La Sociedad Abierta y sus enemigos de Karl Popper

enero 5, 2021
Karl Popper sonríe a cámara

 

Karl Raimund Popper nace el 28 de julio de 1902 en Viena, en el seno de una familia judía. Su infancia transcurre en plena Primera Guerra Mundial. Siendo un niño muy intranquilo deja la escuela, le producía aburrimiento y decide estudiar por cuenta propia.

En 1922 se inscribe en la Universidad de Viena como alumno libre y asiste a cursos de historia, psicología, filosofía, matemáticas y física, siendo estas dos últimas materias las que más le interesaban. Por estos tiempos se adhiere a las juventudes socialistas, al comunismo y al marxismo. Aunque rápidamente rechaza a estas ideologías, según el propio Popper, por la contradicción que encerraban en su realidad, lo referente al binomio igualdad-libertad.

En 1928 presenta su tesis doctoral en la Universidad de Viena, con el tema Sobre el problema del método en la psicología del pensar, influenciado por el psicólogo Karl Bühler. Por estas fechas toma contacto con el prestigioso Círculo de Viena (1921-1936), aunque critica su positivismo en el conocimiento científico. Como resultado de los intercambios con el círculo vienes publica en 1934, La lógica de la investigación científica.

Ante el creciente poder nazi, el asesinato de judíos y la amenaza de invasión a Austria, Popper se exilia en Nueva Zelanda en 1937. Hasta este momento, suponemos por sus escritos, Popper tuvo inclinaciones marxistas y socialistas, alguna de las cuales no se desprendió en su vida. Las hordas de Hitler tomarían Viena un año después de su partida. Con la invasión nazi a suelo austríaco en marzo de 1938, Popper decide escribir su obra más importante, The Open Society and Its Enemies (La sociedad abierta y sus enemigos).

Entre borradores, arreglos, revisiones y reescritura estuvo trabajando en el libro por espacio de seis años. Termina de escribir La sociedad abierta y sus enemigos en 1943. Finalmente, lo publica dos años después en Londres, por ayuda del economista Friedrich von Hayek, quien lo había invitado en 1945 a impartir conferencias de filosofía en la London School of Economics and Political Science. Su llegada a Inglaterra le cambiaría la vida, pues además de establecerse en el país, incrementaría sus publicaciones y se haría más conocido en el mundo intelectual.

La Sociedad abierta y sus enemigos

La sociedad abierta… es una voluminosa obra publicada en dos tomos que expone a primera vista una crítica a los totalitarismos, especialmente el comunismo y el nazismo; más en el fondo, el objetivo principal es arremeter contra Marx y el marxismo y exaltar el sistema liberal. Crítica con el fin de proponer las «sociedades abiertas» en detrimento de lo que Popper llama las sociedades cerradas. Si bien analiza sistemas y filósofos antiguos y modernos, se enmarca en la primera mitad del siglo XX con la mirada puesta en el régimen soviético y la experiencia nazi alemán.

A nivel filosófico Popper plantea en el libro dos cuestiones fundamentales que van a abarcar toda su producción epistemológica. Me refiero el problema del conocimiento científico y al problema del relativismo moral y epistémico. Es sabido que Popper es uno de los principales epistemólogos del siglo XX, sino el más grande. Con respecto al conocimiento, se expone a lo largo del libro la concepción de que el conocimiento es fruto de corroboraciones provisorias sujetas a refutaciones en un contexto. Esta tesis es central en la filosofía popperiana. Contradice el empirismo y racionalismo histórico en las ciencias sobre la verdad, cuando refuta la tesis de que para que algo sea verdad tiene que ser verificado empíricamente. Popper niega las verificaciones para en cambio asumir las «corroboraciones provisorias». Es lo que resultaría para los núcleos duros del siglo XX y XXI como la provisionalidad y refutación del conocimiento. Por supuesto, esta idea tiene un significado ideológico, pues Popper asume que ninguna ideología es verdadera en el sentido de que puede/es (ser) refutada.

