La columna de Julio Iglesias

agosto 12, 2023

Ha pasado julio. ¿Cuántos memes en una breve oración? Imaginémoslo. Larga cola para ser atendido en una institución, el último pregunta si alguien ha pasado y, triunfante, le sonríe él a través de una ventana, a la par de un texto con la noticia de su paso. Se nos ocurre otro. Unos peatones dejados atrás por un veloz automóvil, refieren la tremenda velocidad alcanzada por el sonriente conductor. Al volante, va él con su alegría característica. Lo logramos, creamos dos memes de Julio Iglesias. Graciosos o no, al lector hispanoamericano le resulta fácil su representación, pues durante un mes, sus hábitos le han incorporado esa capacidad. Y poco importa la omisión de las mayúsculas en la primera oración. Estrecho espacio queda para la intriga, con la presencia de julio y meme en un mismo párrafo. Ha pasado julio, pero tras un año volverá con sus memes. Mientras lo esperamos, tratemos de ver las implicaciones del curioso fenómeno encarnado por los memes de Julio Iglesias.

Cuba, no es un país normal. Pasados los treinta, se asume con, o sin decoro. Pero, desde cualquiera de las dos actitudes, siempre se visibilizan los procesos de deformación presentes en la realidad cubana. En este texto, ahondaremos en uno de los más sonoros: la llegada de la cultura de Internet. Pero antes, recomendamos toda la atención posible al lector habitante de países con la normalidad por regla, pues algunas de las situaciones por describir pueden escapar a su entendimiento. De paso, también algo de alivio: pierda preocupación por una exposición al típico tono plañidero del cubano, de esa labor ya se encarga la tampoco normal fauna de redes.

El 2018, fue el inicio de la masificación de Internet en Cuba. La habilitación del servicio de datos móviles por parte del monopolio estatal de las comunicaciones (ETECSA), permitió el acceso a la web de cientos de miles de dispositivos telefónicos entrados y comercializados al país por el mercado informal a partir de la nueva política migratoria implementada desde el 2014. La visión del mundo y su relación con el mismo, los patrones culturales y la sociabilidad en general, cambiarían de manera radical del 2018 en adelante. Sin embargo, esta masificación, no fue un suceso repentino carente de un proceso educativo anterior. En los años previos, se habían dado las condiciones para una llegada, más o menos educada, al acceso a la web. Veamos esos momentos ya olvidados por el uso de las grandes redes sociales, la aparición de influencers locales y la disolución de las distancias migratorias.

Antes de los datos móviles, estuvieron las ahora deshabitadas zonas wifi. Su impacto en la sociedad cubana de la década anterior, es ahora insospechado. Parques repletos de personas de todos los sectores sociales, mostraban la avidez por el consumo virtual. Pero, no podía ser de otra manera, el acceso distaba de ser sencillo. La mera entrada a la plataforma de autenticación podía volverse un suplicio, los costos eran altos y la conectividad lenta. El uso, en pos del ahorro, se limitaba a Facebook para las redes sociales y, a la ya histórica aplicación IMO, para las llamadas internacionales. Detenerse a describir sólo ese período, además de incumplir con la promesa hecha al lector de no llorar cubanidad, llevaría un texto aparte. De todas maneras, si la curiosidad lo supera, deléitese en YouTube con el rapero Kumar Sublevado-Beat y su canción Conectaos (La Wi-Fi), participante incluso en las audiciones del España Got Talent. Tal vez su asombro iguale al de Laura Pausini y el resto del jurado tras escuchar una canción sólo posible de entender por oídos cubanos.

Volvamos a la entrada de la cultura de Internet a Cuba. Pues, algo hubo, no muy atrás en el tiempo, antes de las míticas zonas wifi. Siéntase aliviado el lector, tampoco nos remontaremos a los distantes noventa y principios de los dos mil, con su Internet marcado por la baja conectividad o limitado a correos electrónicos, privilegios -y usar esta palabra es exagerar-, de algunos centros de trabajo o universidades. Permanezcamos en los inicios de la década anterior, incluso en los finales de la primera del siglo. En esos extraños años, se empezaría a gestar la gradual irrupción de la cultura web. Y llegaría, no por medio de Internet. Al menos no de manera directa.

Varias veces hemos consumido en Cuba un producto cultural sin conocer su género. Voltus V fascinó a generaciones, ignorantes en la década de los ochenta, y posteriores, de la existencia del anime. Poné a Francella, en el 2002,puso a reír a las familias sin mucho conocimiento de la cultura argentina implícita. Y CSI: Las Vegas, arrasaría en el verano del 2004 sin la compañía de sus emisiones de Nueva York y Miami, y ajeno el público a su impacto dentro del género policiaco mundial. Lo mismo sucedería con Whatdafaq Show y Hola soy Germán a partir del 2011-2014. Normalizados en la actualidad, los youtubers protagonistas de ambos canales, deben desconocer su efecto cultural en Cuba. Extraño les resultaría también el modo de acceso en este país. Demos una breve explicación.

Llegados aquí, advertimos la entrada en explicaciones muy contextuales; y de paso, aseguramos al lector la utilidad de esta digresión. Presentamos al «paquete semanal». Nacido en los albores de la muy gradual masificación de Internet, el paquete semanal garantizó el acceso a su cultura sin proveer acceso a la conectividad. Tal contradicción, sólo es comprensible, si se define esa extraña figura endémica de Cuba.

El paquete semanal, es un servicio de copia de contenidos en su mayoría audiovisuales, ofrecido por negocios de copia o trabajadores por cuenta propia, a través de un disco externo generalmente de una extensión de uno o dos terabytes y con un período de actualización de sus materiales de una semana, iniciado cada lunes. ¡¿Quién le diría a un cubano cualquiera!? Alguien definió el paquete semanal. Jocosidad aparte, el paquete -denominación popular-, es un actor fundamental de la cotidianidad cubana. Conceptos también aparte, demos la mejor definición: el paquete, tiene de todo.

