Lo vulgar es un “problema” humano y estético. Decimos problema no por la complejidad que encierra tras de sí el fenómeno, sino en el sentido que adquiere dos dimensiones bien opuestas en su fundamento, lo vulgar y lo no vulgar, qué es vulgar y qué es no vulgar. El término “vulgar” proviene etimológicamente del latín vulgus (véase vulgaris, lt.) que significa “vulgo”, y a su vez vulgo representa las clases bajas, el pueblo o las masas. Lo vulgar en cuanto al arte es un problema filosófico que se desenvuelve según una de sus ramas, la Estética. Tanto lo vulgar, lo popular y lo culto son fenómenos factuales y epocales.
Precisiones Históricas
Si se mira la historia de la filosofía, se nota en los griegos que lo vulgar y lo popular tenían la misma significación, o sea, eran concebidos de igual forma. A diferencia, solo la polis era considerada culta.
En toda la Edad Media se escribía en latín, así el ser culto eran sinónimo de acumulación de saberes (Iglesia, monjes, bibliotecas), y lo vulgar era concebido como la otra gran mayoría que no entraba es este pequeño y cerrado círculo. Con el siglo XVIII y la irrupción de la Ilustración se comienza a escribir en las lenguas paganas o vulgares, por lo que se expande por primera vez la cultura a estratos sociales que antes no había llegado.
En la Modernidad, con la aparición de la burguesía, se fue escindiendo “lo popular” de “lo vulgar”, pues comenzó a existir una cultura popular representativa de las grandes masas a diferencia de la vulgaridad de los “lumpen” o clases bajas.
Durante el siglo XIX se llevó a cabo un proceso sin igual en la historia. Con la aparición de las posibilidades técnicas y la reproducción misma del arte, se llegó a formas que en sus inicios fueron clasificadas como vulgares, aunque ya para el siglo XX se habían establecido como expresiones populares, incluso cultas.
El siglo XX y lo que va de XXI se ha caracterizado por la aparición y entronización del posmodernismo; esquema de pensamiento primero superador de la modernidad y que después se implanta como respuesta a la debacle del neoliberalismo de los años 70 y 80 (thatcherismo, reaganismo, pinochetismo) y la desaparición del campo socialista. A partir de la fragmentación de las sociedades y la exaltación de las minorías se logró imponer un pequeño discurso para cada parte social de las poblaciones; emancipando aquellos elementos culturales, religiosos, artísticos, filosóficos, étnicos, políticos, humanos, que socava el Yo interior de estas partes en algunas comunidades en detrimento de otras. Surgían así muchas áreas de lo que era vulgar, y cada una respondía a la parte que estuviera estructurando su cultura, por ejemplo, era vulgar el arte indígena o africano frente al elitismo europeo o norteamericano.
Tesis sobre lo vulgar
¿Es lo vulgar en el arte un problema económico, de dinero? No. El dinero aparece como problema secundario y como respuesta al problema principal. Tal es el caso del pintor Vincent van Gogh y sus cuadros, pues el genio holandés solo pudo vender en vida una de sus obras, y en aquella época su arte llegó a ser catalogado de vulgar, como pinturas menores.
Años después de su muerte sus cuadros eran los más cotizados en el mercado y hoy es señalado como uno de los paradigmas del arte universal. A partir de las suculentas sumas de dinero con las que se adquieren sus obras es que su arte se volvió sinónimo de alta cultura, pero esto no quiere decir que antes de este cambio sus joyas artísticas no tuvieran valor. El valor estético de una obra de arte no se mide por los millones que cueste, sino por el grado de emocionar al espectador y porque logre trascender su tiempo. Entonces, el valor económico de una obra de arte es secundario, se subordina a la calidad de la obra.
