Abrevadero
El peor tormento de una verdad es una cruel sospecha.
Un cántico junto a la barbarie, no te salvará
de sopesar el vendaje de los convictos
que fingen en su redención
un pasado que no conoces.
El cansancio, no es una verdad
por eso, no debes permitir que se repita en tus sentidos
como un amuleto.
No cantes junto a la barbarie, ese círculo, es el peor tormento.
El mal profeta
El sitio seguro de un mal profeta del mañana, es la piedad.
En sus manos quietas las marcas de todo nacimiento,
como ríos de lo humano,
complace la fortuna, de repartir a lo largo del camino,
el asentamiento de una plegaria.
El soliloquio de las palabras que acompañan el hartazgo
ya se han convertido en ese andar.
La conciliación de las entrañas
De la misma forma que un escudo debe regresar a la tierra
para que el hierro se pierda como mineral en la montaña
y no exista conciliación de volver a juntar,
el alma del guerrero debe desintegrarse en el viento
y comulgar su tormento,
en campos donde se haya cebado el trigo.
Las voces de la guerra, devuelven,
lejos del molino la mirada al poniente
deleitando el mandato de la convocatoria.
Nutrias cósmicas
Madre e hija, la metafísica y la metafisiquita
contestan a la pregunta del origen del universo
apelando a que el mismo, en su cruel reconocimiento de ser nada
y habiendo reparado en la realidad de que era nada,
percatándose aún en la singularidad de ser nada,
pues vibró.
Una falla tectónica en una escala de más de siete
en el protectorado de Richter
las deja sin casa, en otra vibración.
Trémula culpa de algo.