Voces de la Revolución Cubana: habla Nuestra Industria

enero 27, 2022

Las mayúsculas son correctas. Hablaremos de Nuestra Industria. Las sospechas son comprensibles: el título sugiere un texto de ingeniería o economía. La expectativa no es del todo infundada, algo sobre esas ramas estará incluido en nuestra conversación. Otros temas también saldrán. Pero, no dilatemos más el preámbulo, presentemos a Nuestra Industria. Una revista, eso era. La revista del Ministerio de Industrias de tiempos del Che. Hecha la presentación, haremos un breve recorrido por el contexto de su surgimiento y después pasaremos a una caracterización de sus rasgos generales.

Febrero 23 de 1961, Cuba, vorágine revolucionaria, reunión del Consejo de Ministros, creación del Ministerio de Industrias, designación de Ernesto Guevara para el cargo de ministro. El contexto es apremiante para una revolución con una intención subversiva imparable. En agosto y octubre del año anterior, se ha producido el proceso de nacionalizaciones. Compañías norteamericanas han sido expropiadas por el Gobierno Revolucionario. Cubanas también. En el año 1959, ha sido creado el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), y entre sus Departamentos, se encuentra el destinado a la Industrialización. Las nacionalizaciones de 1960 – a nacionales y extranjeras- han ido a parar a la jurisdicción de esa instancia. La disímil industria hasta entonces existente, compuesta desde fábricas de gran proporción hasta chinchales en pueblos desconocidos, comienza a acumularse e inutilizarse. Una expectativa se acumulaba por igual: la industrialización del país.

El discurso revolucionario, había incluido a la industrialización entre sus principales proyectos. El Manifiesto No. 1 del Movimiento 26 de julio lo situaba en el tercer puesto de sus propuestas. La historia me absolverá, lo señalaba entre los seis problemas fundamentales del país. Además de Fidel Castro, otros actores clamaban por el desarrollo industrial cubano. La Asociación Nacional de Industriales de Cuba (ANIC) lo hacía desde su fundación en 1923. Llegado enero de 1959, el Gobierno Revolucionario colocaba a la industria entre sus prioridades.

Hasta la creación del Ministerio de Industrias, amplia fue la promoción dada al anhelo industrializador. Marzo de 1959, vería nacer a una de las consignas más reconocidas del momento: Consumir lo que el país produce, es hacer Patria. Comenzaba la identidad de la industrialización con los intereses de la Nación. Por igual, la Operación Industria Cubana en el mes de abril, con su exposición de productos nacionales en la Universidad de La Habana durante trece días y el posterior recorrido en tren de esos artículos por todo el país a partir de julio y por un período de tres meses, tenía por objetivo mostrar los principales logros de ese sector.

El gobierno, mostraría su disposición con más de un hecho concreto. En septiembre de 1959, Fidel Castro, en el conocido programa televisivo Ante la prensa, declaraba la intención gubernamental de dedicar grandes inversiones al impulso de la industria. Las campañas continuarían. El inicio del siguiente año estaría marcado por un suceso de gran repercusión: el 6 de enero, por el Día de Reyes, cada niño despertaba con un juguete cubano. La unión de voluntad política y una propaganda efectiva, mostraban una disposición coherente respecto a la puesta en práctica de un proyecto pensado para la satisfacción interna de las necesidades materiales.

Febrero de 1960, estaría cargado de actividades relacionadas con la industrialización. El día primero, se anunciaría la futura realización en La Habana de la Conferencia de Países Subindustrializados. Tres días después, Ernesto Guevara informaba el incremento de la participación estatal con un aporte del 50% o más en cada industria. Pasadas dos jornadas, arribaba a Cuba la Exposición de Ciencia y Técnica procedente de la Unión Soviética. El contenido industrial del mes, concluiría con el establecimiento, el 9, del Día del Industrial, en saludo al 37 aniversario de la ANIC.

Estos hechos, no ocurrirían en medio de un clima pacífico. Desde la firma de la Ley de Reforma Agraria, la sociedad cubana había comenzado a dividirse entre partidarios y detractores de la Revolución. A partir de la segunda mitad de 1959, empezarían los actos contrarrevolucionarios violentos, y en marzo de 1960, con la explosión del vapor La Coubre, se haría evidente el conflicto con Estados Unidos. Las nacionalizaciones de agosto lo radicalizarían. Y acelerarían el inicio de la industrialización.