Otra tesis en relación con lo vulgar y su tratamiento en el arte es el problema de la educación, la formación (familiar) y la cultura. O sea, cada generación o grupo humano determina qué es vulgar o qué es culto en el sentido de su formación, de acuerdo con su conocimiento y sensibilidad estética. Cuando se intenta entronizar lo vulgar y el “arte ligero” se comete el desliz de etiquetarlo en una forma degenerada del arte, pues “quien lo acusa de traición al ideal de la pura expresión se hace ilusiones sobre la sociedad”.[1]
Ahora, lo vulgar no es vulgar en sí ni para sí, porque algo vulgar puede no serlo, incluso algo que es vulgar, puede dejar de serlo. Trataré de explicarlo. Por ejemplo, en la música da igual una sinfonía de Beethoven que un reguetón de Bad Bunny, o sea, en el sentido de que es música, si se entiende la música como periodización de sonidos y silencios; o con los desnudos que un momento determinado fueron catalogados de vulgares y después grandes obras de arte, muestra de esto es L’origine du monde obra realizada por Gustave Courbet en 1866, que estuvo oculta al público más de cien años por-ser-vulgar, y que después logró ser de las pinturas clasificadas “cultas”.
La música, la pintura, el teatro, la danza, el cine… no son vulgares; solo hay música, pintura, etc… ni vulgar ni culta, es el hombre quien hace el fenómeno vulgar y sobre todo quien le da la acepción de vulgar… es el hombre quien clasifica la cultura. Lo vulgar es una categorización que se implementa para denostar alguna de estas manifestaciones artísticas, y en el sentido de que ese arte vulgar sea consumido o apreciado por un solo ser humano deja de ser vulgar para esa persona. En última instancia, solo se hace vulgar en la medida que el mismo hombre lo implementa o vulgariza la cosa, el objeto o el fenómeno.
El artista vulgar es un hombre al que los demás hombres consideran vulgar y que tiene por utilidad social definirse como tal a partir de la situación que se le ha creado respecto a su arte, porque hay cualidades que tenemos únicamente por los juicios de los demás. Entonces, lo vulgar existe en primer lugar por el hombre, por creaciones humanas con más o menos calidad, y en segundo lugar, por el criterio de los demás hombres frente a la obra.
La existencia de lo vulgar pasa por la especificidad de ser y no-ser, pues antes de ser vulgar tiene que existir el fenómeno en sí, y cuando existe lo creado enseguida es arte (no importa si es bueno o malo). El arte siempre es arte, no puede ser otra cosa antes como algo vulgar o feo. Por supuesto, no todo lo creado es igual, existen diferentes criterios para designar en el arte lo clásico o lo alto, lo popular y lo vulgar, y es el propio hombre quien crea esto. Lo popular se presenta como el eslabón intermedio, pues en muchas ocasiones es el paso hacia lo culto o hacia lo vulgar, por ejemplo, la música de Nina Simone era considerada popular para los negros estadounidenses del siglo pasado y hoy ha llegado a la cima del arte contemporáneo, convirtiéndose en un clásico de la cancionística. Lo mismo sucedió con Los Van Van en los 70 como fenómeno particular en Cuba y hoy son paradigmas a nivel mundial. Lo antes expuesto, nos lleva a tres niveles por los que pasa la obra de arte en su clasificación:
- El arte siempre es arte.
- Su clasificación en alta cultura, arte popular o vulgar es el segundo momento del problema y es designado por el hombre. En este caso por el Otro, el que está fuera del creador y lo creado.
- Lo económico o su valor no es como aseguramos al inicio del escrito el segundo momento para designar algo vulgar, sino el tercer y último estadio.
Conclusión
Pareciera que se cumple el dicho socrático de que lo bello es lo útil: la utilidad de lo creado. Lo vulgar no existe en sí. No tiene una idea de sí. No puede ser el noúmeno kantiano; es más cómo se expresa el fenómeno. No puede tener características supra humanas. Lo vulgar solo existe en la percepción del hombre y dentro de él; cualquier creación y/o reproducción que emocione es arte.
Notas
[1] Horkheimer, M. & Theodor Adorno. (1994). “La industria cultural”. Dialéctica de la ilustración (trad. Juan José Sánchez). Madrid: Editorial Trotta. p. 180.