Ahora, en el segundo punto Popper plantea la refutación del relativismo moral y epistémico. En fuerte polémica con Wittgenstein, uno de los más importantes filósofos del Círculo de Viena, expone que la verdad significa correspondencia entre el juicio y el objeto juzgado, desestimando las «interpretaciones» del lógico.

El grueso libro de 800 páginas está compuesto en dos partes: la primera lleva por título «El influjo de Platón» y la segunda, «La pleamar de la profecía». Si la primera parte está dedicada a la crítica de Platón, la segunda se centra en la crítica a Hegel y Marx.

Popper hace como la mayoría de los grandes filósofos para demostrar su teoría. Después de hacer un recorrido por la historia de la filosofía y sus principales conceptos y pensadores, expone que hasta él todos estaban equivocados y acto seguido plantea su «novedad». De esta forma, ataca concretamente a tres de los más importantes sistemas filosóficos, Platón, Hegel y Marx.

Deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución… – Karl Popper

A Platón le dedica la primera parte del libro. Plantea a lo largo del escrito su ataque al totalitarismo platónico y su noción de libertad, cuando es bien sabido que el filósofo griego proponía un sistema filosófico basado en la totalidad del mundo de las ideas, por una parte, y por el otro, en oposición a la tiranía y en defensa de la libertad, es decir de la democracia.

En el capítulo seis «La justicia totalitaria» expone directamente su ataque contra el griego. Cuando Platón habla del término «felicidad» muestra total analogía con el de justicia, y por lo tanto, esto no es más que un totalitarismo, dice Popper. Esta crítica popperiana se fundamenta en pasajes de La República, cuando Platón dice, «la verdadera felicidad sólo se alcanza mediante la justicia». Otro de los ataques que justifica contra el programa político de Platón es su concepción del «filósofo rey» (véase el capítulo 8), puesto que Popper entiende aquí que Platón exalta en el fondo la figura del caudillo y del dictador. Para ello dice que hay que reforzar las instituciones para que el gobierno haga el menor daño posible.

La paradoja de la tolerancia

Hacemos un alto para resaltar uno de los aspectos que más ha trascendido de La sociedad abierta… Nos referimos a la idea, expuesta por Popper en una nota al capítulo siete, conocida como la «paradoja de la tolerancia». Al respecto, Popper contrapone los fundamentos liberales que profesa a un estilo más apegado al «totalitarismo estaliniano» y al «autoritarismo de Mao» que a las doctrinas liberales. La cita textual dice:

La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada aun a aquellos que son intolerantes; si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto con ellos, de la tolerancia. Con este planteamiento no queremos, significar, por ejemplo, que siempre debamos impedir la expresión de concepciones filosóficas intolerantes; mientras podamos contrarrestarlas mediante argumentos racionales y mantenerlas en jaque ante la opinión pública, su prohibición seria, por cierto, poco prudente. Pero debemos reclamar el derecho de prohibirlas, si es necesario por la fuerza, pues bien puede suceder que no estén destinadas a imponérsenos en el plano de los argumentos racionales, acusándolos de engañosos, y que les enseñen a responder a los argumentos mediante el uso de los puños o las armas deberemos reclamar entonces, en nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar a los intolerantes. Deberemos exigir que todo movimiento que predique la intolerancia quede al margen de la ley y que se considere criminal cualquier incitación a la intolerancia y a la persecución, de la misma manera que en el caso de la incitación al homicidio, al secuestro o al tráfico de esclavos (Nota 5, Cap. 7, El principio de la conducción).

En esencia, plantea que tenemos que tolerar a todos menos a los intolerantes, por supuesto, refiriéndose al plano de las ideas. Esto se pudiera traducir en la libertad de expresión, pero va mucho más allá, alcanza el plano político y social. Se pueden restringir ciertas libertades de expresión, lo que sí es una falta mayor al ser humano es coaptar el mundo de las ideas, el derecho a pensar por sí mismos.

