Foto por Markus Winkler
El libro Los valores y sus desafíos actuales, del investigador cubano José Ramón Fabelo Corzo, editado en 2001 por la BUAP/Instituto de Filosofía de Cuba, es un ejemplo de ética fundada en los valores latinoamericanos y un muestrario de objetividad filosófica, en este caso específico, la axiológica. Es producto, como el mismo autor señala, de casi cuarenta años de investigación. El texto está compuesto de tres partes. La primera parte, titulada “Problemas teóricos de la axiología”; la segunda, “La axiología como instrumento para el análisis de la realidad social”; y la tercera, “Los valores en la realidad histórica y en el pensamiento de América Latina”. La obra termina con los “Anexos”.
En el primer apartado “Sobre la naturaleza de los valores humanos” hace un recorrido de la axiología por la Historia de la Filosofía, y se pregunta ¿cuál es la naturaleza de los valores humanos? ¿de dónde surgen? ¿cuál es su fuente? Atendiendo a las principales respuestas históricas y filosóficas al problema de la naturaleza de los valores humanos, llega a la conclusión de que los valores se pueden clasificar en cuatro grandes grupos. Estas posiciones son: la naturalista, la objetivista, la subjetivista, y la sociologista.
La línea naturalista, como lo indica su nombre, concebía los valores en correspondencia con la Naturaleza y el valor sólo es alcanzable mediante el conocimiento. Destacan dos grandes doctrinas filosóficas, la filosofía natural griega con su principal exponente, Demócrito y, el iusnaturalismo de la Ilustración con Rousseau en la vanguardia. Por su parte, los objetivistas parten de los postulados kantianos, quienes preponderan la moral individual en contraste con la naturaleza. La moralidad está por encima de la naturalidad. Los valores son dados a priori. Por lo tanto, se concibe al hombre en dos mundos: el mundo del ser y el mundo del deber.
Esto en filosofía es lo que se denomina “dualismo”. Con la crítica que hace Kant al naturalismo ilustrado se inicia la escuela objetivista de los valores u “objetivismo axiológico”, que los Neokantianos de la Escuela de Friburgo teorizaron a inicios del siglo XX.
La subjetivista es una concepción que ubica la fuente de los valores en el sujeto, en sus sentimientos, gustos, deseos. El valor está en sí mismo, y fuera del conocimiento, por lo que difieren en cada persona. Los valores están más asociados al deseo individual que a la objetividad de las cosas y los fenómenos. Mientras los sociologistas exponen que los valores son producto de lo que la sociedad aprueba, o sea, las normas morales son trascendentes, en el sentido de que trascienden al individuo. Todas estas posiciones tienen la limitante de fragmentar los valores a sus puntos de vistas.
Luego, el autor hace un balance de la concepción axiológica de Risieri Frondizi (1910-1985). El filósofo argentino se distancia del objetivismo, subjetivismo y sociologismo al afirmar que “el valor surge en la relación sujeto-objeto y por lo tanto posee una cara objetiva y otra subjetiva”. O sea, ni el valor es totalmente objetivo como los objetivistas fundamentan, ni el valor es subjetivo en su totalidad como plantean los subjetivistas; el valor es resultado de esta relación. Sujeto, objeto y valoración son, por consiguiente, los componentes del valor.
Fabelo llega a la conclusión de que los valores tienen tres dimensiones fundamentales: “objetiva”, “subjetiva” e “instituida”. El enfoque objetivo comprende la llamada “realidad social”, esto es: cada objeto o fenómeno desempeña una determinada función en la sociedad, y adquiere diversas significaciones valorativas. Por lo que el sistema objetivo de valores es independiente de la apreciación que se tenga de él, aunque es cambiante. El segundo plano, el subjetivo, se refiere a la forma en que la significación social es reflejada en la conciencia individual o colectiva. En dependencia de sus gustos, deseos, necesidades y aspiraciones cada sujeto valora la realidad de forma distinta y como resultado de este proceso de valoración conforma su propio sistema de valores. Por último, los valores instituidos son aquellos que son impuestos en la sociedad. Estos guardan relación directa con el poder y por consiguiente con el Estado.
