Serbia/Kosovo: inestabilidad local e internacional

junio 11, 2023
PM Albin Kurti durante la primera reunión del Gobierno de Kosovo. 4 de febrero de 2020
PM Albin Kurti durante la primera reunión del Gobierno de Kosovo. 4 de febrero de 2020

Por Catherine Samary

Las prioridades geopolíticas de Estados Unidos y de la UE les obligan a criticar las iniciativas de los dirigentes albaneses de Kosovo, que están provocando disturbios en los municipios de mayoría serbia, chocando con el despliegue de las fuerzas de la OTAN (KFOR). Esto es un regalo del cielo para el líder autócrata de Serbia, Aleksandar Vučić, cercano a Putin… y que se enfrenta a una importante revuelta interna desde hace un mes.

Desde que el Parlamento de Kosovo votó a favor de la independencia en 2008, los acuerdos negociados duramente por la UE desde 2011 parecían haber llegado a una conclusión positiva el pasado mes de marzo: tenían como objetivo el reconocimiento por parte de Pristina de una «Asociación de Municipios de Mayoría Serbia de Kosovo», a cambio del respeto por parte de Belgrado de la integridad de las fronteras de Kosovo y de la participación de Kosovo en los organismos y negociaciones internacionales. La aplicación práctica del acuerdo se vino abajo y provocó la dimisión en masa de las autoridades de los municipios de mayoría serbia. La hostilidad de Albin Kurti, el líder kosovar elegido en 2021, hacia cualquier estatuto de autonomía para estos municipios, le impulsó a encender la mecha: decidió organizar elecciones locales y reconocer a los alcaldes a pesar del boicot convocado por la lista serbia y seguido masivamente.

Es el espectro de la Republika Srpska, entidad serbia de Bosnia-Herzegovina (ByH), nacida de los Acuerdos de Dayton (1996), el que persigue a los dirigentes de Kosovo, al igual que a los de Kiev, con el transfondo de los Acuerdos de Minsk sobre el Donbass a partir de 2014 como telón de fondo.

De Dayton y la República Srpska a Kosovo

Poniendo fin a tres años de desmembramiento étnico de ByH, los Acuerdos de Dayton dejaron a ByH pseudo-soberana (dentro de sus fronteras) pero permanentemente dividida en entidades étnicamente depuradas dominadas por fuerzas nacionalistas bosnio-serbias y bosnio-croatas que amenazaban regularmente con la secesión hacia los países vecinos.

Patrocinados por Washington, estos acuerdos fueron firmados conjuntamente por Izetbegović (que se encontró legitimado como presidente), así como por Milošević, líder de Serbia, y Tudjman, líder de Croacia, autorizados a hablar en nombre de los serbios y los croatas y a gestionar los asuntos internos de sus países (respectivamente el control de Kosovo y la expulsión de cientos de miles de serbios de la Krajina croata).

Fue esta constatación la que, en 1996, impulsó a una parte de los albanokosovares a volcarse en la lucha armada del UCK (Ejército de Liberación de Kosovo) por la independencia, rompiendo con la lucha pacifista que hasta entonces habían liderado Ibrahim Rugova y la LDK (Liga Democrática de Kosovo). La UCK ganó en popularidad a medida que Belgrado la reprimía , tratándola de terrorista, al igual que Estados Unidos y la UE. Esta última, marginada en Dayton, esperaba un éxito diplomático para su política exterior en las negociaciones sobre el estatuto de Kosovo en Rambouillet en 1999, y esperaba llegar a un acuerdo con Milošević, al igual que en Dayton.

La supuesta soberanía de Kosovo

Salvo que, al constatar la popularidad del UÇK sobre el terreno, Estados Unidos decidió convertirlos en aliados de la OTAN (para obtener una base militar en el corazón de los Balcanes y contrarrestar cualquier autonomización de la UE). Lejos de capitular y verse debilitado, Milošević se vio consolidado, para consternación de su oposición liberal (que dominaba en las principales ciudades). El fiasco militar y político de la OTAN en ausencia de un mandato de la ONU en lo que se convirtió en una guerra de tres meses llevó a la Alianza al borde del colapso en vísperas de su 50 aniversario, lo que podría haber conducido a su disolución. La salida de la crisis exigía la rápida reintegración de la ONU en la negociación de la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad. Lejos de las míticas presentaciones del escenario de esta guerra, es Serbia la que (hasta el día de hoy) ha reivindicado la propiedad de esta resolución 1244 (¡votada por Rusia!) y no los albaneses – excluidos de las negociaciones. El protectorado de la ONU (entonces UE) introducido en su momento, respaldado por la fuerza militar de la OTAN (KFOR), ciertamente protegió el rápido retorno de los albaneses que habían huido de la guerra, pero mantuvo Kosovo como una provincia dentro de las fronteras de Yugoslavia… o lo que quedaba de ella hasta la salida de Montenegro en 2006. La independencia fue votada por el Parlamento (y ratificada por votación popular) en 2008.

Se suponía que la propia fuerza policial de Kosovo sustituiría a la KFOR de la OTAN, lo que ilustraba una supuesta soberanía, que, de hecho, era una neocolonización económica de Kosovo.

¿Prioridades de realpolitik o paz justa y duradera?

La vecina Serbia sigue amenazando y explotando a las minorías serbias de ByH y Kosovo. Pero Serbia no es Rusia. Y el atractivo de la UE es fuerte en los Balcanes, a pesar de las crecientes dudas sobre las aperturas prácticas. Después de rechazar inicialmente a la OTAN y a la UE, el actual gobierno serbio está jugando todas las bazas, incluida la solicitud de adhesión a la UE y la participación en maniobras militares con la OTAN o Rusia. Los medios de comunicación están amordazados y Aleksandar Vučić controla el país con puño de hierro, movilizando a la extrema derecha en apoyo de los serbios de Kosovo -ayudado e instigado por los gestos de los dirigentes de la UE… y de Estados Unidos.

Estos últimos culparon a Albin Kurti de echar por tierra el acuerdo negociado por la UE y de hacer estallar un polvorín. La primera sanción anunciada por Washington fue la cancelación de la participación de Kosovo en el ejercicio militar Defender Europa 2023 y la paralización de la campaña internacional para su reconocimiento. El regreso de la KFOR para sustituir a la policía kosovar (rechazada por los serbios) «es una mala señal», afirma Belgzim Kamberi, del Instituto Musine Kokalari, un centro de análisis socialdemócrata de Pristina. «Significa que la soberanía de Kosovo sobre el norte sigue siendo ilusoria, ya que la zona está ahora directamente bajo el control de la OTAN». En la misma lógiva, Macron y los dirigentes de la UE han exigido nuevas elecciones y el reconocimiento de la «Asociación de municipios de mayoría serbia» como condición para la «integración en europea». Salvo que, como en el caso de Kiev, ésta adopta la forma de la nueva «Comunidad Política Europea», una especie de sala de espera sin políticas capaces de ofrecer un marco igualitario y progresista a las poblaciones afectadas. Estamos muy lejos de las condiciones necesarias para una paz justa y duradera.


Texto en español publicado por Viento Sur. Traducido por Faustino Eguberri. Leer original en francés en L’Anticapitaliste.

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