L’Anse aux Meadows y el descubrimiento de América

L’Anse aux Meadows: Un asentamiento vikingo en América del Norte

Para los vikingos, Vinland no era sino una más de las tantas islas de los mares por los que navegaban. Lo más sorprendente de la aventura no es que realmente llegaran a este continente, sino que además de alcanzarlo, se establecieran allí durante cierto tiempo
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Durante siglos se tuvo la creencia de que fue el almirante genovés Cristóbal Colón el primer europeo en llegar a América. Actualmente, sabemos a ciencia cierta que esto no fue así. Unos 500 años antes, el navegante escandinavo Leif Erickson (El Afortunado) arribó a las costas de Norteamérica donde dejó su huella. Por desgracia, este hecho se mantuvo solo en la tradición literaria islandesa y en los debates académicos.

Estos tienen su origen desde el siglo XVI y XVII, al menos entre los intelectuales islandeses como el erudito Arngrimur Jonsson (1568-1648) y el anticuario Thormod Torfaeus (1636-1719). A partir del siglo XVIII, con la edición en otros idiomas de las Sagas islandesas, se comenzó a cuestionar, fuera del mundo nórdico, si lo que estas decían respecto a la llegada de los groenlandeses a Vinland era cierto y si esta tierra era realmente América.

El conjunto de las Sagas de los Groenlandeses y la de Erick el Rojo forman un grupo de especial interés dentro de las sagas de los islandeses y han sido llamadas Sagas de Vinlandia, pues son las únicas en las que se nos narran los viajes de los escandinavos a América, a las tres tierras que denominaron: Helluland, Markland y, la más importante, Vinland.

En 1893, el marinero noruego Magnus Andersen zarpó en una réplica de la embarcación vikinga hallada en Gokstad, desde Bergen, Noruega, hasta Newfoundland, Canadá. Este hecho demostró que dicha travesía sí era posible, pero faltaba la prueba definitiva. Las opiniones estaban divididas hasta que en 1961 los esposos Anne Stine Ingstad y Helge Ingstad, arqueóloga e investigador noruegos respectivamente, descubrieron unas elevaciones cubiertas de hierbas a cuatro metros sobre el nivel del mar en una zona de L’Anse aux Meadows en la Isla de Newfoundland, Canadá. Era un asentamiento vikingo de aproximadamente unos 1000 años.

En 1960 el investigador Helge Ingstad exploraba por mar y tierra la costa de Newfoundland en busca de rastros del asentamiento de Leif Erickson en las tierras conocidas como Vinland. Pero, ¿qué motivó que Ingstad centrara su atención en esta zona?

En primer lugar, las fuentes literarias de las sagas islandesas y mapas datados de 1590 (Stefánsson) y 1605 (Resen), que marcaban un promontorio llamado Winlandiӕ, correspondiente en los mapas actuales con las zonas cercanas a Newfoundland. Según Ingstad estos mapas estaban basados en la tradición ancestral islandesa y veía una coincidencia geográfica entre Helluland y Markland respecto a algunas zonas de la isla de Baffin y Labrador (Ingstad H., & Ingstad A., 2001, p. 2).

Las Sagas de Vinland no son las únicas fuentes escritas que hablan de este asentamiento, ni tampoco las primeras, pero si las únicas que explican y describen la travesía oceánica y la estancia en tierra, aunque de manera contradictoria. La distancia temporal que separa estas sagas de los hechos que relatan, unos dos siglos, hizo dudar de su fiabilidad durante mucho tiempo. Sin embargo, ya en 1075 se escribió la primera referencia a Vinlandia de que se tiene noticia en la Gesta Hammaburgensis Ecclesiae Pontificum, monumental historia del arzobispado de Hamburgo, cuyo autor fue Adam de Bremen. La Iglesia escandinava dependía entonces de ese arzobispado y en el capítulo 38 dedicado a Escandinavia,* nos habla de una isla en el océano llamada Vinland, en la que había vides y trigo silvestre. También coincide con las sagas al decir que la isla fue avistada por muchos, pues con ello parece significar que hubo diferentes expediciones. Otra referencia posterior nos legó el Obispo islandés de Skálholt (1630-1638), Gísli Oddson, quien alude en sus anales a viajes realizados por los groenlandeses a Vinlandia en 1342 y desde Markland a Islandia en 1347.

Más allá de estas referencias y otras similares no teníamos otros indicios que evidenciaran concienzudamente la presencia de los nórdicos en América, hasta el hallazgo del yacimiento arqueológico de L’Anse aux Meadows. Entre 1961 y 1968 Anne S. Ingstad dirigió siete expediciones arqueológicas en ese lugar junto a su esposo y otros especialistas de Suecia, Islandia, Canadá y Estados Unidos.

Más allá de estas referencias y otras similares no teníamos otros indicios que evidenciaran concienzudamente la presencia de los nórdicos en América, hasta el hallazgo del yacimiento arqueológico de L’Anse aux Meadows.

Este sitio constaba de ocho edificios completos y uno en ruinas. Aquí se encontraron pruebas de que estas casas habían sido levantadas por los vikingos. Una de ellas es el corte angular y preciso en las maderas, algo que solo se podría haber hecho con hachas u otras herramientas metálicas. Y es sabido que los habitantes originales de la región desconocían la metalurgia, al menos con el nivel de desarrollo necesario como para edificar un asentamiento como el que en esa zona encontraron los esposos Ingstad. Teniendo en cuenta la tradición oral y por el estilo arquitectónico de las edificaciones, los historiadores creen se erigió al final del primer milenio. Con todo, la fecha exacta se desconocía hasta que, a partir del estudio de una tormenta solar ocurrida en la Tierra en el año 992, un grupo de científicos pudo fechar el período en el que se encontraban en América los viajeros del norte europeo, aunque no la fecha exacta de su arribo. Según el profesor e investigador de la Universidad de Groninga en los Países Bajos, Michael Dee, los árboles son capaces de absorber el carbono de la atmósfera y lo incorporan a sus anillos de crecimiento y debido a la tormenta los niveles de ese año se dispararon (Dee, 2021, 388).

