de un concepto
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Breve aproximación al asunto

La aproximación a las consideraciones de los empiristas ingleses  en torno al problema de la generalidad del lenguaje, necesariamente debe partir de John Locke y su clasificación de términos: naturales y singulares. Estos últimos refieren sustancias, en tanto los primeros, esencias; constituyendo el objeto del presente estudio.

Los términos naturales son aquellos a los que unos y otros particulares se aplican a partir de la existencia de patrones en nuestros intereses y hábitos clasificatorios que así lo condicionan. Es decir, son particulares que guardan algo en común. De acuerdo a la persistencia de eso común, es que identificamos particulares a través del tiempo, siempre valiéndonos de términos de género natural.

Tal “algo en común” que se supone comparten objetivamente los particulares a los que se aplica un término de género natural, es su esencia. La esencia “tigre”, entonces, es aquello de cuya presencia o ausencia depende que la imagen acústica “tigre” se aplique o no a determinada entidad.

Esencia nominal vs. Esencia real

Habiendo esclarecido en qué consisten los términos naturales o esenciales, no resulta complejo comprender que la esencia nominal constitutiva de un cierto género natural son las propiedades que corresponden a un conjunto de ideas simples; las que se utilizan para clasificar los objetos como perteneciendo al género en cuestión. El conjunto de ideas constituye el significado del término y la esencia nominal es la entidad objetiva que corresponde a esas ideas; a saber, el conjunto de propiedades que provoca que se suscite en nuestro entendimiento esas ideas simples.

Locke centra sus investigaciones en la idea. Como empirista, no admite la existencia de las ideas innatas, sino solo de las adquiridas; asumiendo que los signos y las palabras son representaciones, primeramente, de una idea o de un concepto.

Quiere decir que, el significado de “tigre”, puede estar constituido por las ideas de forma, color, rayas, entre otros elementos. Como resultado, la esencia nominal se determina por las propiedades de los tigres que producen en nosotros esas ideas. En correspondencia, la esencia nominal es el conjunto de propiedades de un objeto, que justifica que se lo clasifique de tal modo y no de otro; o lo que es igual, perteneciendo a un cierto género.

En virtud de lo anterior, las esencias comunes a todas las sustancias a las que se aplica correctamente un término son las esencias reales. O sea, la constitución interna que se descubre a posteriori. Esto es, mediante la investigación empírica, que explica que los objetos en cuestión tengan la esencia nominal asociada con el género natural. La esencia real de los tigres es, podríamos decir, el genoma propio de tigre que lo hace tal, así como el conjunto de los rasgos genéticos característicos de los tigres; los cuales explican su forma, color y el resto de sus características.

Lo general como abstracción

Locke centra sus investigaciones en la idea. Como empirista, no admite la existencia de las ideas innatas, sino solo de las adquiridas; asumiendo que los signos y las palabras son representaciones, primeramente, de una idea o de un concepto. Locke sostiene en ese sentido, que la significación primaria de las palabras está referida a las ideas que están en la mente de quien las usa.

Así pues, aquello que una palabra o concepto significa, nunca es réplica de la esencia real del objeto nombrado; sino únicamente de la llamada esencia nominal. Esta es la parte ideal de la cosa, que ha sido filtrada por la mente; o lo que es lo mismo, abstraída. Tales ideas abstraídas son, justamente, las generales: esencia especial en la que se afirma determinado objeto. De manera que Locke se refiere a la existencia de ideas generales en tanto son resultado de una abstracción.

Las ideas se hacen generales cuando se las separan de las circunstancias que determinan lo expresado en ella, dígase tiempo, lugar u otra característica que denote particularidad.

 Las ideas se hacen generales cuando se las separan de las circunstancias que determinan lo expresado en ella, dígase tiempo, lugar u otra característica que denote particularidad. En este sentido, la abstracción es la operación mental que permite que una idea represente o sustituya en el entendimiento varios objetos individuales en lugar de uno. Atendiendo a ello expresa: “Lo general y lo universal no pertenecen a la existencia real de las cosas, sino que son invenciones y partos del entendimiento, hechos para su propio uso, y se refieren solamente a signos, esto es, palabras o ideas” (Locke, 2005, p. 403).

Tales consideraciones llevan a Locke, como a Guillermo de Ockam mucho tiempo antes, a un radical nominalismo.

Es decir, él comprende que los nombres e ideas generales se hallan en el sitio de las cosas, las significan. Ello es posible puesto que el entendimiento produce las ideas generales cuando detecta semejanzas en diferentes objetos particulares. Por lo que las ideas generales se corresponden, refieren esas similitudes y pasan a hacer alusión a aquellos diferentes objetos semejantes con el mismo nombre.

Se podría afirmar, en este sentido, que las ideas generales se refieren a cierta inmutabilidad de las esencias de diversos objetos particulares, en tanto dicha esencia, es también un signo construido por el entendimiento.

Para concluir, la teoría lockeana es en rigor una teoría nominalista; según la cual no hay objetivamente universales o géneros: sólo las esencias reales podrían contar como universales objetivos, pues las esencias nominales son construidas por la mente humana.

Referencias

Bennett, J. (1988). Locke, Berkeley, Hume: Temas Centrales. México: Universidad Autónoma Nacional de México.

Beuchot, M. (2005). Historia de la Filosofía del Lenguaje. México: Edición del fondo de cultura económica.

Locke, J. (1956). Ensayo sobre el entendimiento humano. México: Fondo de Cultura Económica.

Melendo, T. (1978). J. Locke: Ensayo sobre el entendimiento humano. S. A: Editorial Magisterio Español.