En este sentido, me atrevo a dar mi consideración personal al respecto, siendo la única vez que lo haga en este texto. Como martiano que soy considero fundamental y sumamente importante en una sociedad que se diga libre y democrática, que respete al pueblo y a los individuos, tolerar a «los intolerantes»; en esa tarea magnánima que nos enseñó José Martí de incluir a «todos» en la Patria, magistralmente expuesta en el verbo único de su con todos y para el bien de todos.

El «todos» martiano incluye a los tolerantes, pero también a «los intolerantes»; el proyecto social martiano se basa en sumar, no en restar. Esto no es un problema de liberalismo o socialismo ni de sistema político, se trata simple y llanamente del respeto a los derechos humanos.

Si bien en la normatividad jurídica los seres humanos deben ser juzgados por actos delictivos o por incumplir las leyes, a nivel de pensamiento debe haber pluralidad y derecho a pensar con libertad.

Ahora, esto no quiere decir que un pensamiento individual, llevado a libertad de expresión, degenere un ideal colectivo. Si bien todos tienen derecho a la libertad de pensamiento, no todo individuo tiene derecho a poner sus intereses individuales por encima de los colectivos. Es el frágil límite que separa al derecho de las obligaciones, a la moral individual de la ética colectiva. Es como el viejo cuento que expone, si todos los seres humanos opinaran de igual modo y solamente una persona tuviera opinión contraria, sería más justo imponer silencio a éste que a toda la humanidad.

Contra Hegel

Cierra la Primera Parte del libro con el extenso capítulo diez, titulado «La sociedad abierta y sus enemigos», que es el objetivo fundamental del texto. El tema central es la idea de «sociedad abierta», en contraposición de la «cerrada», «primitiva o tribal», «colectivista». Popper expone que las sociedades griegas y las socialistas modernas y contemporáneas son una traba al desarrollo del individuo. Por lo tanto, plantea el término de «sociedad abierta». Define las sociedades cerradas desde el punto de vista filosófico como «monismo ingenuo» y desde el punto de vista moral como «egoísmo colectivo»; en cambio representa las sociedades abiertas como «dualismo crítico», que no es más que aquella en que los individuos deben aportar decisiones personales.

En la Parte II comienza atacando a Aristóteles. Al cual cataloga como falto de sagacidad y un sistematizador de ideas platónicas. Arremete contra el sabio griego por su apoyo a la esclavitud, por su forma de entender el gobierno ideal y por su apoyo a la aristocracia griega. También lo critica por su teleología, es decir por la cuarta causa o causa final, que propone que todo lo existente está predeterminado a ser algo, a llegar a un fin, coaptando el movimiento. Teoría que serviría de base para el historicismo posterior que critica seguidamente.

Con Hegel, dice Popper, se desarrolló el historicismo como nunca. (A Hegel le dedica feroces ataques en los capítulos 11 y 12). Antes habría que aclarar que el título del libro open society o «sociedad abierta» es en cierta medida, o mejor dicho, de forma inversa, tomado de los escritos hegelianos. Popper invierte el sistema totalitario, ideal, que propone el alemán cuando diviniza al Estado prusiano, en especie de sociedad cerrada, nacionalismo y espíritu de las razas. Hegel es «la fuente de todo el historicismo contemporáneo»; es el padre del historicismo filosófico que después devino en totalitarismo político. Dice Popper que Hegel marcó el comienzo de la «edad de la deshonestidad» y la «edad de la irresponsabilidad». Al cual incluso llega a llamar charlatán, «mistificador» y de «palabrerío altisonante». Alega que su grandeza como filósofo se debe a la oficialidad que alcanzó en el Estado prusiano, bajo al absolutismo de Federico Guillermo III: «Hegel fue designado primer filósofo oficial de Prusia» (Cap. 12 Hegel y el nuevo tribalismo). Pero después de todo esto se cuestiona Popper ¿por qué seguir preocupándonos por Hegel?, la respuesta es su fuerte influencia en los filósofos de la historia y en los sistemas políticos modernos y contemporáneos, especialmente en el ala de la izquierda. Así siguen las críticas al historicismo y el positivismo moral de Hegel, así como a su método dialectico (sección II), al nacionalismo hegeliano (III), y a su relación con el totalitarismo moderno (V).

