Cooperativas y (r)evolución II

La forma de emprendimiento de naturaleza colectiva que ha demostrado un buen desempeño productivo y excelente capacidad de resiliencia es la cooperativa
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Entonces, ¿cuál sería el modelo empresarial más idóneo para configurar una economía socialista que empodere a los trabajadores?

Las empresas comunitarias se enfrentan al sempiterno conflicto que supone la relación de propiedad, dado que sus dueños son las personas que habitan la comuna (finca, localidad, circunscripción, kibutz…), lo cual provoca fricciones cuando los habitantes de la comunidad no trabajan en la empresa, pero sí deciden lo que ocurre en ella, en detrimento de los trabajadores contratados que provienen de otras regiones fuera de la comuna.

La conversión de empresas estatales en sociedades anónimas, cuyas acciones son vendidas de manera preferencial a los empleados, casi siempre evoluciona en un proceso de concentración del capital en manos de unos pocos empresarios, lo cual socava los derechos del colectivo de trabajadores. Cuando las personas no saben valorar la importancia de ser el propietario de una empresa porque tienen una mente de jornalero asalariado, terminan vendiendo a precios irrisorios las acciones de la empresa. La forma de emprendimiento de naturaleza colectiva que ha demostrado un buen desempeño productivo y excelente capacidad de resiliencia es la cooperativa.

La empresa cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes

La empresa cooperativa es una asociación autónoma de personas que se han unido voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes, por medio de una empresa de propiedad conjunta y gestionada de manera democrática(Alianza Cooperativa Internacional, 2015). Las cooperativas constituyen un mecanismo excelente de reducción de la pobreza y de combate contra la desigualdad, ya que su naturaleza no es crear riqueza para unos pocos privilegiados, sino para satisfacer racionalmente las necesidades de la mayoría. La actividad de creación de valor en una empresa cooperativa se concibe alrededor del concepto del capital sometido al servicio de las personas y del trabajo, y no el trabajo y las personas sometidas al capital.

Embriagar a la sociedad con una educación que promueva los Siete Principios del Cooperativismo, deviene una estrategia medular para liberar a los trabajadores de los esquemas mentales que reproducen situaciones de subordinación y explotación en sus vidas cotidianas.

Estos principios son:

  1. Afiliación voluntaria y abierta: Las cooperativas son organizaciones voluntarias, abiertas a todas las personas capaces de utilizar sus servicios y dispuestas a aceptar las responsabilidades de la afiliación, sin discriminación de género, condición social, raza, posición política o religiosa.
  2. Gestión democrática por parte de los miembros: Las cooperativas son organizaciones democráticas gestionadas por sus miembros, que participan activamente en la determinación de sus políticas y la toma de decisiones. Los hombres y mujeres que ejercen como representantes elegidos son responsables ante el conjunto de los miembros. En las cooperativas primarias los miembros tienen derechos igualitarios de votación (un miembro, un voto), y las cooperativas de otros niveles también se organizan de manera democrática.
  3. Participación económica de los miembros: Los miembros contribuyen de manera equitativa al capital de la cooperativa y lo gestionan democráticamente. Al menos una parte de dicho capital suele ser propiedad común de la cooperativa.
  4. Autonomía e independencia: Las cooperativas son organizaciones autónomas de autoayuda, gestionadas por sus miembros. Si establecen convenios con otras organizaciones, incluidos los gobiernos, o si reciben capital de fuentes externas, lo hacen en condiciones que garanticen la gestión democrática por parte de los miembros y respeten su autonomía cooperativa.
  5. Educación, formación e información: Las cooperativas ofrecen educación y formación a sus miembros, representantes electos, administradores y empleados para que puedan contribuir con eficacia al desarrollo de la cooperativa. También informan al público en general —en especial a los jóvenes y los líderes de opinión— sobre el carácter y las ventajas de la cooperación.
  6. Cooperación entre cooperativas: Las cooperativas benefician con máxima efectividad a sus miembros, y fortalecen el movimiento cooperativo, al trabajar en conjunto mediante estructuras locales, nacionales, regionales e internacionales.
  7. Preocupación por la comunidad: Las cooperativas trabajan en favor del desarrollo sostenible de sus comunidades mediante políticas aprobadas por los miembros.

Los estudios de casos llevados a cabo por Birchall (2003) han demostrado cuán ampliamente se puede aplicar el modelo cooperativo y cómo puede tener éxito en ayudar a las personas más pobres y vulnerables. El desarrollo mediante la cooperación puede replicarse y expandirse siempre que el método de organización se base en la participación democrática de los miembros, siendo la cooperativa el modelo empresarial más idóneo para el objetivo de reducir la pobreza en entornos asediados por el flagelo de la precariedad.

Las investigaciones realizadas sobre el ciclo de vida empresarial de las cooperativas revelan que las empresas controladas por los trabajadores son más estables y longevas, por su notable capacidad para reinventarse (Pérotin, 2015). El estudio de Fakhfakh, Gago y Pérotin (2012) compara la productividad entre las cooperativas y las empresas convencionales a partir de datos recopilados de miles de firmas francesas, con veinte o más trabajadores, valiéndose de la técnica de Mínimos cuadrados (GLS) y el Método de los momentos generalizado (GMM), y arroja como resultado que las cooperativas poseen niveles de producción iguales a los de las empresas convencionales con los recursos y tecnologías disponibles, y que usan el capital humano y financiero de una manera más eficiente que las empresas convencionales. Sin embargo, las empresas convencionales podrían producir mucho más con los recursos disponibles si organizaran el proceso productivo como lo hacen las cooperativas, lo cual significa que la productividad de las cooperativas es superior.

