Las ambiciones de Rusia en Ucrania: Una mirada a la visión imperialista del Kremlin

Lo que el Kremlin, a través de uno de sus portavoces más prominentes, está demandando es la rendición total e incondicional de Ucrania y su completa expulsión de la comunidad internacional
marzo 19, 2024
Dmitri Medvédev, Consejo de la Federación Rusa, 2019.
Dmitri Medvédev, Consejo de la Federación Rusa, 2019.

A pocos días de las elecciones presidenciales en Rusia, Dmitri Medvédev, presidente del Consejo de Seguridad ruso, emitió un mensaje que arroja luz sobre las verdaderas intenciones de Rusia respecto a Ucrania. Aunque el contenido no es novedoso en esencia, la claridad del texto ha causado sorpresa por su transparencia. Medvédev, con un historial de roles significativos como presidente y primer ministro de Rusia, actualmente ostenta una posición estratégica dentro del gobierno de Putin y se ha establecido como un constante defensor de las posturas más firmes del Kremlin, tanto en la política internacional como en la doméstica.

Su pronunciamiento, lejos de ser trivial, se presenta como un reflejo fiel de las ambiciones del Kremlin en Ucrania, Europa y de cara al siglo XXI. Así, Ucrania se configura no como un mero elemento en un juego mayor, sino como el eje central de una estrategia que busca establecer un nuevo orden de poder ruso, marcado por el imperialismo y la violencia. En los últimos años, Medvédev ha adoptado un discurso cada vez más hostil y agresivo hacia Ucrania, llegando a afirmar repetidamente que el país no tiene derecho a la existencia.

La Fórmula de Paz de Medvédev: Demandas y Condiciones para Ucrania

La reciente publicación del vicepresidente del Consejo de Seguridad esboza las condiciones de la llamada fórmula de paz rusa. Estas condiciones incluyen la capitulación de Ucrania, «el pago de compensaciones a Rusia» y «la adopción de una legislación para integrar los antiguos territorios ucranianos con la Federación Rusa» como prerrequisitos para que Moscú cese su guerra.

De hecho, Medvédev reconoce ahora que, en estos tipos de situaciones, solo hay dos formas de terminar una guerra y alcanzar la paz: una, cuando ambas partes expresan su voluntad de hacerlo, y la otra, si una de las partes capitula.

Dado que la voluntad de Ucrania para dialogar «no es visible», entonces la única forma de avanzar, cree, es «construir su fórmula rusa, serena y bastante realista».

Esta estrategia exige el reconocimiento total de la derrota por parte de Kiev, la desmilitarización y la prohibición de futuros grupos paramilitares. Además, Medvédev insiste en el reconocimiento internacional del supuesto «carácter nazi» de la administración de Ucrania y una «desnazificación» liderada por la ONU de sus instituciones.

La ONU debe reconocer que Ucrania ha perdido «su personalidad jurídica internacional y que es imposible para cualquiera de sus sucesores entrar en alianzas militares sin el consentimiento de Rusia». Para esto, las autoridades constitucionales del país deben renunciar, y deben celebrarse «elecciones al parlamento provisional del territorio autónomo de la antigua ‘Ucrania’ bajo los auspicios de la ONU».

En esencia, lo que el Kremlin, a través de uno de sus portavoces más prominentes, está demandando es la rendición total e incondicional de Ucrania y su completa expulsión de la comunidad internacional como una entidad democrática. Dado que Rusia supervisará este proceso, está claro que el nuevo gobierno será un títere del Kremlin, respondiendo completamente a sus intereses.

Medvédev: Ucrania es definitivamente Rusia

Como se mencionó anteriormente, no es la primera vez, y aparentemente no será la última, que Medvédev se refiere a Ucrania en términos tan duros.

Días antes, al dirigirse a los participantes desde el festival de la juventud en Sochi, Rusia, presentó un mapa que mostraba la mayor parte del territorio ucraniano dividido entre Rusia, Polonia, Rumanía y Hungría. Solo un área aproximadamente del tamaño de la región de Kiev estaba etiquetada como «Ucrania».

En ese momento, afirmó que «el territorio a ambas orillas del Dniéper es una parte intrínseca de las fronteras estratégicas históricas de Rusia». Al mismo tiempo, contradijo el título del libro del ex presidente ucraniano Leonid Kuchma, Ucrania no es Rusia, declarando: «Este concepto debe desaparecer para siempre. Ucrania es definitivamente Rusia».

La actual estrategia geopolítica de Rusia se extiende más allá de sus acciones militares en Ucrania. Involucra redefinir sus relaciones con Asia y África, revitalizar alianzas con países como Irán, Venezuela, China y Corea del Norte, y participar en foros como los BRICS. La crítica de Rusia al dominio occidental, particularmente al dólar estadounidense, y su defensa de los «valores tradicionales» basados en el cristianismo forman parte de esta narrativa más amplia destinada a desafiar el statu quo global.

Sin embargo, la ironía de la postura de Rusia en Ucrania, yuxtapuesta a su mensaje antiimperialista, parece no ser percibida por muchos, especialmente en el Sur Global. Para algunos, las intervenciones militares pasadas de la OTAN parecen eclipsar las implicaciones de la agresión de Rusia hacia Ucrania. Esta situación revela una compleja capa de la política internacional donde los principios de soberanía y autodeterminación de las naciones están en juego, y la nueva comunicación de Medvédev enfatiza esa idea.

La crisis y guerra actuales no son solo el resultado del efecto de Rusia sobre el país. Pero hoy, nos encontramos en la posición de que defender a Ucrania es precisamente proteger el derecho de las naciones a la autodeterminación y la coexistencia pacífica en la diversidad.

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