El Ministerio de Sanidad de Gaza informó este Domingo que la cifra total de muertos desde que comenzó la guerra el 7 de octubre se eleva ya a 25.105. La cifra, proporcionada por el Ministerio de Sanidad de Gaza y validada por la Organización de las Naciones Unidas, pone de relieve la magnitud de una crisis que no solo afecta a un territorio, sino que también desafía los principios fundamentales de la humanidad y la justicia global.
El 7 de octubre marcó el comienzo de lo que ahora se ha convertido en una catástrofe humanitaria sin precedentes. Con 178 palestinos muertos en las últimas 24 horas, el número total de fallecidos desde el inicio de la guerra ha alcanzado un punto crítico. Entre las víctimas, predominan mujeres y niños, lo que agudiza aún más el carácter inhumano de esta confrontación.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, ha condenado vehementemente estas muertes, calificándolas de “desgarradoras”. Sus palabras no solo expresan dolor, sino también una profunda preocupación por la estabilidad de una región que se tambalea al borde del caos. Guterres no se ha quedado corto en sus críticas hacia las operaciones militares de Israel, señalando una destrucción masiva y la muerte de civiles a una escala sin precedentes durante su mandato.
La noticia llega al tiempo que la comunidad internacional continúa sus esfuerzos diplomáticos, buscando desesperadamente una solución al conflicto. Países como el Reino Unido y Francia, junto con la ONU, han expresado su decepción frente a la postura intransigente de Israel, subrayando la urgencia de una solución pacífica y justa para ambas partes.
Desde otra perspectiva, el Wall Street Journal revela que, según estimaciones de inteligencia de EE. UU., entre un 20 y un 30% de los combatientes de Hamás han sido eliminados en la ofensiva israelí. Este dato, aunque relevante desde un punto de vista estratégico, palidece frente a la inmensa pérdida de vidas civiles, lo que pone en cuestión la proporcionalidad y la ética de las tácticas militares empleadas.
