Por Laura D’Olimpio
El primer aniversario del ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre y el inicio del conflicto en Gaza dejaron a las escuelas del Reino Unido en un dilema: ¿cómo abordar el evento? Ha afectado a muchas personas en todo el mundo, incluidas las familias y los niños en las escuelas del Reino Unido.
A principios de 2024, Sara Khan, asesora gubernamental sobre cohesión social, sugirió que las escuelas no están fomentando un debate razonable sobre el conflicto Israel-Gaza porque los maestros están nerviosos por tratar un tema tan delicado en el aula.
Sin embargo, si las escuelas evitan el tema, corren el riesgo de fomentar la desconfianza, la ira, el odio y la polarización. Y no solo eso, porque los estudiantes buscarán información en línea, donde es muy probable que se topen con fake news y teorías conspirativas.
El líder del sindicato educativo más grande del Reino Unido, Daniel Kebede, señaló recientemente que no hay suficiente espacio en el currículo para que los estudiantes discutan estos temas difíciles. Según él, la solución es integrar la filosofía como asignatura en el currículo escolar en Inglaterra.
La filosofía está diseñada específicamente para promover habilidades de pensamiento crítico y enseñar a las personas cómo tener conversaciones difíciles sobre temas controvertidos.
Enseñar temas controvertidos
Los temas controvertidos y delicados son inevitables. Los encontramos en los medios, en las noticias, en la calle y en nuestros hogares. Sin embargo, no siempre sabemos qué pensar, especialmente cuando el tema es complejo, o cómo hablar con personas con quienes no estamos de acuerdo. Y estas habilidades de diálogo razonable se vuelven aún más difíciles cuando las emociones están a flor de piel.
Los jóvenes necesitan aprender cómo discutir cuestiones controvertidas como la guerra entre Israel y Gaza. La mejor manera de hacerlo es incluir la filosofía en el currículo. La filosofía tiene un excelente conjunto de herramientas diseñadas para explorar diversos puntos de vista de manera crítica y, cuando se enseña de manera dialógica —a través de la discusión entre estudiantes y profesores— los estudiantes se convierten en buscadores de conocimiento y sabiduría compartidos.
Un aspecto clave de una democracia es dar la bienvenida a diferentes ideas. Esta diversidad es una fortaleza porque permite que muchas afirmaciones sean escrutadas, y solo los mejores argumentos ganan fuerza. Sin embargo, este proceso de intercambio de ideas requiere que los ciudadanos sean capaces de mantener discusiones razonadas y pensar críticamente.
Para evitar la agresión o el caos, las personas deben participar de manera caritativa entre sí, respetando diversas experiencias y perspectivas, al tiempo que se muestran críticas con las ideas presentadas.
Las habilidades dialógicas de la filosofía
La filosofía, más que cualquier otra materia, anima a los estudiantes a reflexionar sobre las razones por las que piensan algo, y a considerar la posibilidad de que existan otros puntos de vista.
La filosofía es inherentemente dialógica. El enfoque más común de enseñanza consiste en analizar los pasos de un argumento, y luego considerar las debilidades en cada uno de ellos.
La filosofía logra esto enseñando a los estudiantes a verificar: ¿Qué suposiciones estoy haciendo? ¿Son válidas las premisas de mi posición? ¿La conclusión sigue lógicamente de mi punto de partida? ¿Cuál es un contraargumento o contraejemplo al que debo responder? ¿Podría estar equivocado sobre esto? ¿Qué información adicional necesito para llegar a una conclusión?
Este tipo de preguntas fomentan la humildad intelectual: la idea de que yo, como cualquier otra persona, podría estar equivocado. La humildad intelectual va de la mano con la apertura mental, asegurando que permanezcamos abiertos a nueva información relevante.
Estas habilidades de pensamiento crítico y desacuerdo respetuoso son vitales en una época de desinformación y noticias falsas. No solo necesitamos que los jóvenes aprendan a verificar hechos y ser críticos con lo que ven y oyen, sino también que comprendan que está bien no estar de acuerdo.
La filosofía trata de aprender a respetar a los demás cuyas opiniones difieren de las nuestras y de aceptar el desacuerdo razonable.
Ser abierto de mente
El influyente filósofo estadounidense Daniel Dennett, quien falleció a principios de este año, escribió sobre la importancia de criticar con amabilidad y buscar la versión más caritativa de la posición de tu oponente. Esto es crucial cuando se discuten temas controvertidos, ya que las personas razonables no siempre estarán de acuerdo.
Criticar con amabilidad significa mantenerse humilde y abierto a diferentes puntos de vista cuando se tienen conversaciones difíciles. Y significa crear un espacio para la exposición de argumentos y ejemplos diversos. De esta manera, los maestros capacitados en filosofía pueden mantenerse políticamente neutrales al mismo tiempo que ayudan a los estudiantes a conversar entre sí sobre temas importantes que les afectan a ellos y a sus seres queridos.
La filosofía trata de aprender a respetar a los demás cuyas opiniones difieren de las nuestras y de aceptar el desacuerdo razonable. También nos enseña a sentirnos cómodos con preguntas sin resolver y respuestas complejas. Enseñar filosofía en el aula lleva a que los estudiantes interactúen con las ideas de manera caritativa y crítica, fomentando la apertura mental y la humildad intelectual.
Son estas habilidades de diálogo las que necesitamos, ya que nuestra sociedad enfrenta una polarización y desacuerdo violento crecientes. Estas habilidades son algunas de las características definitorias de una democracia. Afortunadamente, los maestros están en una posición única para abrazar la asignatura de filosofía y las habilidades que tiene para ofrecer.
Este artículo ha sido traducido por The Conversation. Para leer el original siga este enlace.