El Tribunal Superior Eleitoral (TSE) de Brasil anunció este domingo que Luiz Inácio Lula da Silva (Partido de los Trabajadores) ganó las elecciones presidenciales en ese país tras el 99,06% de los votos escrutados.
Con el 50,84% de los votos, el exmandatario y líder de los Trabajadores se convierte en el presidente del gigante suramericano en unas elecciones marcadas por la polarización, las noticias falsas y la violencia electoral.
Jair Bolsonaro (PL), por su parte, obtuvo un 49,16% de los votos.
La mayoría de los sondeos de opinión mostraron a Lula con una ventaja desde el inicio de los comicios, aunque Bolsonaro dio señales de que podría movilizar a su base, negándose a aceptar la derrota. De hecho, esa es, hasta este momento, uno de los escenarios más probables, en las horas posteriores a la victoria de Lula.
Lula se enfrenta ahora a retos complejos, tanto en lo interno como en lo externo.
Brasil cuenta hoy con 33 millones de personas por debajo de la línea de la pobreza. Además, el presente está marcado por el fracaso en la política del país para enfrentar la pandemia del coronavirus, un elevado desempleo, precarias políticas medioambientales y una alta corrupción que ha alcanzado a las más altas esferas del país.
El próximo presidente debe repensar la relación con los electores después de los años del bolsonarismo. Por ejemplo, hoy Brasil tiene un panorama político-religioso diferente, con los evangélicos que se han constituido en una fuerza política de empuje.
No obstante, recientes encuestas mostraban que para el 43% de los votantes la vida sería mejor si Lula (PT) ganaba; y el 27% consideraba que la elección de Lula empeoraría la vida. Por otro lado, el 23% afirmó que la vida no cambiaría.
El evento climático más importante de 2022
La victoria del líder de los Trabajadores se convierte «en el evento climático más importante de 2022 después de la catastrófica invasión rusa en Ucrania”, según advirtió en junio el Observatorio del Clima en Brasil.
Lo anterior, fundamentalmente, debido a que Lula prometió apartarse bruscamente de las políticas medioambientales del actual gobierno después de que la deforestación en la selva amazónica alcanzara su nivel más alto en 15 años.
Lula ha prometido combatir la tala de árboles, aumentar la protección del bioma y de las tribus locales, y convertir a Brasil en protagonista de la diplomacia climática.
Brasil en la izquierda Latinoamericana
Junto a los retos medioambientales, el nuevo gobierno se suma al grupo de países de izquierda de la región. Pero en una situación muy diferente a la de inicio de siglo. De hecho, tras esta victoria, las seis mayores economías de Latinoamérica serían de izquierda lo cual debe abrir las puertas a una integración mucho más expedita luego del vacío que dejo Bolsonaro, conocido por muchos como el Trump tropical.
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No obstante, diversos analistas señalan que ese precisamente puede ser al talón de Aquiles de la pretendida integración regional.
Por un lado, debido a los pactos necesarios para llegar al poder. La recién establecida autonomía del banco central de Brasil y la elección por parte de Lula de un antiguo rival centrista como compañero de fórmula han tranquilizado a algunos inversores en el sentido de que no provocaría una ruptura absoluta en la política económica.
Por otro lado, las diferencias en el bloque de la izquierda son más que evidentes en este 2022. No es lo mismo el Chile de Boric, que el México de López Obrador, o la Venezuela de Maduro.
Esa diversidad en proyectos, y plataformas, sumada a los desgastes y crisis políticas deben complicar en algún sentido el rol protagónico del gigante suramericano.
La dinámica económica de la región también plantea retos para esa integración, en un momento en que la inflación va en crecida, los precios de las materias primas no son los mismos que a inicios de siglo, y Venezuela no está en la misma posición respecto al petróleo.
Brasil y Estados Unidos
Por último, Lula tendrá que lidiar con una nueva relación con Estados Unidos. Ya en días anteriores a la primera vuelta, emergieron reportes que indicaban que la Casa Blanca recibiría con buenos ojos el resultado de Lula.
Indudablemente, un Brasil con Lula complejiza ese rompecabezas que es Latinoamérica. No obstante, también complejiza la proyección de Estados Unidos hacia una región que viene dando un giro hacia la izquierda.
