Por: Juan Antonio Monzón Lago y Lucia Mirabal Lorenzo
Tras la derrota alemana en la campaña de invierno de 1942-1943 en Stalingrado, el alto mando de la Wehrmacht (Fuerzas armadas unificadas de la Alemania nazi desde 1935-1945) ponen en práctica la Operación Ciudadela con el objetivo de desequilibrar la guerra en el este y evitar la llegada de blindados soviéticos a Stalingrado y proseguir la marcha hacia Moscú, dejando a las defensas comunistas deshabilitadas.
Del 5 al 12 de julio de 1943, comienza el avance alemán por los entornos montañosos de una pequeña ciudad a unos 640 km al sur de Moscú llamada Kursk, según el plan de Hitler y el comandante Erich Von Manstein los enemigos no aguantarían la embestida de sus compañías blindadas que atacarían por dos frentes en forma de cerco. El infalible plan nazi pudiera haber cumplido su objetivo, pero los espías rusos avisaron de la operación, dejando a los soviéticos la oportunidad de preparar una espléndida defensa.
Kursk es entonces el epicentro de la mayor confrontación blindada de la historia, con la presencia de unos 8000 carros blindados de varios tipos, unos 4000 aviones de combate y alrededor de 2 millones de soldados.
Von Manstein tenía fe un su plan de atraer el máximo número de tropas soviéticas al saliente de Kursk y con una maniobra envolvente aniquilar la quinta parte de los ejércitos, con el objetivo de guiar la ofensiva en el frente para que el 9no y 4to ejercito entraran a Kursk y se les unieran en el combate mientras sus carros de combate Panzer VI y Tiger arrasarían con el campo de batalla.
Por otra parte, los soviéticos ya informados de estas operaciones habían convertido Kursk en el punto más defendido del frente con más de 500 000 minas, 6000 km de trincheras emplazadas en 8 líneas de choque, 3000 a 4000 vehículos blindados, más de 2000 aviones, 20 000 a 30 000 piezas de artillería y 1 500 000 hombres listo para repeler cualquier ataque.
Pasadas las primeras horas de combate el enemigo había encestado duros golpes a las defensas soviéticas, pero ya había perdido la 3ra parte de su parque automotor (Vehículos de combate) producto de un furtivo ataque de artillería y aviación, seguido de un avance de tropas y blindados.
Para los posteriores días de ofensiva ya los bandos se encontraban con duras bajas y escasos de munición, los soldados combatían a cuchillos y los tanquistas salían de sus vehículos a disparar con sus fusiles.
Kursk significó una gran victoria, aunque con incontables bajas para las filas soviéticas. Para los nazis tuvo una gran repercusión en todas las otras operaciones militares, significando la ruptura de la fuerza alemana, ya que no pudieron levantarse del duro golpe que condujo inexorablemente a la capitulación dos años más tarde.
Referencias:
Lozano Álvaro (2007): Kursk, la batalla decisiva.
Pokryshkin: La gran guerra patria, Editorial Progreso Moscú- Relatos de mariscales escritores y publicistas Moscú Stalingrado.