Perdono… mas no olvido: a cinco años del asesinato de Toño

junio 18, 2020
asesinato comandante Toño
Familiares, amigos, maestro y estudiantes marcharon con el ataúd de Antonio Vivar Díaz por las calles del pueblo hasta llegar al Panteón de Santiago ubicado en el centro de Tlapa donde fue sepultado, dos días después de los enfrentamientos entre maestros y policías en ésta región de la Montaña de Guerrero en Junio de 2015 durante la jornada electora Fotos: Jair Cabrera Torres/ AztlanPhoto.

 

¡Mil veces la justicia se ha perdido
por la exageración de la violencia!
JOSÉ MARTÍ

 

Las siguientes palabras deberían llamarse “Justicia”. El preciado valor humano del que tanto se habla desde la Revolución francesa, y que en su ausencia deviene en injusticia.

Recuerdo que cuando llegué a Guerrero (México), el año pasado, me impactaron profundamente tres imágenes. Me perseguían a donde quiera que iba. Carteles, grafitis, pinturas, imágenes, fotos, pegatinas, etc., eran sus múltiples formas de aparecer. Hubo dos que identifiqué rápidamente, en los próximos días de mi arribo a tierras mexicanas: Lucio Cabañas (1938-1974) y Genaro Vázquez (1931-1972). El primero, fue un maestro rural, normalista, líder estudiantil y líder guerrillero que fuera asesinado en combate; el segundo, también maestro y normalista fue un líder sindical y comandante guerrillero del Sur de México en la década de los 60 y 70. Ambos se caracterizaron porque luchaban contra los gobiernos de turno, reformas educativas y los males sociales que afectaban a la población. El otro, me impresionó aún más. Era un joven muchacho, de rasgos indígenas, boina en su cabeza y mirada penetrante; esa que siempre te quiere decir algo. Sobre Lucio y Genaro encontré biografías, materiales históricos y artículos periodísticos. Sin embargo, sobre el joven sólo pude encontrar su imagen: la imagen de su rostro, junto con cuatro letras que indicaban un nombre: T-O-Ñ-O. Otras ilustraciones decían, “Toño vive, la lucha sigue”. No fue hasta varios meses después en la casa de un amigo que me explicaron quién era Toño. Y allí estaba la penetrante imagen. Me dijeron que fue un joven estudiante y luchador social de la región de la montaña, municipio Tlapa de Comonfort, que fue vilmente asesinado por la policía en 2015. En cierta medida, Toño fue continuidad de Lucio, Genaro y de la larga tradición de lucha social en México.

Antonio Vivar Díaz, o “Toño” como le decían sus familiares y amigos, nació el 24 de octubre de 1986 en la popular colonia de San Antonio, en el municipio de Tlapa de Comonfort, Estado de Guerrero. Familia humilde de origen mixteco. Al ingresar en la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), para estudiar la licenciatura en Desarrollo Comunitario Integral, entendió el problema del racismo contra el indio. Mediante el estudio y la lectura afirmó su origen étnico y cultural como mixteco. El Corazón de la Montaña alberga varias culturas de pueblos originarios, sobresaliendo tres: tlapanecos, nahuatlecos y mixtecos. Recorrió cada remoto lugar de la Montaña. Y comenzó a preguntarse quién era, cuál era su origen, de dónde venía y comprendió que la idea etnocentrista que desprecia el mestizaje fue impuesta históricamente a través del racismo. Éste rechazo a los pueblos originarios hizo olvidar muchas tradiciones históricas y culturales.

Antonio decía que gracias a la universidad comprendió que la gran mayoría de las personas que viven en Tlapa son descendientes directos de los pueblos originarios, y que son las instituciones educativas y las escuelas las que deforman la lengua y cultura ancestral, que terminan por olvidarse.

Pareciese que para el intrépido joven El contrato social y el Emilio o de la educación rousseaunianos, eran sus libros de cabecera; pero no. Toño siempre andaba con el Diario del Che en Bolivia, bajo su brazo. También leyó otros libros del comandante Ernesto Guevara. Además, como se mencionó antes, siempre andaba con una boina al estilo guevariano. Tal vez por esto fue el sobrenombre que bien mereció, el Comandante Toño.

En 2012 se integró al movimiento #YoSoy132, que aglutinaba a maestros, campesinos y estudiantes. Comenzaba así su etapa más activa en la lucha política. Mediante las protestas magisteriales abogaba por una reforma educativa en Guerrero. Posteriormente profundizó sus ideales y pensamiento crítico, al incorporarse al Movimiento Popular Guerrerense (MPG), que no sólo comprendía entre sus filas al sector educativo, también a los sindicatos y a diferentes organizaciones sociales. Ya no sólo luchaba por una mejor educación, sino por una mejor sociedad. Si a esto se le suma los violentos sucesos ocurridos con la desaparición y asesinato de los 43 normalistas de Ayotzinapa en septiembre de 2014, daría al traste con la radicalización de su pensamiento y praxis revolucionarios.

Como vocero del MPG en representación de la UPN, se agrandó su liderazgo. Por tiempo de ocho meses el MPG dominó la presidencia de Tlapa. Toño fomentó la creación de consejos populares como forma de gobierno autónomos, y reconoció la Política Comunitaria como “un sistema eficaz de seguridad”. En junio de 2015 la situación se tornaría más tensa entre el MPG y los políticos priistas. El nuevo gobernador interino, Rogelio Ortega, creó un “grupo de choque” para hacerle frente al MPG, “desalojado violentamente de la presidencia municipal de Tlapa”. Para los primeros días de junio la situación se ponía más tensa aún. En horas de la noche del aciago día del 7 de junio de 2015, un grupo de la Policía Federal asesinó vilmente a Toño en la capilla de Atepeyac “Virgen de Guadalupe”, rompiendo el trato de no agresión.

Toño no ofreció su vida en vano a un ideal; la realizó, pues como diría el héroe cubano José Martí, “toda idea justa lleva en sí misma su realización”. Pensaríamos con el Apóstol cubano, “Todas las grandes ideas tienen su Nazareno”, y Toño es nuestro Nazareno infortunado. El Nazareno infortunado de Tlapa, de la Montaña, de Guerrero, de México. Porque ¡Grandes revolucionarios nacen en las tierras mexicanas donde lo que existe fue producto de la gloriosa Revolución, y no es digno de la Revolución, y mueren silenciosos y desconocidos, ahogados por su propia revolución!

Por último, tenemos que declarar con total transparencia y sin rodeo alguno que asumimos nuestra posición desde la visión martiana —más allá de la intolerancia de algunos y la desidia de otros y el olvido de muchos—, como martianos que somos: ¡Exigimos justicia para Toño! sin la exagerada sombra de los -ismos, pues sólo perseguimos un ismo, el Humanismo. El humanismo que el Apóstol nos enseñó, el mismo que Toño difundió, sin antropocentrismo, ese que exalta al hombre al igual que a la Naturaleza. El hombre cansado de buscar el sentido de la vida, vuelve hacia a la Naturaleza, saca de ella la fuerza para alumbrar su entendimiento y destruir el mal de las sociedades. Porque como expresara Martí, “se pelea mientras hay por qué, ya que puso la Naturaleza la necesidad de justicia en unas almas, y en otras la de desconocerla y ofenderla. Mientras la justicia no esté conseguida, se pelea”. Eso hizo Toño, pelear, pelear y pelear por una idea justa.

¡Hasta la victoria siempre comandante Toño!