Fotografía: Miguel Alejandro Valderrama (Buti)
Texto: Julio Llopiz-Casal
Vivimos en una ciudad en la que la relación con la escala suele ser traumática. Quien nació en casa grande, ecléctica, con baldosa hidráulica en el piso, tiende a crecer imaginando una ciudad que encarna lo abierto, con casco histórico, barrios desiguales, barrios modernistas y zonas residenciales, que van del punto álgido al punto cero… como es La Habana hasta «cierto punto». Pero la mayoría de los nacidos y criados en La Habana tuvieron otra experiencia: suelen convivir con su gente en espacios pequeños, que tienen que ver más con la inventiva que con la arquitectura planificada, ya sean solariegos o microbrigadistas. Vivir La Habana depende del entorno en que floreciste y de la hostilidad o benevolencia con que te haya tocado desplazarte por ella… El transporte público tiene que ver bastante, pero ese es otro capítulo piloto.
@_dbuti es un fotógrafo que ha dependido mucho de su entorno hogareño y de cómo ha vivido la ciudad. Habitó varios espacios con distintas características antes de vivir donde vive hoy. Ahora vive en un lugar que tiende a lo íntimo, a lo pequeño, a lo cavernoso. Cuando era más joven era muy físico, deportivo, jugó mucho fútbol y los patines fueron sus pies por mucho tiempo. Hoy es más contemplativo y gusta de otros hábitos: lee y navega por la web como Jack en el Perla Negra.
He visto el trabajo de @_dbuti desde sus inicios. Le dedicó mucho estudio y ejercicio a las composiciones clásicas, académicas si se quiere. En este sentido lo he visto insistir en la flora, por ejemplo: sus retratos de plantas, de flores en su jardín, de arbustos de su zona, han ido de lo naturalista clásico a lo crudo y abstracto… ahora tienen mucho más encanto. Pero siempre han tenido que ver con una escala pequeña, parecen escenografías de historias de gnomos.
Ese mismo enfoque tienen sus fotos del entorno urbano más abierto. Parecen las visuales citadinas de Bilbo Bolsón con una Canon SX40HS Power Shot, paseándose por 23 o Malecón con algo que parece más una jaba de mandados que una cámara. La Habana tiene una escala especial desde estas instantáneas. Las hay muy objetivas, correctas, disparadas desde lo bien técnico que tributa a los estudios arquitectónicos tradicionales. Pero también hay ópticas que recuerdan cómo la San Cristóbal se nos cae a pedazos… parecen la vista post-apocalíptica, en primera persona, de un barbudo de medio metro con un hacha. Tal vez valga la pena pensar en una Habana así, más parecida a un videojuego que a una postal turística maniquea, que nada va a aportar a la reconstrucción.