A cierta edad es normal comenzar a preocuparse por las rutinas diarias. Eso si no eres deportista o estoico y lo has hecho siempre. De lo contrario, comienza a ocurrir cuando sientes que ya no tienes 20 años y no puedes comerte el mundo de la misma manera. Trabajos, renta, hijos, vacaciones y luego… más trabajos, dos y hasta tres. Sin embargo, mi demonio interior me dice que en esta era en que la novedad y el deseo son pilares de la experiencia, la rutina está condenada a la indiferencia y a la desaparición. Fue por todo lo anterior que el filme escrito y dirigido por Christian Cargill, Heart Valley: Life Lessons from a Shepherd (2022), me pareció un buen motivo para revisitar ese problema.
Heart Valley es un documental que refleja la vida rutinaria de un pastor galés, Wilf Davies, cuya cadencia está determinada por su rebaño, su dieta y su caminata durante el atardecer. «Tengo dos trozos de pescado, una cebolla, un huevo, frijoles y galletas», comentó Davies a The Guardian hace más de un año, en la que fue la historia inspiradora del cortometraje. Pero lejos de expresarlo con tono fatalista, Davies lo dijo porque realmente ve en esas cosas su sustento existencial. ¿Para qué más?
Fue esa la entrevista que motivó a Cargill a viajar desde Londres hasta la aldea de Cellan en el valle de Teifi (Gales), para conocer más sobre este pastor y la simplicidad de sus rutinas. ¿El resultado? El episodio 48 de The New Yorker Documentary lanzado hace unos días y que dura poco menos de 20 minutos.
Etimológicamente, la palabra rutina proviene del francés y hace alusión a ruta. Aquella es, en efecto, un camino que se recorre innumerables veces. Sin embargo, todo camino tiene dos aspectos, el trillo que pisamos y su destino final. Esta dualidad es lo que, a largo plazo, termina por definir nuestros proyectos y existencia.
«Si vas a Londres ahora, nadie, sobre todo en las calles, nadie tiene tiempo para ti. Ni siquiera te miran,» dice el granjero en lo que parece ser justamente una ruptura con esa otra rutina corporativa y pragmática. Esta no es solo más popular, sino que es hasta más grotesca. En gran medida porque es banalizada o sobre valorada. No obstante, el documental va en otra dirección. En la existencia del granjero hay espacio para el azar ya que está situada auténticamente en lo natural: ese es su propósito.
Davies ha vivido en el valle toda su vida. Esto significa exactamente 72 años al cuidado de 71 ovejas. Solo abandonó la granja hace tres décadas para visitar otra en Inglaterra. «Lo que hace a un buen agricultor es que le guste el trabajo que hace,» explica Davies. Pero eso que pudiera ser visto simplemente como dedicación, también está en relación con la repetición en la diversidad y la intensidad de la vida. Nada nuevo hasta acá, solo cuestiones olvidadas por relatos de una vida contemporánea repleta de exigencias banales. En esa categoría entrarían los incontables videos de moda en YouTube o TikTok sobre disimiles rutinas (matutinas, de maquillaje, sobre cómo estudiar, sobre moda, entre otras).
Por otro lado, tomando notas sobre la obra me fue inevitable no recordar a Martin Heidegger. Este, por oposición, menciona rápidamente el mismo problema cuando en Ser y Tiempo reflexiona acerca de la «avidez de novedad». Acá el deseo por lo nuevo no constituye una forma de comprender el mundo. Este es simplemente una manera de ver que se caracteriza por «saltar» de suceso en suceso. El problema radica en que el sujeto no se demora en el «mundo circundante», sino que se disipa entre nuevas posibilidades y carece de propósito. Así pues, la avidez de novedad provoca que el sujeto se desarraigue constantemente, creando la falsa certeza de que tenemos una vida auténtica.
Heart Valley, desde su simplicidad, pone el acento en lo anterior. Pero incluso, lo llamativo no estaría en tomar su testimonio como paradigma del fetiche minimalista. Las opiniones del granjero no están presentadas con insinceridad. Todo lo que hace, lo realiza conscientemente y deposita su energía en ello. Le interesan las novedades que ocurren en el área, y para eso sintoniza la radio local. Sufre cuando ve partir una oveja que debe ser sacrificada. No está casado y no se arrepiente de ello. Lleva una dieta regular que no cambia, porque no quiere perder tiempo adaptándose a otra. Su sueño es visitar la Gran Muralla China. Fue albañil y sabe que una construcción como esa lleva ingenio. Y a su edad ha descubierto un nuevo hobby: caminar. Ahora camina cada tarde hasta lo alto del valle y disfruta las siluetas de figuras lejanas que le hacen sentir «en la cima del mundo.»
El cortometraje es, pues, una reflexión de la tensión entre el estilo de vida de Davis y el que nosotros, como espectadores, confrontamos a diario. No solo por el escalonamiento perfecto del monólogo, sino también por la naturalidad de la luz, el ritmo de la fotografía y el acoplamiento de la banda sonora. Nada está en exceso y todo bien sintonizado para que lo principal sea el rostro de Davis y su voz. El centro de la propuesta es la ya eterna batalla entre lo auténtico y lo inauténtico, y a la historia no le sobra casi nada para hacerlo manifiesto.
«He tenido varios derrames cerebrales. Una vez estuve dos semanas sin moverme en el hospital. Pero mis ovejas me ayudaron: sabía que dependían de mí para mejorar. Las necesito tanto como ellas a mí,» expresa Davies ya casi al final y claramente afectado. Cuando él expresa que tiene una rutina «al igual que la naturaleza», es porque, en efecto, vive, no ya convencido, sino claramente consciente de lo que ama y por lo que desea morir.
A nosotros, hijos de los automóviles, las cosas y la velocidad, siempre nos será complicado encontrar esa mezcla entre elocuencia y naturalidad. Nos rendimos, siempre volvemos a la falsa rutina de la burocracia y los trabajos.
me siento muy identificada con este escrito, pues te hace reflexionar y recapacitar un poco sobre nuestra existencia. También te ayuda a ver que vivimos en una sociedad consumista que le hace creer a los individuos que va a encontrar su autorrealización por medio de la compra de cosas materiales(insustanciales) y al hacer esto alcanza su objetivo, que es enriquecerse