Un fantasma recorre las aulas de la Facultad de Filosofía

enero 7, 2023
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Un fantasma recorre las aulas de la Facultad de Filosofía: el fantasma de un cambio de nombre para la carrera. Desde hace décadas, estudiantes, profesores e investigadores han protestado, sugerido y guerreado en toda instancia que les sea permitido cambiar el anacronismo del nombre “Filosofía Marxista-Leninista” a simplemente carrera de Filosofía. En todas las ocasiones desoídos, en todas ignorados.

Sobre las bases de la Constitución anterior, donde se hacía un endorso directo y expreso al Marxismo-Leninismo, toda discusión era desechada por los argumentos más rancios, los menos filosóficos. El asunto de qué y cómo se piensa nunca ha sido una elección libre para nuestros pensadores.

No obstante, desde el 28 de enero de este año, corrió la noticia por las redes sociales de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana, de la actualización del nuevo Plan (E) para la carrera. Semanas han pasado desde entonces, y en efecto los medios digitales como Rebelión y La Trinchera han confirmado la decisión.

Entre los jóvenes estudiantes ha brotado el júbilo y las felicitaciones a la profesora Natacha Gómez por el encabezamiento de la solicitud aprobada; contrario sensu, los que por años sufrieron el encasillamiento de un título universitario que los licenciaba en filosofía marxista-leninista no sienten una victoria. La sospecha y la suspicacia nublan su mente; se suceden encuentros y debates tratando de aclarar a qué amerita este repentino cambio de opinión de la elite rectora de la universidad.[1]

La entrevista que la investigadora y profesora Natacha Gómez concedió a La Tizza, y que fue compartida en otros medios, ofrece algunas razones[2]. En primer lugar, reivindica los debates que hace más de 30 años se llevaban a cabo en torno al asunto, llamando la atención en que hasta en la URSS la carrera se denominaba Filosofía. Además, alude a la constante transformación de los planes de estudio y que con el Plan E se armoniza el título de la carrera con los contenidos que se imparten.

Ciertamente se debatía la cuestión, e incluso cuando la facultad fue flexibilizando su enfoque y permitiendo tesis fuera del esquema marxista o marxista-leninista, el nombre siguió siendo un tema tabú. El repentino anuncio precedido de una pétrea resistencia a todo cambio, da mucho que pensar. Se trata de una concesión que ahora disfrutan los estudiantes de los cursos que no lucharon por este cambio.

Hay dos circunstancias sobre este acontecimiento que elevan aún más las sospechas. Uno es el repentino y sorpresivo cambio de actitud. El segundo es el silencio mediático que lo acompaña. Apenas ha habido anuncios, noticias o reportajes de un asunto que proyecta cambios radicales, aprovechando la crisis epidemiológica mundial que mantiene la atención en el Covid-19 para camuflarlo. De estas circunstancias deduzco que pretenden que el hecho se pase por alto, cual si nada hubiera. No se quiere llamar la atención.

Que la carrera de filosofía se llame ahora Filosofía a secas podría pensarse como un paso hacia la normalización y la exclusión del rancio dogmatismo que domina el espíritu del campus universitario. Aun así, para el resto de las carreras se mantienen incorporadas las asignaturas vanguardias de este arcaísmo; aunque la propia Natacha comentó que se evaluará un paulatino cambio. Si fuera el caso, ¿por qué tanto silencio cómplice? ¿Qué otros criterios fueron tenidos en cuenta para este cambio?

No es el primer lavado de cara que hace el gobierno cubano. La nueva Constitución expresa en su texto un juego entre instituciones y derechos de herencia soviética maquillados o acompañados de figuras típicas de estados de derecho y hasta de la vieja república. Hay desde hace algunos años un esfuerzo cada vez más sostenido en que Cuba pueda ser medida positivamente dentro de estándares aceptables de la sociedad moderna. La cara del socialismo es ahora sonriente y agradable hacia el mundo… ¡Eh ahí la cuestión! El mundo.

