Olvidos que Duelen
Hay olvidos que duelen. Cuando uno en las vorágines diarias olvida conmemorar el aniversario del amigo, duele. El encierro momentáneo conduce al ejercicio teorético y se olvida la práctica. Este 16 de abril se cumplieron 90 años del fallecimiento de José Carlos Mariátegui (Moquegua, 1894-1930).
Marxista peruano, filósofo hereje, periodista cortante y excelso escritor. El “Amauta”, como se le conocía, fue el hombre encargado de comprobar los hechos históricos del pueblo quechua para demostrarlos públicamente ante el Sol y ante América.
Crítico del sistema capitalista en toda su extensión. Conocedor de la realidad americana. Cronista de su tiempo: solo basta con leer La escena contemporánea, para comprender el primer tercio del siglo XX.
Nunca en Nuestra América se puso de manifiesto un marxismo autóctono y original como el de Mariátegui. Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928) es un clásico de la teoría crítica y la literatura latinoamericana y, esencialmente, una obra de los indígenas, por los indígenas y para los indígenas. “El problema del indio”, “El problema de la tierra”, “El proceso de la instrucción pública”, “El factor religioso”, el “Regionalismo y centralismo”, “El proceso de la literatura”, son algunos de los temas centrales que trata en el libro.
Este escrito sobre la realidad indígena peruana de hace casi cien años mantiene vigencia hasta el día de hoy y, sobre todo, es extensible a las comunidades y pueblos originarios de Latinoamérica.
La revista Amauta, fundada en 1926, es un ejemplo de cómo se hace periodismo crítico. En una vida de solo 35 años, valen las palabras de elogio a otro gran joven marxista de los años veinte, para Mariátegui: “Nadie hizo tanto en tan poco tiempo”.
Ideas Fundamentales
A continuación, se exponen algunos fragmentos de las ideas fundamentales del revolucionario peruano.
Sobre el problema fundamental del indio, la determinación económica y el problema de la tierra
“Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a éste como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios teoréticos —y a veces sólo verbales—, condenados a un absoluto descrédito. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas no han servido sino para ocultar o desfigurar la realidad del problema. La crítica socialista lo descubre y esclarece, porque busca sus causas en la economía del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico, ni en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones culturales y morales. La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus raíces en el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento de resolverla con medidas de administración o policía, con métodos de enseñanza o con obras de vialidad, constituye un trabajo superficial o adjetivo, mientras subsista la feudalidad de los «gamonales»”.
Y continua,
“La suposición de que el problema indígena es un problema étnico, se nutre del más envejecido repertorio de ideas imperialistas. El concepto de las razas inferiores sirvió al Occidente blanco para su obra de expansión y conquista. Esperar la emancipación indígena de un activo cruzamiento de la raza aborigen con inmigrantes blancos es una ingenuidad antisociológica, concebible sólo en la mente rudimentaria de un importador de carneros merinos. Los pueblos asiáticos, a los cuales no es inferior en un ápice el pueblo indio, han asimilado admirablemente la cultura occidental, en lo que tiene de más dinámico y creador, sin transfusiones de sangre europea. La degeneración del indio peruano es una barata invención de los leguleyos de la masa feudal”.
Sobre el antagonismo entre comunidad e individualismo
“Estas diferencias se han venido elaborando no por evolución o degeneración natural de la antigua «comunidad», sino al influjo de una legislación dirigida a la individualización de la propiedad y, sobre todo, por efecto de la expropiación de las tierras comunales en favor del latifundismo. Demuestran, por ende, la vitalidad del comunismo indígena que impulsa invariablemente a los aborígenes a variadas formas de cooperación y asociación. El indio, a pesar de las leyes de cien años de régimen republicano, no se ha hecho individualista. Y esto no proviene de que sea refractario al progreso como pretende el simplismo de sus interesados detractores. Depende, más bien, de que el individualismo, bajo un régimen feudal, no encuentra las condiciones necesarias para afirmarse y desarrollarse. El comunismo, en cambio, ha seguido siendo para el indio su única defensa. El individualismo no puede prosperar, y ni siquiera existe efectivamente, sino dentro de un régimen de libre concurrencia. Y el indio no se ha sentido nunca menos libre que cuando se ha sentido solo”.