Descubrieron un pico en la concentración de radiocarbonos en el anillo que corresponde al año 993, o sea, un año después de dicho fenómeno. Solo les restaba contar hacia el borde de la corteza para determinar cuándo se había formado el ultimo anillo. Tal procedimiento se repitió en tres trozos de madera diferente de tres arboles distintos y todos arrojaron el mismo resultado: la fecha de corte era 1021. Este grupo de expertos sugiere que la estancia de los visitantes nórdicos allí fue relativamente breve, o al menos no encontraron pruebas de lo contrario.

También se encontraron en el lugar pequeñas piezas de jaspe, rocas sedimentarias que se usaron en el mundo nórdico para ayudar a encender fuegos dentro y fuera de las viviendas. Estas piezas fueron analizadas y se descubrió que en dos de los edificios solo se encontraban piezas de jaspe islandés, mientras que en otros había piezas de Groenlandia. Incluso encontraron una pieza oriunda de la costa este de Newfoundland. Esto podría ser un indicio de veracidad de lo afirmado en las sagas respecto a que también vinieron exploradores desde Islandia, que se aventuraron a bajar por la costa este.

Luego de estos descubrimientos, toda la zona fue incorporada al Parque Nacional de Canadá y fue construido un gran Museo Vikingo con réplicas de una casa de césped nórdica y recreaciones del interior. Este lugar se ha convertido en una gran atracción turística y patrimonio histórico de suma importancia tanto para los canadienses y estadounidenses, que reclaman su ascendencia nórdica, como para los escandinavos que se enorgullecen de la hazaña de sus ancestros. No obstante, el propio Helge Ingstad explica que la vida apacible y aislada de los habitantes de esa localidad se vio afectada producto del trascendental hallazgo. Antes de este acontecimiento tan importante, L’Anse aux Meadows no tenía ninguna relevancia para el mundo, ni siquiera para los propios canadienses. Era una simple comunidad aislada de pescadores y personas simples con vidas sencillas y alejadas del bullicio urbano de las grandes ciudades (Ingstad, 2001, 132). Sin embardo, con la noticia del descubrimiento realizado por los esposos Ingstad y su equipo, L’Anse aux Meadows no solo se tornó visible ante América y el resto del mundo, sino que además la historia de esa región anónima cambió para siempre.

Los Estados Unidos y Escandinavia han otorgado a Leif Erikson un gran honor al atribuirle no solo el descubrimiento de América, sino también la paternidad simbólica de la gran comunidad escandinava que vive en los Estados Unidos. Por ello, el Congreso Estadounidense decidió honrar a este gran explorador y a toda la comunidad americana de origen nórdico instaurando un día anual de conmemoración. Desde 1964 se celebra el 9 de octubre el Leif Erikson Day.

Los nórdicos fueron casi con toda seguridad los primeros europeos que se establecieron en América.

Los nórdicos fueron casi con toda seguridad los primeros europeos que se establecieron en América. Esa empresa de insipiente colonización sin duda fue un enorme acto de osadía, pero aquel evento no cambió la visión que ellos tenían del mundo, ni cambió la de nadie más. Para los vikingos, Vinland no era sino una más de las tantas islas de los mares por los que navegaban. Así, lo más sorprendente de la aventura no es que realmente llegaran a este continente, sino, que además de alcanzarlo, se establecieran allí durante cierto tiempo. La llegada de Leif Erickson a América (Vinland) también implicó un encuentro entre culturas diferentes, que en muchas ocasiones fue belicoso, pero la evidencia arqueológica atestigua que también pudo ser de incipiente intercambio cultural. Mucho queda por descubrir todavía, pero lo que es innegable es el hecho de que mil años después del viaje transatlántico de los osados marineros del Norte, L’Anse aux Meadows trasciende a los anales de la historia por ser portadora del único asentamiento vikingo en América y, por ende, historia viva de los mejores navegantes que hayan existido.

Notas

*Para cuya confección Adam se había guiado por lo que le contó el rey Sven Ulfsson de Dinamarca cuando visitó su corte unos diez años antes de escribir el libro.

Bibliografía

Anónimo. (2002) Saga de los Groenlandeses. Saga de Erick El Rojo. Prologo y Traducción: Antón y Pedro Casariego. Editorial Medieval.

Bremen, A. (1075) Hechos de los Obispos de la Iglesia de Hamburgo. [Internet], Publicado: 14 de agosto de 2015.

Dee, M. y Kuitems M. (20 de octubre de 2021) “Evidencia de la presencia europea en América en 1021 d.n.e”. en: Revista Nature [Internet]. Vol. 601, [Consultado: 2 de junio de 2022], Disponible: https://doi.org/10.1038/s41586-021-03972-8

Ingstad H. & Ingstad A. S. (2001) The Viking Discovery of America: The Excavation of a Norse Settlement in L’Anse aux Meadows, Newfoundland. Checkmark Books.

Logan, F. D. (2014) Los vikingos en la historia, Fondo de Cultura Económica.