Hace tiempo que el gobierno da instrucciones hacia lo interno, y que los debates han emigrado hacia otras tierras junto con los intelectuales. Ahora todo se vuelca hacia hacer de Cuba una experiencia fascinante para el turista. La carrera de filosofía es un ejemplo excelente de estas nuevas maneras. Hacía una década, la Facultad de Filosofía de la Habana contaba con un preparadísimo claustro de profesores que sin sucumbir al dogmatismo marxista del plan abrieron las puertas al pensamiento más diverso. Con ellos emergieron alumnos modelos, fuertemente críticos y apasionados con el pensamiento. Una generación de jóvenes que prometían un porvenir saludable a la facultad.

Lo que fue de ellos es una historia conocida, y hasta un lugar común. La falta de espacios, de libertad, de editoriales; el culto del silencio, la gerusía y la mediocridad, trajeron consigo el agotamiento, la emigración y la apatía. A raíz de una década, todo lo brillante y genuino que cultivó la facultad, yace opaco y cansado. Se fue a bolina, o a tierras más bienaventuradas. Hoy en día, salvo cada vez más contadas excepciones, la facultad sólo impulsa el no-pensamiento, la estulticia disfrazada y pseudo intelectualidad amaestrada.

Pero, a pesar de la decadencia del pensamiento, la facultad y la carrera de filosofía han excedido con creces en otro campo: el de las ganancias. Sí, para los que lo ignoran, la todavía Facultad de Filosofía Marxista-Leninista de la Habana es una de las facultades que más ingresos reporta al campus universitario en materia de prestación de servicios a estudiantes, maestrantes y doctorantes extranjeros.

Cuba resulta, al parecer, muy atractiva para los estudiantes extranjeros; el único país de América “genuinamente” socialista. Pueden aprender de buena tinta sobre historia de la Revolución Cubana o Marxismo (asignatura anatemática para demasiadas universidades del mundo).

En el mundo son cada vez más raras las becas para estudios de humanidades; los filósofos una especie desprotegida y en peligro de extinción. Pero la facultad de la Habana abre sus puertas cordialmente y el precio de sus cursos, maestrías, y doctorados es en comparación con otras universidades del continente muy módico. El profesorado por otro lado, francamente atento, humilde e interesado.

He ahí que cuando la facultad se cierne fría para sus coterráneos y pichones de intelectuales, abre los cálidos brazos al capital extranjero. Los estudiantes en las aulas y los profesores en sus clases son parte de recrear el medio ambiente de la universidad. La pujanza académica hoy no se mide en artículos sino en prestación de servicios a extranjeros. Mientras todo el énfasis y el esfuerzo se encamina cada vez con más fuerza a la generación de capital, la exigencia y la producción intelectual se abandonan. La dirección académica de la Facultad de Filosofía de la Habana diligente con el foráneo, desatiende por otra parte a los suyos.

Es suficiente con que haya estudiantes y se den clases –sin importar la calidad. Un simulacro universitario: basta con que se viva la imagen de una facultad et voilá: normalidad y apariencia, apariencia de normalidad.

No podremos asegurar con exactitud qué motivó el cambio de fachada, pero atrevidamente sospecho que responde a la nueva imagen que de conjunto se quiere dar con el país; la facultad de filosofía se suma a esta empresa. La gobernanza quiere cambiar la imagen de Cuba poco a poco: de rebeldes a normales; de atípicos a exóticos; de rojos a rosados.

Hasta ahora todo lo que hemos visto no es más que un cambio de fachada; un premio a la paciencia y la obediencia. Un cambio de cara para lo mismo ¿qué más puede esperarse de un tan repentino acontecimiento? De más está decir que las mentes ávidas de genuina crítica se mantienen escépticos ante esta trasformación que se ha demorado 3 décadas.

Podría ser que me equivoque –y saben mis amigos que deseo estarlo- pero lejos de significar esto una apertura a la luz, el inicio de una nueva época de pensamiento crítico me parece justo lo contrario: el debate y la crítica son tan endebles que no corre peligro el estatus quo por un mero cambio de nombre. No es un atrevido prólogo, es más bien un mediocre epílogo. El tiempo lo aclarará.

Notas

[1] Oliva, Silvia (febrero 10, 2020). El Solar: la rumba de la Filosofía. Publicado en La Trinchera.

[2] La Tizza (2020). La enseñanza no puede ser apologética, tiene que ser crítica. Recuperado de: https://medium.com/la-tiza/la-ense%C3%B1anza-no-puede-ser-apolog%C3%A9tica-tiene-que-ser-cr%C3%ADtica-4c094b1f6a54