Karl Marx y la crítica filosófica en nuestro tiempo

marzo 14, 2020
Karl Marx Criticism

 

Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”.

La obra del Karl Marx filósofo ha quedado inscrita en la Historia Universal debido a su crítica radical a la sociedad e ideología capitalista del siglo XIX. Ha sido deudor de la filosofía clásica alemana, conjugando una original interpretación social con ideas que también asume críticamente de la economía política inglesa y el socialismo francés. No obstante, el componente crítico de su obra, lo ha convertido en un fantasma que tiende a aparecer invariablemente en los momentos de tensión y crisis en nuestra más reciente historia.

Nacido en Trier, Renania alemana, en el año 1818, fue hijo de una familia judía de clase media. Estudió derecho en Bonn y Berlín, y luego escribió su doctorado en filosofía; este llevó por título: Diferencia entre la filosofía de la naturaleza de Demócrito y la de Epicuro.

Este ensayo fue considerado una obra polémica, especialmente entre los profesores de la Universidad de Berlín. Precisamente por eso, Marx decidió presentar su tesis a la Universidad de Jena, cuya facultad le otorgó su título en abril de 1841. ​ La tesis fue descrita como «una obra atrevida y original en la que Marx se propuso demostrar que la teología debe rendirse a la sabiduría superior de la filosofía” (1)

Al finalizar, no pudo obtener una posición como académico debido a la radicalidad de sus posturas. Fue así como se vio impulsado al periodismo. En esta etapa escribió para la Gaceta Renana (Rheinische Zeitung), donde comenzó a utilizar a Hegel y en especial su dialéctica. Se trasladó a París en 1843 y comenzó a colaborar con otros periódicos radicales como los Anales Franco-Alemanes (Deutsch-französische Jahrbücher) y Adelante! (Vorwärts!).

De sus muchos escritos tempranos, se destacan Crítica de la filosofía del derecho de Hegel y Sobre la cuestión judía, ambas fueron escritos en 1843 y publicados en el Deutsch-Französische Jahrbücher. En el primero de esos textos y justamente sobre la crítica nos dice:

«La tarea de la historia, por lo tanto, es establecer la verdad del acá, después que haya sido disipada la verdad del allá. Ante todo, el deber de la filosofía, que está al servicio de la historia, es el de desenmascarar la aniquilación de la persona humana en su aspecto profano, luego de haber sido desenmascarada la forma sagrada de la negación de la persona humana. La crítica del cielo se cambia así en la crítica de la tierra, la crítica de la religión en la crítica del derecho, la crítica de la teología en la crítica de la política.”

Los manuscritos económicos y filosóficos, escritos en París en 1844, y las Tesis sobre Feuerbach de 1845, aunque inéditos durante su vida, han sido también dos de los documentos que más interés han despertado en debates recientes, dentro y fuera de la academia.

A pesar de su carácter fragmentario, en el caso de Los manuscritos… se nos ofrece una original interpretación sobre el concepto de enajenación en relación con el trabajo, al producto del trabajo, los otros, el mundo que rodea al trabajador y la propia esencia humana (material).

Todas estas relaciones se ven comprometidas por el hecho de que el resultado del trabajo es enajenado del trabajador. Esta desconexión supone una relación esencial entre el hombre y el producto de su trabajo que ya no se puede completar, y como la producción material y espiritual son fundamento de la actividad humana, luego, la enajenación se generaliza a todo el sistema que rodea al hombre. Así tenemos que:

“Una consecuencia inmediata del hecho de estar enajenado el hombre del producto de su trabajo, de su actividad vital, de su ser genérico, es la enajenación del hombre respecto del hombre. Si el hombre se enfrenta consigo mismo, se enfrenta también al otro. Lo que es válido respecto de la relación del hombre con su trabajo, con el producto de su trabajo y consigo mismo, vale también para la relación del hombre con el otro y con su trabajo y el producto del trabajo del otro.» (2)

Así pues, lejos de reducir su crítica a una operación o dispositivo contra el poder y la ideología religiosa, habría que verla en función de un movimiento más general que no compete solo a personas, o esferas específicas de la vida social.

Este movimiento se ilustra perfectamente en el devenir que se va dando en su obra y que, desde el punto de vista lógico, retoma diversos elementos hegelianos que no tenemos tiempo de identificar ahora. En otras palabras, la crítica no solo es un develamiento de condiciones que subyacen a nuestro mundo, no es tampoco la imprecación o ataque unívoco al otro (ya sea este el objeto, el mundo o los valores), sino también que se trata de exponer el aislamiento, la limitación, la explotación y enajenación de los sujetos. Estos sujetos no son más que individuos que se enfrentan entre sí, pero que no pueden ver el carácter totalizante de sus acciones.

Otras obras también importantes son La ideología alemana, coescrita con Engels en 1845 y El Manifiesto comunista que es el trabajo más leído y famoso de Marx, quizás por ser una obra didáctica y menos teórica. Lo cierto es que para su correcta interpretación se debe insertar en el corpus marxista y no pensar aisladamente como varios intelectuales recientemente han intentado. Ejemplo de ello es la lectura limitada de Jordan Peterson para de ahí concluir que existe un supuesto posmodernismo marxista del cual no da una explicación cabal ni fundamentos precisos. Con el Manifiesto y La ideología la crítica se despliega en el terreno de lo histórico.

