Platón: Filosofía, ética y política en diálogo con la verdad

noviembre 3, 2024
Estatua del filósofo Platón escribiendo y pensando en su filosofía

Platón (428-347 a.C)

La filosofía de Platón es una de las más influyentes en el pensamiento occidental gracias a su legado en ontología, epistemología, ética y política. Esta se caracteriza por la oposición a los sofistas mediante su uso de diálogos, centrados en la figura de Sócrates, para debatir el sentido de la verdad y los valores. En sus diálogos, Platón establece una visión contraria al relativismo sofista, promoviendo una búsqueda de la verdad universal.

Además, el legado de Platón se expandió con la creación de la Academia, la primera institución educativa formal de la historia occidental, donde se fomentaban estudios de matemáticas, astronomía, filosofía, derecho y gramática. Fue en la Academia donde también surgió la figura de Aristóteles, su alumno más destacado.

Diálogos platónicos

Los diálogos platónicos permiten explorar diversos temas filosóficos mediante una variedad de voces y perspectivas, logrando un pensamiento reflexivo sin exigir que los interlocutores sean filósofos en el sentido estricto.

Esta diversidad en estilo y retórica otorga fluidez a la obra, invitando al lector a formar su propio juicio crítico. Platón concibe la filosofía como una búsqueda sin presuposiciones, donde el acto de filosofar es «aprender a morir,» es decir, trascender las pasiones para alcanzar una vida guiada por la razón.

Platón introduce la idea de filosofía como una indagación sin presuposiciones, donde hacer filosofía significa aprender a morir.

El significado de la filosofía en Platón

La búsqueda de la sabiduría, opera como la empresa crítica que define el ámbito de la filosofía y de otras áreas del saber. Para ello es necesario admitir la ignorancia y mantener un equilibrio entre la reflexión sobre la naturaleza y los criterios del conocimiento (episteme) frente a la mera creencia tradicional (doxa) y la forma (métodos).

Este movimiento de la creencia a la duda (de la reflexión a la comprensión), o sea, la preocupación por los aspectos epistemológicos y metodológicos distingue la filosofía de Platón de lo que vino antes, y también distingue a la filosofía como un todo de otras empresas epistémicas como las matemáticas.

La filosofía es el cuidado del alma a través del cual se logra una existencia ordenada y guiada por la razón; la filosofía acerca a la idea de Dios, a la racionalidad absoluta. Por tanto, para Platón, la filosofía nunca es sólo un asunto teórico, sino también una vida completamente práctica.

Así, Platón introduce la idea de filosofía como una indagación sin presuposiciones, donde hacer filosofía significa aprender a morir. El filósofo ya busca en la vida mientras se esfuerza por usar su mente sin ser afectado por impulsos corporales o dominado por el partes inferiores, salvajes e ilógicas de su alma. Para Platón, la filosofía es el cuidado del alma a través del cual se logra una existencia ordenada y guiada por la razón; la filosofía acerca a la idea de Dios, a la racionalidad absoluta. Por tanto, para Platón, la filosofía nunca es sólo un asunto teórico, sino también una vida completamente práctica.

Doctrina textual y oratoria

El acercamiento desde un plano interpretativo, a su sistema de pensamiento, se complica aún más por la crítica que Platón emprende a la escritura. Según esta crítica, el texto escrito es un medio inadecuado para la filosofía, ya que no puede explicarse y dilucidarse a sí mismo, es incapaz de decidir a quién impartir información y no puede defenderse. Este posicionamiento pone en jaque las posturas académicas más sólidas que defienden el texto como la memoria escrita y estructura depositaria de un pensamiento, razón por la cual cabría la posibilidad de aceptar que Platón consideraba sus propias obras escritas como secundarias. Hasta el siglo XIX fue de hecho comúnmente aceptado que la principal doctrina metafísica de Platón no estaba escrita o solo se insinuaba en los diálogos.

Muchas fuentes, incluido Aristóteles, apoyan este punto de vista. Por esta razón se cree que el grueso teórico de Platón estaba contenido en las lecciones orales de la Academia.

El problema de la dialéctica y las formas

La filosofía proviene del habla (dialegesthai), por lo que el método de la filosofía es conocido como el arte de hablar, o sea, dialéctica. De ahí se comprende que, en el diálogo filosófico, la primera virtud dialéctica sea la capacidad para plantear y responder correctamente preguntas de una manera en que el interlocutor comprenda. El discurso filosófico trata de responder preguntas esenciales, condición que pone al descubierto la segunda virtud dialéctica; a saber, la capacidad de encontrar las características esenciales del tema en cuestión. La tercera virtud dialéctica se refiere a la actitud hacia pre-suposiciones. El filósofo intenta explicar sus pre-suposiciones y plantea conscientemente una tesis para ver hasta dónde llega y cuán firme se mantiene; si la tesis es atacada, volverá a una tesis superior y más abstracta que funda la tesis inicial. El objetivo es llegar a una posición final, desde la cual no sea posible realizar más consultas.

La dialéctica tiene como objetivo descubrir lo que es. Pero lo que es, no puede ser captado con los sentidos, ya que todo lo sensible está en un estado de flujo (heracliteano). Los verdaderos objetos de la comprensión y el conocimiento no son cosas individuales, sino sus formas (morphe) o ideas (eidos). El filósofo no está interesado en lo concreto, solo quiere identificar el ámbito de las esencias. Por tanto, la teoría de las formas funciona primero y sobre todo como correctivo, sirviendo como guía para no alejarse de lo demasiado concreto hacia lo más general, noción que comprende el verdadero premio de la investigación dialéctica.