Sobre el problema religioso y la cosmovisión indígenas
“La Conquista ha convertido formalmente al indio al catolicismo. Pero, en realidad, el indio no ha renegado sus viejos mitos. Su sentimiento místico ha variado. Su animismo subsiste. El indio sigue sin entender la metafísica católica. Su filosofía panteísta y materialista ha desposado, sin amor, al catecismo. Mas no ha renunciado a su propia concepción de la vida que no interroga a la Razón sino a la Naturaleza”.
Sobre el mito
“El hombre occidental ha colocado, durante algún tiempo, en el retablo de los dioses muertos, a la Razón y a la Ciencia. Pero ni la Razón ni la Ciencia pueden ser un mito. Ni la Razón ni la Ciencia pueden satisfacer toda la necesidad de infinito que hay en el hombre. La propia Razón se ha encargado de demostrar a los hombres que ella no les basta. Que únicamente el Mito posee la preciosa virtud de llenar su yo profundo. (…) Pero el hombre, como la filosofía lo define, es un animal metafísico. No se vive fecundamente sin una concepción metafísica de la vida. El mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito la existencia del hombre no tiene ningún sentido histórico. (…) Lo que más neta y claramente diferencia en esta época a la burguesía y al proletariado es el mito. La burguesía no tiene ya mito alguno. Se ha vuelto incrédula, escéptica, nihilista. El mito liberal renacentista, ha envejecido demasiado. El proletariado tiene un mito: la revolución social. Hacia ese mito se mueve con una fe vehemente y activa. La burguesía niega; el proletariado afirma. La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios. ¡Qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su ciencia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa, mística, espiritual. Es la fuerza del Mito. La emoción revolucionaria, como escribí en un artículo sobre Gandhi, es una emoción religiosa. Los motivos religiosos se han desplazado del cielo a la tierra. No son divinos; son humanos, son sociales”.
Filosofía y Socialismo Indoamericano
Mariátegui entendía que los filósofos han barrido el mediocre edificio positivista, han ayudado a esclarecer y demarcar los modestos confines de la razón, y han formulado las teorías actuales del mito y de la acción, pero, también pensaba que la verdad de hoy no será la verdad de mañana, puesto que una Verdad será válida solo para una época; y, por otro lado, sostenía que la filosofía sería incapaz de encontrar el camino a la Fe —esa fe que habla del mito—, camino que encontrarían los pueblos. A los filósofos y profesionales del pensamiento les tocará más tarde codificar el pensamiento que emerja de la gran gesta popular.
Sobre la praxis transformadora mostrada en las tesis feuerbachianas, y el método marxiano de lo abstracto a lo concreto, refleja lo siguiente, “(…) el ideario de los hombres que se proponen transformar nuestra América no puede nutrirse de ficciones. Nada importa, en la historia, el valor abstracto de una idea. Lo que importa es su valor concreto. Sobre todo, para nuestra América que tanto ha menester de ideales concretos”.
El mayor aporte de Mariátegui, sin dudas, es el socialismo indoamericano. Primero, como continuador del marxismo al estudiar la teoría y las ideas socialistas y, segundo, al transformar el corpus teórico de la teoría marxista y adaptarlo a la realidad latinoamericana. Sobre cómo debe ser el socialismo en nuestros países plantea, “No queremos, ciertamente, que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida, con nuestra propia realidad, en nuestro propio lenguaje, al socialismo indoamericano. He aquí una misión digna de una generación nueva”.
Tres días después nos enteramos de la importante fecha, gracias al noble amigo que nos avisó del suceso. Hoy 19 de abril como si fuera aquel trágico 16 de abril de 1930, recordamos con dolor al pensador peruano. El Amauta murió sufriendo las consecuencias del cáncer que acaso limitó su existencia física, enfermedad que no limitó sus esfuerzos a luchar contra un cáncer mucho más terrible: el cáncer del capitalismo. Hay olvidos que duelen.
Bibliografía
Mariátegui, J.C. (septiembre de 1928). “Aniversario y Balance”. Marxists.org. https://www.marxists.org/espanol/mariateg/1928/sep/aniv.htm
Mariátegui, J.C. (16 de enero de 1925). “El hombre y el mito”. Marxists.org. https://www.marxists.org/espanol/mariateg/oc/el_alma_matinal/paginas/el%20mito%20y%20el%20hombre.htm#1a
Mariátegui, J.C. (1996). Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana. Lima: Editorial Amauta.