Juego de Tronos (Game of Thrones), vino en el paquete, temporada tras temporada. Las mejores y peores series de Netflix: disponibles en el paquete. ¿Las arrasadoras novelas turcas? Las amas de casa están al día por el paquete. ¿Series coreanas? Tienen su carpeta. ¿Videojuegos? Puedo mostrar mi amplia colección, adquirida, en su mayoría absoluta, del paquete. ¿Estrenos? Pronto el público cubano verá Barbie y Oppenheimer, a través del paquete. Hay más. Una muy bien montada sección cristiana. Documentales de todo tipo. Realities en inglés y español con una alta audiencia. Los principales noticieros deportivos y los partidos más importantes. Series actuales y de antaño. Bibliotecas con cientos de autores. Y, entre las casi treinta carpetas principales, una de ellas se encargó de construir la cultura de Internet en Cuba: Humor.

Extensa en la actualidad, en sus inicios contenía algo de humor cubano y las dos carpetas más seguidas: Whatdafaq Show y Hola Soy Germán. Pero, ambos youtubers, no aparecieron por primera vez en el paquete semanal. A inicios de la década anterior, circulaban por medio memorias flash. Sin referentes, eran consumidos por un público en su mayoría joven, pero carente de herramientas interpretativas. Una sola premisa regía su consumo: hacían reír. Su origen, sus pautas estéticas y sus mensajes, eran desconocidos. El paquete semanal, supliría esa carencia al organizar los contenidos y permitir a los usuarios un gradual proceso de comprensión de los códigos adquiridos. Para el 2021, año de la irrupción en hispanoamérica de los memes de Julio Iglesias, los cubanos habían adquirido mediante el paquete, la cultura para su apropiación y reproducción.

Tiempo de cumplir la promesa hecha al lector. Aclarar el objetivo del extenso recorrido por la historia de Internet en Cuba. Se puede resumir en una exclamación: ¡cuán efectiva es la cultura de Internet si es capaz de transmitir sus códigos incluso en un país con deformaciones estructurales capaces de excluirla! Cumplida la promesa, pasemos a hablar de Julio y sus memes. Pero antes, hablemos de otro personaje célebre en la web: Chuck Norris.

Y volvamos por un momento a Cuba, donde la recepción de este actor muestra los radicales cambios culturales de las últimas décadas. Excepto las películas de contenido ideológico más contrario al discurso interno, el público cubano, gustoso del género de artes marciales, disfrutó de los clásicos de Norris. Y, similar al resto del mundo, lo situó en el olvido con el paso del tiempo y las mutaciones propias de la industria cinematográfica. Hasta la llegada de la cultura de Internet.

A Mox, protagonista de Whatdafaq Show, le corresponde ese mérito en Cuba. Sus constantes menciones de los Chuck Norris Facts en sus videos, lograron, incluso sin búsqueda de explicaciones, la asunción del estereotipo por parte de usuarios relacionados de manera indirecta con el medio. Retomaremos la principal idea hasta ahora trazada: la cultura de Internet es capaz de llegar incluso a Cuba. Es capaz de rescatar a un Chuck Norris, no sólo dejado atrás por saltos epocales en el arte cinematográfico, proceso ocurrido en el mundo; si no que lo revive en un contexto de poco conocimiento de la estética que lo recrea. No es poca cosa.

Reinventarlo, eso hizo la cultura de Internet con Chuck Norris. Superado por cambios estéticos naturales en el arte, sería transfigurado en una estética nueva, con la capacidad, incluso, de superponerse a las carencias tecnológicas de una sociedad específica. El caso cubano, es muy complejo, y con un texto no basta para abarcar sus procesos culturales, pero, es una buena base para mostrar las posibilidades extremas de la cultura web. En el presente, la diferencia cubana respecto al mundo es casi inexistente. Desde el 2020, Cuba asiste de manera acelerada a la hegemonía global producida en Internet. Resultado práctico: entiende y produce memes de Julio Iglesias.

Desde el 2020, Cuba asiste de manera acelerada a la hegemonía global producida en Internet. Resultado práctico: entiende y produce memes de Julio Iglesias.

Los memes de Julio, son para Hispanoamérica, el equivalente a los Chuck Norris Facts. Sus efectos, no están sólo en dotar de identidad a un mes del año -cosa curiosa-, sino que también replican la reconstrucción del pasado desde una estética del presente, y, principal resultado, le conceden una figura hegemónica al Internet hispanoamericano dentro de la vorágine cultural web. El cierre, lo da la entusiasta acogida de Julio Iglesias con sus memes; nada diferente, salvo en la forma, a la gradual y resignada aceptación de Norris con sus Facts.

Hora de admitirlo, hablamos poco de Julio y sus memes, y más de Cuba y Chuck Norris. Si algo de ira obtenemos del lector, esperamos aplacarla con una idea: en la actualidad, nada pertenece o permanece en un lugar. Los memes de Julio, similar a cualquier tendencia, se pueden interpretar desde cualquiera de los contextos de su recepción. El fenómeno será el mismo en la España natal del cantante, o en la Cuba con su Internet del 2018. Seré también sincero. Respecto a los memes de Julio, padezco de conformismo cultural. Me alegra la obtención de un logro importante del Internet hispano en la creación de tendencias y no siento vergüenza por legitimarlo mediante la teoría. Tampoco me avergüenza cerrar con un cubaneo más para mostrar mi alegría: al fin ponemos una.