Después el filósofo cubano explica la relación poder-valor (“valores instituidos”) a partir de la filosofía política y tres de sus principales exponentes: Rousseau, Foucault y Villoro. Entiende que para el ilustrado el poder es el medio de realización de lo valioso; para el estructuralista el valor tiene su fuente en el poder mismo; y el mexicano resuelve el problema oponiendo poder y valor.
El libro analiza la disyuntiva de los valores universales y la naturaleza de los valores. El trastocamiento de los valores en las categorías filosóficas universal, particular y singular. En la antigua comunidad, gens, los valores eran homogéneos. Todo cambió cuando sucedió la “ruptura entre valor y valoración”, entre la realidad humanizada y significada (valor) y la subjetivación de ese valor. La actual universalización de los valores viene antecedida de procesos mundiales como el surgimiento del capitalismo, descubrimiento de América, fragmentación mundial (dos guerras imperialistas) y globalización neoliberal.
Llama la atención, en el capítulo 2, el epígrafe dedicado al “Mercado y los valores humanos”, y la exposición que hace el autor. Se expone el tratamiento del mercado y los valores en los sistemas antagónicos, el capitalismo y el socialismo. Donde “en un caso, la libertad [capitalismo] pone límites a la justicia; en el otro, la justicia [socialismo] restringe la libertad”. El gran reto a asumir hoy es la disyuntiva valores humanos o relaciones mercantiles capitalistas. ¿Hasta dónde llega la libertad de mercado? La incompatibilidad del “libre mercado” con los intereses vitales de la humanidad es aún más evidente en su dimensión global.
Por último, finaliza interpretando la realidad de los valores latinoamericanos en la encrucijada entre valores universales y valores propios. Si se analizan los anales de la historia occidental, la historia de Nuestra América comienza con el llamado “descubrimiento” europeo en 1492. Después de esta fecha, América Latina siempre ha estado en constante lucha, tanto interna como externa, con/por la imposición de valores. Primero la etapa colonial que duró tres siglos, con valores impuestos como los españoles y portugueses, y en un sentido europeos. Con la independencia, se introdujo la modernidad en nuestras sufridas repúblicas y con ello el capitalismo. También se fundamentaron patrones valorativos que no eran nuestros, por ejemplo, los estadounidenses. Y, en los últimos tiempos, se han impregnados los valores del posmodernismo. América Latina nace colonia, nace dependiente, nace con valores transplantados de los que se siente excluida. La toma de conciencia de sí mismo conduce ineludiblemente al latinoamericano a colocar en el centro de su atención el problema de su relación con la universalidad. América ha sido objeto de la universalización y no sujeto. Nuestro reiterado afán por la originalidad, por la autenticidad, por la autoctonía, implica una nueva conciencia de sí, un deseo de enfrentarse a Occidente, una asunción de la necesidad de libertad e independencia tanto en lo material como en lo espiritual, una lucha contra el intento de universalización exclusiva de los valores originados en Occidente. La preocupación por nuestra identidad crece en la misma medida que la conciencia emancipatoria. La relación entre los valores universales y propios ha sido la preocupación axiológica fundamental en la evolución de las ideas de nuestra América y ha servido como centro a cuyo alrededor han girado también muchas otras de carácter histórico, sociológico, económico, etnológico, antropológico, religioso, culturológico e incluso algunas de naturaleza ontológica o epistemológica.
Sin dudas, estamos frente a uno de esos libros imprescindibles. Imprescindible en dos sentidos: teórica y práctica. Aquella, porque nos muestra un corpus epistémico de estudios axiológicos desde Nuestra América y para Nuestra América. Y la segunda, porque tal vez como nunca, el tema de los valores cobra hoy vital importancia para los destinos del género humano.