La lectura liberal de Marx y el historicismo

A continuación, despliega un extenso ataque sobre Marx, a quien llama como «falso profeta». Critica el historicismo y el determinismo marxista, como heredero de Hegel. Crítica a Marx que se fundamenta en el sostener que la vida humana está determinada por leyes inexorables e inmutables de la historia. Popper niega los períodos históricos que propuso el fundador del marxismo. «El marxismo es una teoría puramente histórica, una teoría que aspira a predecir el curso futuro de las evoluciones económicas y, en especial, de las revoluciones», con lo cual no está de acuerdo Popper. Como contrapartida al historicismo de Marx, plantea que nada en el ser humano es inexorable, ya que —afirma— solo sucederá lo que cada uno sea capaz de hacer; cada uno es una realidad, todos es una abstracción. El historicismo de Marx para Popper es un utopismo, puesto que el socialismo debía pasar de su etapa utópica a la científica, y en utopía se quedó.

Popper deja de lado que el marxismo más que una doctrina o ideología, como ha sido concebida generalmente en las experiencias prácticas, es un método. Error en el que han incurrido no sólo los teóricos liberales, sino también los teóricos y revolucionarios marxistas en la construcción del socialismo.

En parte, por esto, Popper se ha convertido en uno de los padres del neoliberalismo. Plantea que Marx muestra el determinismo desde muy joven cuando en su tesis doctoral habla sobre Demócrito, quien inaugura el «materialismo filosófico» en la historia, que Popper clasifica como «determinismo físico». Una de las críticas más importantes que le hace a Marx es lo relacionado con las categorías libertad e igualdad.

Dice Popper, mientras que el marxismo, y por consiguiente el socialismo, apuestan por la igualdad limitando las libertades, las sociedades abiertas enaltecen la libertad individual en oposición de las igualdades. Mantiene Popper, que la discusión entre igualdad y libertad pasa por el filtro de los derechos: cuando en un sistema igualitario se priorizan los derechos iguales para todos, se coaptan la libertad individual y las oportunidades. Aunque no es menos cierto que señala la honestidad de Marx en su intento por ayudar a los oprimidos y hacer una sociedad más justa: «La ciencia progresa mediante el método de la prueba y el error. Marx probó, y si bien erró en sus principales conceptos, no probó en vano» (Cap. 13 El determinismo sociológico de Marx).

Popper deja de lado que el marxismo más que una doctrina o ideología, como ha sido concebida generalmente en las experiencias prácticas, es un método. Error en el que han incurrido no sólo los teóricos liberales, sino también los teóricos y revolucionarios marxistas en la construcción del socialismo. Parece obviar la famosa tesis once sobre Feuerbach, donde el genio de Tréveris escribe en un borrador de apuntes «los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, de lo que se trata es de transformarlo», en plena separación con Hegel y el idealismo alemán, muestra la praxis como una de las categorías centrales de su filosofía; muestra de ello fue cuando lideró la creación de la Primera Internacional en 1864.

Otro problema de los liberales (llamados «neoliberales» en el siglo XX y XXI), en el que el mismo Popper cae, —y Fukuyama, por solo citar otro ejemplo—, es lo referido al historicismo de Marx, pues todos suponen el fin de los «regímenes totalitarios» o el comunismo como «el fin de la historia», de lo que resultará definitivamente el comienzo de las «sociedades abiertas» o de «las sociedades libres»; esto, sin dudas, es una malograda copia e interpretación del «historicismo marxista», pues por un lado lo critican y por el otro lo retoman. También se notan residuos marxistas y socialistas cuando Popper apuesta por la planificación económica centralizada del socialismo, así como el tema de la educación al sostener firmemente que el aparato estatal debe inmiscuirse en la educación.