Epistemología

Platón al ver a la filosofía como un ente dialéctico que se basa en el habla para llegar al conocimiento (episteme), describe al menos un principio lógico como parte de la epistemología. El logos (razón) siempre se trata de algo; es una concatenación de sustantivos y verbos que revelan algo; es cierto si revela cuál es el caso y falso si no lo hace. El conocimiento siempre debe ser lógicamente presente y defendible, puesto que lo que se sabe se puede poner en palabras.

Otro criterio es la generalidad, ya que el conocimiento sobre cualquier cosa implica una comprensión general de algún tipo. La diferencia más importante entre conocimiento y mera creencia u opinión, radica en los vínculos colocados sobre el conocimiento. Si bien tanto el conocimiento como la creencia correcta (o la doxa) comparte la propiedad de ser verdadero, el conocimiento es atado por la cadena de la razón (logos).

El conocimiento es, como el habla, siempre sobre algo. Platón asume ahora una correspondencia estricta entre el orden del conocimiento y el orden del ser. Según esta correlación onto-epistemológica, sólo el Ser posiblemente sea un objeto de conocimiento. Por lo tanto, técnicamente, solo las matemáticas y la filosofía podrían producir conocimiento verdadero absoluto ya que solo ellos se preocupan por las formas puras y por los objetos matemáticos. Sin embargo, sólo la filosofía cumple con el más estricto y definitivo requisito del conocimiento: presuposición. Para Platón, todo lo que está por debajo del conocimiento absoluto es mera creencia o una especie de técnica. El verdadero conocimiento es solo obtenido por la noesis, actos inmediatos, no proposicionales y por la comprensión no discursiva.

Ética y política en la filosofía de Platón

Siguiendo el ejemplo del verdadero Sócrates, los primeros diálogos de Platón abordan en gran medida cuestiones éticas. Sócrates está representado en conversaciones con amigos y conocidos, discutiendo asuntos de la virtud, la buena vida y la educación. Habla de coraje con el viejo general Laques, de la prudencia con los jóvenes y Alcibíades hambriento de poder, de la piedad con el sacerdote Eutifrón (que va en camino de demandar a su propio padre), de la amistad con el joven Lysis y sus amigos, etc. Las preguntas importantes incluyen la naturaleza de las virtudes individuales, el problema de si hay virtudes distintas o solo una, y, sobre todo, las cuestiones de si se puede enseñar la virtud, que discute en profundidad con el sofista Protágoras y el diplomático Meno en los diálogos del mismo nombre.

De ahí que, la tarea de la política sea reflejar el orden interno del alma en el orden exterior de la ciudad-estado. Un verdadero político hace mejor a su pueblo cuando hila y teje juntas todas las vidas y actividades públicas en un todo ordenado.

La experiencia parece influir a favor de la imposibilidad de enseñar la virtud. Sin embargo, Sócrates se mantiene cauteloso a lo largo de los primeros diálogos.

Según Platón, el alma humana se compone de tres partes: los deseos, la facultad de coraje y decisión, y el intelecto. Para comprender mejor la relación entre estas partes, Sócrates las compara con las castas de comerciantes y artesanos, de guerreros y de líderes, respectivamente, en el entorno de la ciudad-estado. Cada parte del alma y ​​en consecuencia cada casta tiene su propia virtud: los deseos deben ser templados y moderados (sophrosyne), la facultad del coraje debe ser valiente (andreia), y el intelecto debe ser sabio (sofía); en consecuencia, los comerciantes no deben ser codiciosos, los guerreros deben ser valientes y los líderes deben ser sabios.

De ahí que, la tarea de la política sea reflejar el orden interno del alma en el orden exterior de la ciudad-estado. Un verdadero político hace mejor a su pueblo cuando hila y teje juntas todas las vidas y actividades públicas en un todo ordenado. El mejor político es el que no quiere el trabajo porque no busca el poder y encuentra sus recompensas en otros lugares. Esto conduce al teorema del rey filósofo: los filósofos deberían convertirse en líderes o todos los líderes deberían empezar a filosofar, de lo contrario el futuro político parece sombrío.

Platón distingue tres formas básicas de gobierno: monarquía, oligarquía y democracia. Las tres vienen en una buena y una mala versión. Monarquía con un rey benévolo es el mejor orden político, la tiranía el peor; una aristocracia adecuada es la segunda mejor y la oligarquía la segunda peor. En cualquier caso, ha trascendido de su teoría política el argumento en contra de la democracia como una forma de gobierno nefasta donde, al gobernar la mayoría, en realidad, no gobierna nadie.

Independientemente de la forma específica de gobernanza, la calidad de la vida política está determinada en última instancia por los líderes que tienen conocimiento verdadero en lugar de una mera opinión.

Sin virtudes no hay buena vida, no hay felicidad, ni hay bienes en el sentido estricto de la palabra, ya que todas las cosas obtienen su valor a través del uso; la propiedad no hace a nadie feliz a menos que se use sabiamente, por lo que la sabiduría sola es la fuente de valores. Este énfasis en el intelecto es esencial para la ética platónica. La virtud no es solo orden, sino una forma de comprensión: es imposible actuar virtuosamente por casualidad. El alma ordenada es un alma ordenada conscientemente.