Los cristianos/jacobinos/bolcheviques y Carlo Cipolla

junio 9, 2023
Propaganda Vox y PP. Elecciones de Castilla y León, 2022
Propaganda Vox y PP. Elecciones de Castilla y León, España, 2022

Los líderes de la izquierda política siempre son unos recién llegados al foro. Ellos no suelen venir de lo que antes se llamaban «buenas familias», a ellos los han criado los libros, las asambleas, las manis. 

Los cabecillas de la derecha, en cambio, no han conocido los libros, las asambleas o las manis ni por el forro, nunca mejor dicho respecto de los malhadados libros, pese a que en sus casas de niños/pera los tenían todos en edición Princeps. Eso les proporciona una gran ventaja a la hora de pillar poder, porque las élites no necesitan en absoluto del conocimiento o de la pericia en el debate: eso pueden subrogarlo perfectamente, como hacen también con el amor o con el arte. Porque lo malo de los libros, las asambleas y las manis es que insisten machaconamente en la Verdad, esa ilusión… (en sentido de “ilusionante” lo digo). 

Los cachorros de la izquierda llega un punto en que se pasan la vida tratando de encajar denodadamente los libros a la realidad, que fue la noble pero demencial obsesión del hidalgo caballero de la triste figura. Quijote sin la prudencia de Sancho me temo que habría terminado por alancear a algún inocente, o a decenas… Y no nos engañemos: el grande y bueno Sancho, tras llorar a su entrañable amo, volvió a votar a la derecha por tres reales de velĺón (ignoro cuánto es eso), porque la derecha por desgracia es de este mundo, y cuando ve molinos no ve gigantes ni hostias, sino una futurible multinacional de importación/exportación de trigo. 

La derecha no intenta ningún pase de manos de fina prestidigitación entre la gobernanza y la Verdad, siempre entiende del modo más llano y cínico que mandar consiste en manipular a las masas en provecho de unos pocos, y punto. «¡Que seremos unos fascistas, pero sabemos gobernar!», como clamó en un alarde de sincericidio hinchado de fautidad aquel acémila.

La derecha no intenta ningún pase de manos de fina prestidigitación entre la gobernanza y la Verdad, siempre entiende del modo más llano y cínico que mandar consiste en manipular a las masas en provecho de unos pocos, y punto

La izquierda, por contra, quisiera tener aliados y contar con el apoyo del «pueblo», pero resulta que el pueblo no ha leído nada -como mucho repite refranes trillados y temerosos, como Sancho-, que cuando se va de reuniones de vecinos termina gritando y que en las manifestaciones portan neveras con cervezas. 

El conflicto empieza el día que el hombre de izquierdas –ese peñazo…- descubre que su compañero de partido ha leído cosas ligeramente distintas de las suyas, en las cuales, como él mismo, ha detectado un signo, una cifra de la Verdad absoluta, ínfima diferencia que os asegura enemistad eterna a medio y largo plazo. Al principio todo es reconocimiento mutuo, parabienes y camas redondas, pero enseguida el amor se torna celos, y la unión ocasión para apuñalarse desde más cerca y más frecuentemente. Cada uno posee su propio Bálsamo de Fierabrás, pero lo emplean para envenenar al querido y estimado colega. 

Por su parte, la derechona se limpia siempre las manos, como Poncio Pilato, preguntándose a la vez, y no sin bonhomía. qué demonios será eso de la Verdad… Ellos van a lo suyo, y no solamente eso: han hecho del “ir a la suyo” una filosofía providencialista, de tal manera que si todos hiciéramos como ellos (Mandeville, Smith, Friedman…) la prosperidad fluiría como un río de miel por todo el putiferio social. Especímenes como Berlusconi son facilísimos de contentar: menores, fiestas, drogas, cirugía plástica y poder mediático. Frente a ello, alguien mucho más virtuoso como Pablo Iglesias exige un imposible: exige tener siempre razón y que le sea reconocida en el acto. 

El influencer Engels, en su prólogo aLa lucha de clases en Francia de 1848 a 1850 de su bro Marx, deja caer una broma sumamente esclarecedora. 

Escribe que “entonces los cristianos, digo los socialistas”… En efecto, los anticapitalistas de hoy son los bolcheviques de ayer y los cristianos de las catacumbas, lo que ocurre es que en cuanto salen de la oscuridad se ponen a establecer una “hoja de ruta” y al final brotan diez Santas Iglesias Católicas distintas, todas de ultraderecha, monolíticas y devorahombres.

Es por eso, me parece, por lo que el poder es patrimonialmente de derechas, y por lo que nosotros, los cristianos/jacobinos/bolcheviques vamos a volver a perder en España las elecciones del próximo 23 de julio. Nada vamos a poder contra el resurgimiento de ETA, la pandemia de los okupas inexistentes, la violación diaria que Pretty perpetra sobre el Falcon y el pucherazo-seguro-si-gana-el-otro, los cuatro jinetes del apocalipsis de la coalición.

Se deben tener siempre presentes las Leyes de la Estupidez Humana de Carlo Cipolla (Allegro ma non troppo, 1988), tan válidas ayer como hoy…

-Primera: «Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo».

-Segunda: «La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona».

-Tercera: «Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio».

-Cuarta: «Las personas que no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que (…) tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error».

-Quinta: «La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe».

El corolario:

«El estúpido es más peligroso que el malvado».

Añadido:

«La persona inteligente sabe que es inteligente. El malvado es consciente de que es un malvado (…) Al contrario que estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora».

Amén