Según el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) la palabra “exiliado” proviene del latín exilium, y significa “separación de una persona de la tierra en que vive”, “expatriación, generalmente por motivos políticos”, “lugar en que vive el exiliado”, etc.
Estas visiones resultan descriptivas, pero el exiliado es algo más que esto que plantea el RAE, pues por lo general la “separación de la tierra” viene precedida de la situación forzada del destierro, aunque existe el exilio voluntario, o en su sentido el exilio que no es forzoso más existe la decisión del individuo de exiliarse. También la condición de exiliado no tiene que representar “separación de la tierra”, en ocasiones el exilio es dentro del propio país. El exiliado tiene muchas máscaras, como dijera la filósofa española María Zambrano; cada una le da un significado diferente por eso el exiliado es las múltiples máscaras que le reasignen: la máscara de aquel, del otro, de este, de todos… cada una es particular. Las máscaras se tornan buenas o malas, incluso algunas no tienen significado, o mejor dicho lo pierden. Aunque las máscaras no muestran el valor real del exiliado, ni de su ser, son, en última instancia, aproximaciones. Los “justificados” quedan, saben estar, ya que están legitimados. El exiliado es un despojado; despojado no solo físicamente, también de sí, se reinventa una y otra vez.
Nacer y Morir
Nace a diario mientras encuentra su realidad, pero muere también. Tal es su condición. Vive en el mundo, pero el mundo no es para él. No puede estar. Y ¿por qué se es un exiliado? Porque hay vida; mientras haya vida existe el ser, no importa aquí o allá. Así está el exiliado, nace porque muere. La sobrevida del ayer; es un sobreviviente.
Exiliado y Heroicidad
El que queda es el héroe, el héroe que quieren, no el héroe que es. El exiliado en este sentido no es un héroe, es el antihéroe, es el ser común, cotidiano. Pero, incluso, en esta condición de no-héroe, el exiliado posee una parte de héroe: es héroe en el renacer diario. Es otro tipo de héroe. Su hazaña no es heroica para los que se quedan, es heroica en el asumir otra realidad y enfrentar nuevas funciones, nuevas formas del Sujeto. Es héroe cuando se adapta a lo Otro. Así enfrenta cual valiente guerrero batallas en otras latitudes. Héroe, cuando al luchar en/con otras realidades no olvida su origen. Ese es su mayor acto heroico. Por supuesto, los héroes, los que son, viven de su heroicidad. El exiliado es modesto, no vive de sus hazañas. La historia de su patria no recoge sus momentos, pues como no le pertenecen… entonces, el exiliado hace historias no heroicas, historias no contadas. La heroicidad del exiliado es factual o vocacional, nunca “oficial”. La historia no lo recoge en sus anales; o más bien, los que escriben la historia deciden no incorporarlo.
El exiliado se despoja de todo, se queda solo con su Ser. No carga con nada más. La condición de exiliado es un problema existencial, cuando increpa su propia existencia: su Ser no es, pues siempre está en constante metamorfoseo. Su condición es y no logra ser…
A la pregunta de ¿qué haces? o ¿qué harás?, aconseja una voz y responden por el exiliado, “vuelve”, que es regresar al entorno natural anterior, es reconvertir el tiempo, lo cual es imposible; y claro está la animosidad de los cercanos persigue el mensaje: “regresa”, “deja de ser un exiliado”. Y cuando el exiliado responde, piensan en la pesada obstinación de la negativa respuesta; pero cómo volver si ya no pertenecemos ahí, ya no somos de eso, lo cual los anglófonos resuelven con It. Porque lugar y tiempo adquieren forma, y aunque parezca increíble se vuelve “despectible”, adquiere un estado “asqueable”, es el momento del no-retorno.
No es el exilio-en-sí: es el estar “por ahí”. Cuando no se sabe en qué lugar se está, el ser humano deviene en exiliado. Es como el concepto de Patria que tenía José Martí que no está ligado a la tierra; es un sentimiento, cuando se deja de pertenecer a algo o a un lugar, ya eres un exiliado.