Otro aspecto importante es que Popper critica al comunismo desde el desconocimiento. Solo lo mueve el dolor de judío exiliado debido al terror nazi. Igual que otros intelectuales y escritores del período de las guerras mundiales (por ejemplo, Bertrand Russell), Popper realiza un ataque contra el comunismo, específicamente el socialismo soviético sin tener experiencias previas, ni presenciales ni investigativas, de lo que acontecía en Rusia.

Aunque para nadie es un secreto los abusos de poder que cometía Stalin por estos tiempos. En este sentido, siempre resulta imprescindible rescatar a dos autores que escribieron sobre el socialismo soviético; no sólo se preocuparon por la experiencia rusa, sino que viajaron para vivir por sí mismos lo que ocurría en el gigante euroasiático. Nos referimos al periodista estadounidense John Reed (1917) y al novelista británico Herbert George Wells (1920). Al primero le debemos el testimonio de la Revolución rusa, Diez días que estremecieron al mundo; mientras que, al segundo, la entrevista en el Kremlin a Lenin en 1920 (de la que recientemente se cumplieron cien años el pasado 6 de octubre), por invitación de otro gran escritor ruso, Maxim Gorki, que daría como resultado final su libro Rusia en las sombras.

Conclusiones

El libro termina con la conclusión «¿Tiene algún sentido la historia?», donde Popper hace una especie de analogía entre las ciencias naturales y la historia para justificar las leyes universales. Alega que en la ciencia se acude a las leyes universales sólo para demostrar cosas, «estas leyes universales son frecuentemente triviales». También critica el «predecir» en las ciencias, puesto que su uso se hace para explicar dicho suceso. Por último, alega la contradicción que existe entre las leyes universales y la explicación histórica.

Sin lugar a dudas, estamos ante uno de los libros más influyentes del siglo XX y de la historia de las ideas en sentido general. Así como uno de los más grandes pensadores de todos los tiempos. Filósofo crítico que justificó su ascendencia judía, de la cual denigró, con la crítica al marxismo y al socialismo. Con La sociedad abierta… Popper se convierte en uno de los principales paladines de «la libertad» y del liberalismo actual.

15 Comments Leave a Reply

  1. Me ha dejado con la curiosidad y con mi eterna angustia de llegar a viejo con muchos vacíos de conocimiento, soy un completo ignorante. Por aportes como el suyo, ahora me atrapa la necesidad de aprender. Gracias por ello, ojalá pueda Ud conseguirme una versión digital de este libro. Gracias una vez más por mantenerme joven..

  2. Estimado lector, estimado Orlando
    Siempre es un placer recibir comentarios de los lectores. Creo que es el momento más importante de lo que hacemos. Le puedo decir que no se sienta «ignorante», ya Ud es sabio al reconocer su necesidad de aprender: de la que no escapamos ninguno. En este sentido, nunca es tarde para el conocimiento, y sobre todo, recuerde que la vida es un constante conocer. La versión digital del libro está libre en Google. Le recomiendo este enlace: http://ceiphistorica.com/wp-content/uploads/2016/04/Popper-Karl-R.-La-sociedad-abierta-y-sus-enemigos.pdf
    Ojalá disfrute de su lectura.
    Gracias a Ud por hacernos útil. Gracias por hacer virtuoso este texto.

  3. Excelente reseña-análisis de esta obra compleja y complicada de Popper, que se sale de su ,línea, él siempre escribió sobre asuntos de filosofía de as ciencias físicas principalmente y lo aplaudo por eso, solo tengo una muy pequeña objeción cuando usted afirma: En fuerte polémica con Wittgenstein, uno de los más importantes filósofos del Círculo de Viena. En realidad Wittgenstein, nunca pertencio al circulo, los miembros de esta importantísima agrupación tomaron su Tractatus como modelo a seguir para sus intereses científicos y sobre todo filosóficos, Espero no ser impertinente con este comentario que lo hago con todo respeto hacia su enorme preparación filosófica e intelectual mi admirado Hayled Martín Reyes Martin

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