En septiembre de 2020 un amigo me invitó a la Sierra Alta del estado de Guerrero, a pasar unos días en un pueblo encallado en la cima de las montañas. Debía haber sólo unos 700 habitantes allí y su forma de vida era primitiva y esencial. En términos heideggerianos aquella gente poseía una relación directa con la naturaleza, sin mediación alguna, lo que los situaba en otro dominio del conocimiento. Yo en ese momento aún me encontraba marcado por la incertidumbre de la realidad sin sospechar lo que vendría en los meses subsiguientes. Esa semana nos internamos en la selva y disfrutamos de varias fiestas patronales. En una de esas noches, mientras mi amigo y yo dormíamos en una especie de garaje lleno de herramientas de campo, pensé en un poema de Ulalume González de León. Al principio me sorprendí de haber recordado algo que nada tenía que ver con esa situación. Sin embargo, ahí estaban las palabras de ella. Ulalume había nacido en Uruguay en 1932 pero la mayor parte de su vida y producción literaria la desplegó en México, donde murió de Alzheimer en 2009. Su obra se mueve en dos campos principalmente. El cuento y la poesía. A su volumen más importante de poemas lo llamó Plagios, porque para Ulalume toda la escritura es un plagio inmenso, donde todo ha sido dicho ya, y lo que hace el autor es escribir desde un revestimiento que es ya de antemano un hurto sobre algo o alguien más. Un entretejido donde el autor comienza a diluirse y morir, como enunciaron casi en los mismos años (1968-69) Roland Barthes y Michel Foucault.
Sus versos cortos, casi haikus, aunque también el resto de su poesía, muestran una forma sensual y cínica basada en la precisión y la pulcritud: «Muchacha desnuda/ te voy a escribir/ un poema guante». O este otro titulado Yo es tú: «No sé/ cuando estoy solo/cuál de los dos no está/ ni si alargo hacia ti o hacia mí los brazos». Como otros poetas latinoamericanos de su generación, el poema de Ulalume es un poema conciso y visual, pero sobre todo visual, es decir, el lector atento deberá trascender los símbolos encadenados unos a otros hasta llegar a la imagen. Y en esa imagen se disuelve toda firma, todo género y toda voz.
Por otro lado, la escritura de Ulalume nos enseña que todavía la mecánica del amor es posible y que al mismo tiempo no hace falta manchar a los otros con nuestra sangre. Cierta valentía y resistencia escondidas en cada palabra, en cada aparente ligereza que puedan mostrarnos sus versos. Cuando los leo, sólo puedo pensar en la geometría y la blancura. Y en cierto latigazo que nos llega a través de esa geometría y esa blancura.
Ulalume González de León se lee poco y en mi vida sólo he conocido dos personas que saben de su existencia. Pero justamente la poesía verdadera muchas veces no encuentra seguidores en ninguna parte. El poema que había venido a mi mente en aquella selva lejos de todo, se llamaba Litología, y está publicado en el mencionado volumen de Plagios.
Litología
Arrojaría la primera piedra
si tan sólo supiera
contra qué
contra quién
Pero callo
obedezco
gasto mis días
pongo
hasta el cansancio piedra sobre piedra
Repito:
sobre esta piedra inventaré mi vida
Repito:
sola piedra de escándalo la muerte
Y oigo la piedra de moler del tiempo
que adelanta noticias de mi polvo
Hasta las piedras saben esa historia:
que no quedará piedra sobre piedra
En vano
piedra infernal
el pensamiento quema
No habrá
nunca piedra de toque:
quedaré muerte afuera vida afuera
piedra oscilante
entre luces y sombras de sí misma
Me parece
haber leído ya esta biografía:
si la piedra angular del edificio alma
su vocación pública de piedra meteórica
y alza el sueño ingastable
tu cuerpo
piedra franca
mina el tiempo
y a contramuerte lascas vas perdiendo
Entre el alma durísima
y el blanco cuerpo guarda mientras puedas
el corazón piedra preciosa
y los mejores días pasados hace tiempo
y empedrados de malas intenciones
como todo perdido paraíso
yesterday
vie en rose
Entre la vida y tú
la cortina de piedra
y no hay sésamo ábrete que valga
Quedarán para siempre de aquel lado
el amor como algo perdido de antemano
la mano que juraba no soltarte la mano
el gran paracaídas de esperanza
y todo cotidiano deus ex machina
la vida rota y sin usar
la fórmula
secreta del deseo
la alegría
de roja mermelada
Y torcerás pañuelos ya sobresaturados
repasando a escondidas
los como-para-siempre del pasado
Rómpete los nudillos contra la piedra dura
El cuento ha terminado
Sólo hay recuerdos de mellado filo
todas las piedras de afilar gastadas
y goteando luto las yesqueras
y divorciados
el pedernal y el eslabón
Y dónde
podrías encerrarte a piedra y lodo
que no llegara ella
la que tira la piedra
la que esconde la mano