Ha sido ya mencionado. Las industrias nacionales y extranjeras expropiadas, quedaron bajo el control del Departamento de Industrialización del INRA. Surgido con un carácter experimental, tras agosto-octubre de 1960 sus responsabilidades superarían su concepción inicial. Ahora estaría a cargo de la organización y producción del variado conjunto de fábricas y empresas recién ocupadas por el impulso nacionalizador. Adquiría una dimensión superior a la de Departamento y se convertía, el 23 de febrero de 1961, en Ministerio de Industrias (MININD).

La designación de Ernesto Guevara para el cargo de ministro dejaba pocas dudas sobre la seriedad de la responsabilidad recibida por el nuevo ministerio. En términos concretos, el MININD tenía a su cargo la organización de un conjunto disperso de compañías, empresas, fábricas, oficinas, laboratorios, talleres medianos y pequeños, almacenes y pequeñas unidades productivas. Su deber inicial, era la agrupación de esa amalgama industrial bajo un concepto productivo centralizado y organizado. Ideal de difícil consecución a causa de las dificultades originadas durante los primeros años de la Revolución.

La situación, era caótica. La mayoría de las industrias habían quedado sin dirección, resultado de la migración de los antiguos propietarios. Varios fueron también los casos de ocupación de fábricas por obreros a causa de la participación -real muchas veces, meras sospechas otras-, de la administración o dueños en actividades contrarrevolucionarias. El aspecto técnico, sufrió problemas similares. Un gran número de especialistas, a la altura de 1961, había abandonado el país por descontento político o por ofertas de trabajo. Carente de personal directivo y técnico con experiencia, el MININD asumía la industrialización del mundo futuro con las contradicciones del mundo anterior. El nuevo objeto social de la producción resaltaba este problema.

En la nueva era, la producción era pensada, no para la satisfacción de un grupo reducido de clases, sino para el acceso de los amplios sectores recién incorporados al consumo gracias a la eliminación de las antiguas diferencias sociales por medio de la praxis revolucionaria. Traducción, las necesidades millones de personas debían ser satisfechas. Este imperativo, planteaba otra exigencia: la creación de nuevas industrias. Más contradicciones se sumaban a la labor del MININD. La restructuración del aparato industrial anterior era acompañada por la necesidad urgente de creación de una industria con la capacidad de satisfacer una demanda creciente. Las antiguas fábricas debían reactivarse, las nuevas, debían construirse de la nada.

El MININD, asumió por entero este compromiso. Su creación, partía de las premisas rectoras de la producción industrial revolucionaria: el Estado se ocupaba de cada renglón productivo y de la satisfacción de todas las necesidades. Todo, desde la extracción de níquel o la fabricación de arandelas, hasta la manufactura de zapatos o la elaboración de refrescos, recaería en la gestión estatal. El nivel de ocupación del Ministerio, sería enorme. El consumo del país debía ser garantizado mientras se solucionaban contradicciones heredadas y se enfrentaban otras, surgidas de las nuevas prácticas implementadas. En medio de este apremiante contexto, y por indicación de Ernesto Guevara, surgía Nuestra Industria, órgano oficial del Ministerio de Industrias.

Aparecida por primera vez en febrero de 1961, a partir de junio de ese año superaría el modesto número inicial de veinte páginas y se extendería casi hasta la ochenta. Su tamaño, sería pequeño, 18 por 14 centímetros, y a partir de marzo de 1962 -y en consecuencia con la insistencia epocal sobre el uso de materias primas nacionales- su impresión sería a base de papel de bagazo. Saldría con frecuencia mensual a un costo de cinco centavos, y la suscripción anual alcanzaba los sesenta. Su circulación era interna, destinada a las oficinas, fábricas, empresas y demás dependencias del MININD. Salvo portada y contraportada, el resto de sus páginas se imprimían en blanco y negro. En mayo de 1962, se le sumaría Nuestra Industria Tecnológica, destinada al público especializado de técnicos e ingenieros. En agosto de 1963, sería lanzada Nuestra Industria Económica, dedicada a la teorización sugerida por su nombre y protagonista de la conocida polémica entre el Sistema Presupuestario de Financiamiento y el Sistema de Cálculo Económico. Nuestra Industria, por su parte, mostraba el panorama general de la industrialización y se convertía en su portavoz. Y en el de sus contradicciones.