Cooperativas y (r)evolución I

La celebérrima obra El gobierno de los bienes comunes de Elinor Ostrom (2000) refuta con eficacia la postura tradicional de favorecer la privatización para garantizar el manejo óptimo de los recursos naturales escasos, conflicto hipotético de la ciencia económica conocido como Tragedia de los comunes. El planteamiento de la Tragedia de los comunes supone que el acceso libre a un recurso natural por parte de una comunidad conduciría a su sobreexplotación y agotamiento, por lo que desde ese punto de vista se recomendaba proceder a una privatización del recurso para garantizar un manejo moderado. Sin embargo, a través de su investigación Ostrom demuestra que es la democracia económica, con acento especial en el modelo de gestión cooperativo, la mejor alternativa para aprovechar de forma racional y sostenible los recursos naturales escasos.

El 28 de septiembre de 1864 se celebró en St. Martin’s Hall de Londres una gran asamblea de líderes obreros que devendría el latido germinal de la Asociación Internacional de los Trabajadores, inmortalizada para la posteridad como la Primera Internacional.

El 20 de octubre, la comisión encargó a Marx la redacción de un documento preparado durante su enfermedad y escrito en el espíritu de las ideas de Mazzini y de Owen, promotores del cooperativismo. En lugar de dicho documento, Marx escribió dos textos completamente nuevos: el Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores y los Estatutos provisionales de la Asociación. En el primero de los documentos mencionados Marx expresa la importancia de fomentar el cooperativismo: «Para emancipar a las masas trabajadoras, la cooperación debe alcanzar un desarrollo nacional y, por consecuencia, ser fomentada por medios nacionales» (Marx, 2001).

El reconocimiento de Lenin de la validez de las cooperativas estuvo presente desde los inicios de su actividad revolucionaria. Lenin veía en la empresa cooperativa una de las soluciones definitivas para avanzar al socialismo, pues en ellas se hacía realidad la práctica democrática en el lugar del trabajo para producir y reproducir seres humanos con valores socialistas. En el ocaso de su vida, Lenin escribe el ensayo Sobre las cooperativas en el que bosquejaba su visión estratégica:

«Hay que otorgar a las cooperativas una serie de privilegios económicos, financieros y bancarios; en esto debe consistir el apoyo de nuestro Estado socialista al nuevo principio según el cual debe organizarse la población (…) cuando existe la propiedad social de los medios de producción y cuando el proletariado ha triunfado como clase sobre la burguesía, el régimen de los cooperativistas cultos es el socialismo»

En virtud de la efectividad demostrada por las empresas cooperativas en el combate de la pobreza y en el fomento de relaciones de intercambio comercial más justas, la Resolución de la ONU 56/114 insta a los gobiernos a fomentar el cooperativismo y la Recomendación 193 de la OIT aboga por la inclusión del estudio del modelo empresarial cooperativo en los programas de enseñanza de todos los niveles de los sistemas educativos nacionales. Asimismo, la idea y la práctica de mancomunar intereses colectivos en cooperativas figura desde 2016 en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Los movimientos de izquierda tienen un largo camino por recorrer en el esfuerzo decisivo de impulsar una transición del modelo capitalista actual hacia una economía cuya célula productiva sea la empresa cooperativa. Necesitamos revolucionar, pero también resulta imperioso evolucionar hacia nuevas formas de entender la lucha anticapitalista. En la frase de Lenin «el régimen de los cooperativistas cultos es el socialismo» se condensa la naturaleza del nuevo amanecer: edifiquemos una sociedad socialista conformada por ciudadanos educados en la comprensión de los Siete Principios del Cooperativismo. La civilización contemporánea aún está a tiempo de salvarse a sí misma.

 

Referencias

Alianza Cooperativa Internacional (2015). Notas de orientación para los principios cooperativos, págs. 32 y 105.

Birchall, J. (2003). Rediscovering the cooperative advantage: Poverty reduction through self-help. ILO, Ginebra, pág. 62.

Fakhfakh, F., Gago, M. y Pérotin, V. (2012). Productivity, Capital and Labor in Labor-Managed and Conventional Firms. Industrial and Labor Relations Review, págs. 19-21.

Lenin, V. (1981) Sobre la cooperación. Últimos artículos y cartas. Editorial Progreso, Moscú, pág. 76.

Marx, K. (2001). Manifiesto Inaugural de la Asociación Internacional de los Trabajadores. Marxists Internet Archive. Disponible en: https://www.marxist.org/español/m-e/1860s/1864fait.htm

Ostrom, E. (2000) El Gobierno de los Bienes Comunes: La evolución de las instituciones de acción colectiva. Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica de México.

Pérotin, V. (2015). What do we know about worker co-operatives? Manchester University Press, págs. 14-17.

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