Photo by Charles Deluvio on Unsplash
Donald Trump suspende financiación a la OMS
Uno de los desafíos más complejos que hemos enfrentado en las últimas semanas ha estado vinculado al efecto del coronavirus en nuestras vidas como sujetos políticos.
Dentro de ese gran complejo de cuestiones que ya ha sido comenzado a analizar por filósofos, historiadores y sociólogos, está la actuación de presidentes y líderes mundiales. Para nadie es un secreto que el Covid-19 ha sido una prueba de fuego que ha puesto en jaque a muchos de esos mandatarios, pero también muchas de las verdades que creíamos absolutas.
En este contexto Donal Trump suspende su pago a la OMS, desafiando una vez más reglas elementales de convivencia en medio de la actual crisis. Además, junto a la suspensión de forma temporal de la aportación económica a la OMS, se investigará el rol que juega el organismo en la lucha contra el coronavirus.
Se estima que los Estados Unidos contribuyen en un 15 % de toda su financiación, y según la BBC es el país de mayor peso con una contribución de US$400 millones.
Contexto Local y Global
No es casual que esto suceda precisamente ahora. Ya desde algunos días la tensión venía escalando, sobre todo del lado de la Casa Blanca, y proporcionalmente al aumento de casos y muertes por Covid-19 en Estados Unidos.
Según el mandatario “La OMS falló en su principal deber y debe rendir cuentas.”
“Instruyo a mi gobierno a detener la financiación mientras se realiza una investigación sobre el papel de la OMS en la mala gestión y el encubrimiento de la expansión del coronavirus”. Además, justificó que “muchos países dijeron que iban a escuchar a la OMS y ahora tienen problemas que no pueden creer”.
El mandatario también culpa a la OMS y a China de haber encubierto las cifras verdaderas y de no haber alertado a tiempo sobre la gravedad del asunto.
Lo que sí parece más obvio y menos difícil de ocultar, es que los ataques a China en este contexto forman parte de una matriz mucho mayor que solo cobra sentido si se localiza al interior de la guerra comercial entre ambas potencias.
No solo eso, la actual decisión también hay que ponerla en el centro de un proceso de pérdida paulatina de poder político y de la hegemonía global que Estados Unidos ha ostentado por más de siete décadas. En un contexto de creciente polarización política en el país norteño. Y por último, en un proceso de radicalización de su discurso frente a sus intereses releccionistas.
La OMS y el saber científico que debemos salvar
La OMS se funda el 7 de abril de 1948, fecha en la que se celebra cada año el Día Mundial de la Salud. Según datos de la propia organización, actualmente esta cuenta con más de 7000 personas trabajando en 150 oficinas nacionales, seis oficinas regionales y su sede de Ginebra.
Los resultados de su trabajo a nivel nacional, regional y global pueden ser vistos y consultados en la propia página de la organización. Y es un hecho innegable que constituye una institución de avanzada no solo en el combate contra Covid-19, sino contra otras pandemias y crisis por la que hemos atravesado.
La ciencia tiene sus propios mecanismos de falsabilidad y verificabilidad. Y en la historia cada vez que la política interfiere demasiado en la ciencia las consecuencias son funestas.
A muchos esto le parecerá nimio e insignificante, pero no lo es. Con esta decisión, Donald Trump está una vez más inclinando la balanza hacia temas, problemas, conflictos, procesos y valores que habían sido ya superados en la corta historia humana. Recalco corta porque evidentemente el tiempo que tenemos para rectificar es siempre incomparablemente menor con el daño que ejercemos; no solo al entorno en que vivimos, sino al género humano en sus diversas dimensiones sociales, culturales, económicas, etc…
Este nuevo intento de Make America Great Again va en la misma dirección inaugurada hace siglos por inquisidores y enemigos del saber científico. Ha sido ese espíritu científico el que, con altas y bajas, nos ha entregado una sociedad que puede, si así lo desea y pone su empeño en ello, combatir no solo un virus, sino además dar grandes saltos tecnológicos y colocarnos en un dominio nuevo donde la responsabilidad y el saber crítico sean el centro de la vida.
La comunidad científica es la que debe juzgar el rol de la OMS mediante sus mecanismos de crítica, control, reajuste, publicaciones y congresos. Hay para ello conocimiento, tecnología y procedimientos que se siguen al margen del interés político y personal de mandatarios. Este proceso debe funcionar de manera diferente al campo de la política actual que tiene más que ver con 1984 o Rebelión en la Granja.
Los científicos debieran tomar esto como una afrenta y levantarse en contra de la estulticia que ocupa cada vez más terreno en nuestra sociedad global.