El debate filosófico y sociológico acerca de la ingeniería utópica como construcción errónea de la sociedad es de suma importancia, ya que tanto la Economía como la Sociología y la Ciencia Política tienen profundas raíces históricas, como bien advierte Karl Popper, y sus consecuencias se pueden rastrear hasta la actualidad.
La “ingeniería utópica”[1] o platónica u holística se contrapone a lo que Popper llama “ingeniería gradual” o fragmentaria, a la que considera adecuada (y hasta buena) para transformar la sociedad. El problema de la ingeniería utópica consiste en que busca cambiar a la sociedad en su conjunto y en que pretende que la conducta humana se adapte a “ideales” inamovibles, que para Popper son las Formas platónicas.
Popper piensa que la ingeniería utópica tiene un impacto inadecuado, negativo y socialmente peligroso. Pero esa opinión no es universalmente aceptada y merece un examen crítico.
Sostiene Popper que de acuerdo con la ingeniería utópica se determina la meta política, el Estado Ideal, antes de emprender alguna acción práctica. “Sólo una vez que tengamos en nuestras manos el diseño de la sociedad ideal, podremos comenzar a considerar los medios para materializarla”.[2] La ingeniería utópica u holística actúa con arreglos a fines totales, buscando “remodelar” el todo social, pretendiendo modificar la conducta humana para que se adapte a dichos “ideales” a como dé lugar. En este sentido, los experimentos que se emprenden son experimentos a gran escala.
El utopismo descansa en tres supuestos, a saber:
- La creencia, al estilo platónico, en un ideal absoluto e inmutable como las Ideas o Formas.
- La convicción de que existen métodos racionales para determinar de una vez y para siempre cuál es ese ideal y
- cuáles son los mejores medios para la realización del Estado perfecto.
Los supuestos 2- y 3- son, explica Popper,[3] falsos. En todo caso, podrá haber alguna virtud por parte de los jefes pero esto es cuestión de suerte y no de métodos racionales.
Hay, a los ojos de Popper, una actitud de arrogancia en los partidarios de este método puesto que se creen capaces de “salvar” a la humanidad entera. Hay, a la vez, una actitud maniquea ya que están convencidos de que o bien su plan salvará al mundo o bien sólo resta el caos.
Pero, ¿qué es lo que exactamente Popper le critica a la ingeniería holística?
En rigor de verdad, lo que Popper critica al utopismo es su propósito de reconstruir la sociedad en su totalidad, provocando cambios de amplio alcance pero, y esto es fundamental, sin tener la experiencia suficiente para ello.[4] Paradójicamente la ingeniería holística no permite experimento social alguno pues propone una transformación total de la sociedad en su conjunto. Popper dice que son experimentos en el mal sentido de la palabra: “son acciones cuyo resultado es incierto”.[5]
Por su parte, para la ingeniería fragmentaria o gradual a la que Popper adhiere en contraposición con la utópica u holística, los experimentos sociales deben realizarse a pequeña escala, sin revolucionar a toda la sociedad. Hay que modificar una institución por vez. Este tipo de experimentos sí son posibles; de hecho, según Popper, vivimos haciéndolos: por ejemplo, la introducción de un nuevo impuesto, una reforma penal…hasta el hombre que abre un negocio o saca la entrada para una obra de teatro. Son experimentos sociales que repercuten en toda la sociedad, a pesar de que no se la transforma totalmente. “Todo nuestro conocimiento de la vida social se basa en experimentos como éstos”.[6] Los experimentos a pequeña escala son aprobados por ingenieros que son conscientes de que la sociedad se desarrolla continuamente. Y este desarrollo no es repetitivo. Pero “dado que el método experimental requiere la repetibilidad de las condiciones de testeo, ¿cómo se explica que pueda haber experimentos sociales? Porque hay [responde Popper] aspectos parciales de la vida social que sí son repetitivos y que, por lo tanto, sí pueden ser explicados por hipótesis sociológicas: son las hipótesis que resultan testeadas por la ingeniería social fragmentaria”.[7]
En síntesis, los ingenieros fragmentarios tienen una actitud modesta pues no aspiran a cambiar a la sociedad toda ni aspiran a la perfección del Estado ideal ni a hacer feliz a alguien, dado que no hay medios institucionales para ello, sino a que “los hombres ejerzan su derecho a no padecer”.[8] El ingeniero gradual puede haberse trazado o no en su mente un plano de la sociedad y puede o no esperar que la humanidad llegue algún día a materializarlo, alcanzando la perfección y la felicidad. Pero será consciente de que la perfección es algo lejano.[9]
Dice Popper: “si el método al por mayor resulta es porque el método al por menor suministró la experiencia necesaria y esto, de todas maneras, siempre dentro de los límites de las experiencias adquiridas”. [10]
Notas
[1]Popper, K. R. (1945). La Sociedad Abierta y sus Enemigos. Barcelona: Planeta-Agostini, 1992, especialmente cap. 9, pp.173-184.
[2] Ibid., 174.
[3] Ibid., 177.
[4] Ibidem.
[5] Popper, K. R. (1961). La miseria del historicismo. Madrid: Alianza, 1996, p. 84.
[6] Ibidem.
[7] Popper, K. R. (1972). Conjeturas y refutaciones. Barcelona: Paidós, 1991, p.85.
[8] Popper, K. R. (1992) p.174.
[9] Ibidem.
[10] Popper, K. R. (1992) p.179.
Gracias, es claro. Me interesa la evolución de la «gradual o fragmentaria» en una sociedad globalista; porque puede ser pragmáticamente holística, aunque sin utopía.