¿Puede un cuerpo contener tanto? Vuelvo a mirar la foto y lleno las ausencias sensoriales; olores, sonidos y texturas completan la exposición. Cada pieza revela un aspecto de la Perfección que termina siendo mera Significación y Trascendencia. Pudiera decir que el amor termina siendo la añoranza por un Culo que se me antojaba perfecto en todos sus aspectos y sólo puedo presuponer por el ángulo de la imagen.Aún no me has demostrado que eres tú. Dime algo que sólo V… sabría.
Una invitación a descender al Mundo Perfecto de lo Perdido. Allí todo parece tener colores más fuertes. La sonrisa de la adolescente que me saluda desde la timidez sobresale entre las luces nocturnas y los reflejos del pavimento húmedo. Quizás demasiado baja o inarmónica con sus ojos y boca inmensos; pálida para alguien de estas latitudes, pero no recuerdo, aún hoy, haber visto algo tan hermoso.
Me siento vieja al pensar que ha pasado tanto tiempo.
Siete años ya. Me siento en el Café de antaño. Creo que soy el único de los viejos tiempos que viene. Todos los demás se han ido o madurado. Creo que me aferro a este lugar por mero ejercicio de pereza. O fatalismo. O locura. Vivir entre ruinas puede ser muy solitario y la negativa a crecer -lo que sea que eso signifique- sólo hace que uno se aliene más. Alguien viene. Empezamos a hablar y me invita a una cerveza. Por enésima vez me anoto que ha devenido una taberna. Política, sexo y música van pasando durante media hora en la que mi mano se afana en trocear la capa de madera superior desprendida y combada por efecto de la lluvia cuando no fumo.Me siento nostálgica… Quisiera estar allá… Ser la misma adolescente de antes.Reconstruir el Invernadero de Nuestra Infancia desde el Mundo Real implica que olvide el anonimato de mi vida diaria; que supere la ontología de la trivialidad. Implica cargar con la ausencia al hombro y trazar una mapa de…¿qué exactamente? ¡La ausencia otra vez!
Me siento en los portales de la antigua Alcaldía mirando el parque al cruzar la calle. Pareciera que la persona más joven en los alrededores soy yo de no ser por el eventual niño o adolescente que pasa. En otro a unas cuadras hay una zona wifi. Solía ser un lugar bastante íntimo. Tampoco en el centro social donde me gradué en algo totalmente inútil hay más cursos que los de inglés. Y todo el trayecto está salpicado por derrumbes y edificios que amenazan seguirle. Me pregunto si no es que el lugar se ha ido y soy yo el que se ha quedado varado en este lugar que ya no existe. ¿O es que ignoré lo que sucedía a mí alrededor?
No te sientas culpable… no podías hacer nada para evitarlo.
Entonces, ¿qué queda? Miro la foto de tu cuerpo que ya no es: Un parto y varias libras de más. Estrías, celulitis y la exhortación a aceptar el paso del tiempo en un culo que no contiene el don de la sutileza. Te lo llevaste todo…y lo perdiste. Apago el teléfono y prendo un cigarro.
Profunda descripción de una realidad dura, cruda y desalentadora, cargada de matices sarcásticos y dolorosos. Te felicito, querido Boris, una vez más me consigues emocionar.