Julio Pernús (JP): ¿Quién es la hermana Geraldina Céspedes Ulloa?
Hna. Geraldina (HG): Soy una religiosa misionera dominica del rosario, nacida en República Dominicana y por mi opción misionera. He estado trabajando en diferentes partes del mundo. Entre los países donde estuve más tiempo, destaco especialmente Guatemala (donde pasé 18 años), en Chiapas, México y también en Madrid, España. Soy teóloga ecofeminista, me defino así porque busco articular el grito de la tierra y el grito de las mujeres sin pudor. Mis ámbitos de trabajo han sido desde las perspectivas de las comunidades eclesiales de base adscritas que viven la Teología de la Liberación. Soy co-fundadora del núcleo Mujeres y Teología en Guatemala que aún existe y he sido profesora en universidades jesuíticas como la Rafael Landívar de Guatemala, la UCA del Salvador, también he sido profesora invitada en la Ibero de México. También he sido profesora en la escuela de Teología y Pastoral para laicos, Monseñor Gerardi y en la escuela jTatic Samuel de Chiapas, México.
JP: Esta conversación se produce en el contexto de un libro que usted presentó recientemente titulado Ecofeminismo: teología saludable para la tierra y sus habitantes y deseaba preguntarle: ¿qué es el ecofeminismo?
HG: Pues el ecofeminismo es una corriente de pensamiento, una filosofía, una teología, un estilo de vida y una espiritualidad que busca sentir-pensar y dar una respuesta a dos de los grandes gritos de la humanidad que en estos momentos son: el grito de las mujeres (deseamos potenciar la equidad de género, justicia, dignidad) y el otro grito es el de la Madre Tierra. Y en ese sentido, la respuesta a ese grito de la Tierra sigo la perspectiva de Laudato si, Querida Amazonía y Laudate Deum.
Soy teóloga ecofeminista, me defino así porque busco articular el grito de la tierra y el grito de las mujeres sin pudor.
JP: El feminismo ha sido de las corrientes que ha tenido mayor cantidad de criterios a favor o en contra en la Iglesia. ¿Cómo los que no estamos tan empapados de estos debates académicos pudiéramos acercarnos a un concepto católico de feminismo?
HG: El feminismo hace una afirmación muy simple: las mujeres somos también seres humanos, tenemos derechos, dignidad y estamos hechas a imagen y semejanza de Dios. Es eso tan básico que acabo de describir. A veces nos enredamos hacemos como tantos líos y debates con las palabras, pues aceptamos polemizar sobre estos tópicos con personas en nuestras iglesias que nunca se han leído un libro de teología feminista. El planteamiento del feminismo brota, hace dos preguntas: primero, si tú eres una persona que te das cuenta de la asimetría, inequidad y violencia hacia las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. En segundo lugar, pregunta si tú, además de darte cuenta de esa realidad, eres capaz de hacer algo y transformar ese sistema de pecado que niega la visión de la creación de Dios que en el Génesis dice que Él creo al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza.
El feminismo hace una afirmación muy simple: las mujeres somos también seres humanos, tenemos derechos, dignidad y estamos hechas a imagen y semejanza de Dios. Es eso tan básico que acabo de describir.
JP: Hna. Geraldina, algunas plataformas mediáticas visibilizan a República Dominicana como un país conservador fruto de una Iglesia tradicionalista, sin embargo, la presentación de su libro teje un relato diferente, liberador. ¿Cuál fue el motivo que la llevó a tratar de impulsar en el ámbito intelectual- católico y popular del país, un debate sobre los temas que usted reafirma en su obra?
HG: Esta obra surge desde la experiencia de la vida. Soy misionera dominica, una congregación que nació en la Amazonía peruana respondiendo a uno de los llamados a los que aspirábamos como orden: abordar la situación de las mujeres en torno a 1918. En América Latina, aquellos de nosotros que hemos sido formados desde una perspectiva teológica liberadora, con una opción radical por los pobres, llegamos a un punto en el que tomamos conciencia de que no es suficiente hablar de los oprimidos en general. Descubrimos que las más descartadas son las mujeres y la Madre Tierra.
Este libro brota de una práctica y una experiencia en la que me doy cuenta de que la Tierra y las mujeres son dos áreas que padecen las mayores injusticias y violencias, fruto de relaciones estructurales que urge transformar. El problema es que hemos visto como normal el abuso y hemos legitimado como sociedad la violencia hacia la tierra y contra las mujeres. Entonces, sintiendo ese sufrimiento en la piel, las ecofeministas buscamos desde ahí instalar en nuestro modo de proceder nuevas sabidurías desde las cuales podamos llegar a generar unas relaciones armónicas que sean liberadoras para la Tierra y para las mujeres y también para los hombres.
El ecofeminismo, y es algo que planteo en el libro, puede sonar a término nuevo para los que escuchen o lean esta entrevista, pero puedo asegurar que es una expresión nueva para designar un saber muy antiguo: ¿Cómo aprender a vivir en relaciones equitativas y armónicas? Apostamos por aprender a fluir con la Madre Tierra en una relación de comunión y respeto que nos ayude a salir de esa espiral de degradación que está marcando la existencia de la Tierra y de las mujeres.
JP: El papa Francisco ha ayudado a parir una eclesialidad acorde a esta nueva época. ¿Como ecofeminista te sientes identificada con él y sus pasos sinodales?
HG: Precisamente creo que vivimos un tiempo rico y profundo en cuanto a planteamientos, sobre todo, respecto al tema de la ecología. Francisco es uno de los signos de la presencia del Espíritu Santo en la Iglesia. Dentro de la doctrina social católica no se habían tocado estos asuntos las cuestiones socio-ambientales con tanta radicalidad y valentía. Sus respuestas a la crisis socio- ambiental y el cambio climático son de altísimo nivel. Sin embargo, con respecto al tema del género, todavía falta más.
Tanto en espacios como el sínodo de la Amazonía como en Laudato si se habla de ecología integral, pero nos falta dar el paso a una visión teológico ecofeminista. Por eso me pregunto siempre … ¿Dónde están las mujeres? Es necesario que pasemos de la conversión ecológica a una conversión ecofeminista donde podamos cuestionar el tema el sistema patriarcal. Francisco dice que no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social; pues nosotras, desde la perspectiva ecofeminista, también decimos que no existe una crisis ecológica separada del patriarcado, sino una sola crisis. El corazón de la cuestión ambiental no llega a su fondo si no mira que en el origen de la misma está … el sistema patriarcal que ve la Tierra y los cuerpos de las mujeres desde una perspectiva mercantilista y desde una visión antropocéntrica y androcéntrica que considera al ser humano varón como el centro y corona de la creación, con poder para dominar y destruir, generando toda esta situación de inhumanidad.
El actual proceso sinodal es un paso adelante que demuestra la intención de abordar el tema de la mujer y su participación en espacios eclesiales decisivos. Sin embargo, en ocasiones, tengo la sensación de que dejamos al Papa solo. Pues a nivel de las iglesias locales se está bastante lejos de una inclusión en igualdad de las mujeres como creyentes adultas. Es mínimo lo que reclamamos como espacio, pero lleva en sí una gran fuerza: el intentar vestirnos todos los católicos con la misma dignidad.