En La ideología alemana, Marx y Engels contrastan su método materialista con el idealismo que había caracterizado el pensamiento alemán anterior. En consecuencia, se esfuerzan por establecer las premisas del método materialista en oposición a la supuesta radicalidad y crítica de aquel movimiento: “A ninguno de estos filósofos se le ha ocurrido siquiera preguntar por el entronque de la filosofía alemana con la realidad de Alemania, por el entronque de su crítica con el propio mundo material que la rodea.” (3)

En otras palabras:

“Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo. Es decir, no se parte de lo que los hombres dicen, se representan o se imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para llegar, arrancando de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proceso empíricamente registrable y ligado a condiciones materiales. La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellos correspondan pierden, así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hombres que desarrollan su producción material y su trato material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia. Desde el primer punto de vista, se parte de la conciencia como si fuera un individuo viviente; desde el segundo punto de vista, que es el que corresponde a la vida real, se parte del mismo individuo real viviente y se considera la conciencia solamente como su conciencia.” (4)

Con el fracaso de la revolución de 1848, Marx se mudó a Londres, donde permaneció el resto de su vida, concentrándose en el estudio de la economía política. Allí culminó en 1859 su Contribución a la crítica de la economía política.

En 1867, tras una estancia en casa de su amigo Kugelmann en Hannover en la que corrigió las primeras galeradas, publica el primer volumen de El capital, obra que aborda el proceso de producción capitalista en su totalidad y una vez más auxiliado de la lógica hegeliana. En esta obra grosso modo Marx elaboró su teoría del valor-trabajo, su concepción de la plusvalía y de la explotación a partir del carácter misterioso de la mercancía. Una vez más, aquí la crítica se convierte en la llave de acceso de un mundo de relaciones sociales que explican la violencia y el terror mediante la cual los hombres luchan por un pedazo de pan. “A primera vista, parece como si las mercancías fuesen objetos evidentes y triviales. Pero, analizándolas, vemos que son objetos muy intrincados, llenos de sutilezas metafísicas y resabios teológicos” (5). Pero es justamente a partir de la exposición del sistema de la mercancía que la sociedad se hace explícita. No obstante, todavía está por dilucidar, ante qué ojos queda explícito este movimiento, o en otros términos: ¿Cómo se des-enajena el enajenado? ¿Cómo siendo explícito el origen de la crisis del hombre, este no hace nada para salvarse, sino más bien penetrar más en su propia caverna?

Los volúmenes II (1885) y III (1894) de El Capital se mantuvieron como manuscritos en los que Marx siguió trabajando el resto de su vida y fueron publicados póstumamente por Engels.

Como es fácilmente observable, los textos mencionados representan solo un pequeño fragmento de la obra de Marx, que eventualmente tendrá alrededor de 100 grandes volúmenes cuando se complete el trabajo de recopilación.

Karl Marx y la crítica (filosófica)

Marx fragua su pensamiento en la combinación de la historia, la filosofía y la economía política, posición que lo llevó a concebir y plantear la necesidad de una apropiación teórico-práctico de la realidad. Su militancia y su proximidad con las condiciones de trabajo de la clase obrera resultaron en un conjunto de conceptos y teorías que, guiados por la actividad práctica, conducen a la revolución social y a la dictadura del proletariado como alternativa final a las contradicciones sociales.

En una encuesta realizada por la BBC en el año 1999, fue considerado por los lectores como el pensador más importante del milenio. En ese listado compartió espacio con Albert Einstein y pensadores como Isaac Newton, Darwin, Santo Tomás de Aquino, Hawking, Kant entre otros.

Sus obras aún son objeto de discusión acalorada. Y casi siempre es fácil encontrar aquellos que se apegan un poco más o un poco menos a su teoría, los que hablan de uno viejo y otro joven, humanista o científico, dialéctico, hegeliano, o no, más economista y menos filósofo, etc.

Fustigadores también ha habido muchos. Un ejemplo es Karl Popper quien le achaca a Marx su participación teórica en la construcción de una ciencia social que pretende, desde el esencialismo, conducir la Historia hacia leyes inamovibles.

Otros, por su parte, lo identifican como una influencia importante, y padre de la Ciencia Social moderna.

Independientemente de las combinaciones y lecturas que existan sobre su obra, el elemento de la crítica es un giro fundamental que desmiente la creencia en un Marx que solo veía en la historia un grupo inamovible de leyes. También de paso, deja sin palabras a los burócratas del pensamiento que solo ven en su obra una Biblia de consulta obligada. Ya sabe el lector lo que debe ir aquí: si Marx viviera, no fuera marxista.

Si algo precisamente nos puede dar el Marx crítico (o filósofo) hoy, es, en primer lugar, la capacidad de discernimiento que se ofrece en una nueva concepción epistemológica de la verdad, y segundo, el cauce práctico-moral que tanto nos hace falta. Esto es, que la crítica no debiera ser la capacidad de pensar unívocamente o de buscar una verdad que se identifica a un objeto específico. Antes bien, crítica es un concepto complejo que apunta a visibilizar la verdad como sistema y conjunto de relaciones (sociales). No es la verdad de lo uno o lo otro, del aquello o esto, de la univocidad del entendimiento; sino la verdad como práctica develadora de ideología.

 

Notas

  1. Wheen, Francis (2001). Karl Marx. London: Fourth Estate. ISBN 978-1-85702-637-5.
  2. Marx, K. (1848), Trabajo Enajenado. En Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844. Recuperado de: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/manuscritos/man1.htm#1-4 
  3. Marx, K.  &  Engels, F. (1974).  La Ideología Alemana. En Marx & Engels, Obras Escogidas en tres tomos. Moscú: Editorial Progreso. Recuperado de: https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/feuerbach/1.htm
  4. Ídem.
  5. Marx, C. (1981). El Capital (Vol. I). La Habana: Instituto del Libro. p. 38.

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