Con un lenguaje directo y accesible a su auditorio, compuesta por varias secciones y con diversidad de contenidos, la revista informaba a los trabajadores del MININD los logros y dificultades de la industrialización. Si de algo se le puede caracterizar, es de no andarse con medias tintas. A secciones del optimismo de Nuevas Industrias o Conozca Nuestra Industria, la acompañaban, en un mismo número, otras con el crudo tono de Crítica o Lista Negra de Fábricas Rezagadas. La revista, era un cúmulo de intenciones. En una misma emisión, se reflejaba la necesidad educativa del personal por medio del anuncio de cursos en alguna rama técnica, o se abordaba la importancia del cuidado de la salud física y mental de los trabajadores en un reportaje sobre los beneficios del saludable balneario del Ministerio en San Diego de los Baños. Abundaban también los artículos científicos destinados al mantenimiento y reparación de equipos, con la necesidad del cuidado de la precaria maquinaria de trasfondo. Y la sección Estudio Trabajo Fusil Lo que todo trabajador debe saber, por más de un año, centró su contenido en la difusión de las principales ideas del marxismo recién asumido ideología oficial de la Revolución. La cotidianidad del MININD y de la industrialización, era reflejada en cada publicación, desde una actitud de plásmasis de las contradicciones de la institución y del proceso por ella encarnado.

Las páginas de este artículo, no alcanzan para hablar de Nuestra Industria. Su actitud ante el tiempo, su idea de Nación, su referente, sus valores y antivalores, su visión sobre la incorporación de la mujer a la producción, y más problemáticas abordadas en sus distintas salidas, necesitarán de una extensión de la lectura. La conversación propuesta, debe tener lugar en textos futuros. Estos, estarán dedicados a reflejar y valorar la historia de una publicación testigo y portavoz del atrevimiento de la Revolución Cubana de desarrollar la Nación.

 

Bibliografía

Bergnes, Ángel Arcos. Evocando al Che. La Habana: Ciencias Sociales, 2007

Borrego, Orlando. Che el camino del fuego. La Habana: Imagen Contemporánea, 2001.

—. Che en la Revolución cubana. Tomo II. Discursos (1959-1960). La Habana: José Martí, Instituto Cubano del Libro, 2013.

—. Che en la Revolución cubana. Tomo III Discursos y entrevistas (1961). La Habana: José Martí, Instituto Cubano del Libro, 2014.

—. Che en la Revolución cubana. Tomo IV Discursos (1962-1963). La Habana: José Martí, Instituto Cubano del Libro, 2014.

—. Che en la Revolución cubana. Tomo V Discursos (1964-1965). La Habana: José Martí, Instituto Cubano del Libro, 2015.

—. Che en la Revolución cubana. Tomo VI. La Habana: Editorial José Martí, Instituto Cubano del Libro, 2016.

Castañón, Maria del Pilar Díaz. Éditos Inéditos documentos olvidados de la historia de Cuba. La Habana: Ciencias Sociales, 2005. 87

—. Ideología y Revolución. Cuba, 1959-1962. La Habana: Ciencias Sociales, 2004.

—. Prensa y Revolución: la magia del cambio. La Habana: Ciencias Sociales, 2010.

 

Fuentes Periodísticas

Nuestra Industria, Revista Mensual, La Habana, Año 1, mayo-agosto, noviembre-diciembre,1961.

Nuestra Industria, Revista Mensual, La Habana, Año 2, febrero-marzo, mayo-diciembre,1962.

Nuestra Industria, Revista Mensual, La Habana, Año 3, enero-octubre, 1963.

Nuestra Industria, Revista Mensual, La Habana, Año 4, junio-agosto, noviembre-diciembre,1964.

Nuestra Industria, Revista Mensual, La Habana, Año 5, enero-septiembre, diciembre, 1965.

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