Filosofía y evolución biológica

junio 17, 2024

Ciencia y evolución

En los ámbitos de la historia y la filosofía de la ciencia, durante la segunda mitad del siglo XX, surgieron ciertas perspectivas que, al estar centradas en la epistemología evolutiva, trataron de pensar el desarrollo histórico de la ciencia a través de ciertos modelos evolutivos. De esta manera, se asevera que los avances científicos han sucedido, por un lado, de forma continua pero gradual, como en cierta perspectiva evolutiva en la que el cambio biológico generacional es continuo y gradual a través del tiempo o, por otro, de manera revolucionaria, como si el cambio científico fuese un tipo de especiación biológica. Si bien estas dos perspectivas, que corresponden a Stephen Toulmin y a Thomas Kuhn respectivamente, dan por sentada la relación entre la ciencia y la evolución, en tanto en cuanto tratan de naturalizar el desarrollo científico, al afirmar que si existe tal solo es porque en principio hay evolución biológica que, de cierta manera, tal como la evolución de los mecanismos cognitivos de los seres humanos, ha propiciado la evolución científica. Así, la evolución científica está sostenida por la evolución biológica. Más aún, el descubrimiento científico de la evolución biológica solo ha sido posible por el mismo hecho histórico en el que convergieron la evolución biológica de los seres humanos con la evolución de las teorías.

Ante estos supuestos, me interesó la idea de realizar un ejercicio filosófico en el que ensayaría una manera en la que el desarrollo histórico de la filosofía, que no se reduce solo a ser filosofía de la ciencia, pudiera relacionarse con la evolución, así como con un modelo evolutivo. Sin embargo, dicho ejercicio no tendría solo el interés de probar si tal relación era posible, sino de derivar una ética que se pudiera ajustar a criterios contemporáneos, como la catástrofe ambiental, para exhortar a los seres humanos a diseñar una forma diferente de habitar el planeta Tierra. De ahí que me haya enfocado, en primer lugar, en analizar algunos sucesos de la historia de la filosofía occidental con los presupuestos darwinianos del ancestro común y de la teoría de la descendencia con modificaciones; y en segundo, al imitar en el ámbito de la filosofía lo que ha hecho la epistemología evolutiva, en hacer una analogía entre la historia de la filosofía y el modelo evolutivo propuesto por Lynn Margulis, de la cual se podría derivar una ética que pueda fomentar otras formas de habitar y morar en el planeta Tierra.

Ancestro común y la descendencia con modificaciones

De acuerdo con la teoría evolutiva propuesta por Darwin, hay dos supuestos centrales: el ancestro común del cual descenderían las especies y la descendencia con modificaciones.  Así, al hacer una analogía con la historia de la filosofía, Platón sería el ancestro común, que mediante su escuela, fundada en el año 387 antes de Cristo, dejó descendencia con modificaciones hasta desaparecer en el 529 después de Cristo. En su descendencia destaca Aristóteles quien, después de ser discípulo directo de Platón, fundó otra escuela llamada Liceo en el 336 a. C., que Teofrasto trasladaría a Alejandría, donde Andrónico de Rodas ordenó la obra aristotélica. Después de tal suceso, fechado en el siglo I a. C., ya no se tiene registro de su continuidad como escuela. Sin embargo, cabe destacar la anomalía de la historia de la filosofía, porque si bien el ancestro común es Platón, también hay otras escuelas que no descienden de él, como el cinismo, el epicureísmo, el estoicismo y el escepticismo, que a su manera también dejaron linajes que se perderían en el tiempo por los ataques del cristianismo primitivo. Asimismo, podría advertirse que solo en el caso de Platón y de su escuela, la descendencia con modificaciones a través del tiempo es evidente. Pero después del cierre de la Academia y del Liceo resulta claro que dejó de funcionar esa dinámica. Aunque las escuelas menores triunfaran no tanto en Grecia sino en Roma, donde el estoicismo se haría la filosofía predilecta de ciertos emperadores, como Marco Aurelio, no se logran retrotraer al ancestro común llamado Platón. En consecuencia, con la ruptura de los linajes filosóficos que se retrotraían a Platón, la filosofía dejó de hacer real el fenómeno biológico de la descendencia con modificaciones. Sin embargo, la filosofía no dejó de existir o se extinguió. Pero si no se ha reproducido por estos medios propios que asume la teoría darwiniana, ¿cómo ha sobrevivido a través del tiempo?

Filosofía y evolución: el modelo de la simbiosis

El modelo evolutivo simbiogenético propuesto por Margulis tiene tres criterios fundamentales: 1) la simbiosis es como tal una convivencia de varios organismos en estrecha asociación; 2) los organismos participantes obtienen de la asociación una serie de ventajas, que podrían contribuir a la sobrevivencia y 3) que la simbiosis es el ancestro común de los organismos eucariotas. Con base en estos criterios mínimos podría hacerse una analogía con la filosofía y la historia de la filosofía: a) la convivencia de organismos sería una convivencia de epistemes, áreas de conocimiento o disciplinas en estrecha asociación; b) las ventajas obtenidas por la asociación sería el éxito de toda filosofía por mantenerse en el tiempo y c) el ancestro común de la filosofía sería en sí mismo una simbiosis de epistemes, áreas de conocimiento o disciplinas. De esta manera, podría entenderse que el ancestro común de la filosofía llamado Platón fue una simbiosis que hizo convivir a la matemática y geometría; la mitología, la cosmología y la física; las reflexiones pre-socráticas, sofisticas y socráticas… entre otras áreas culturales propias de y ajenas a su polis. Las ventajas obtenidas por la asociación de epistemes, áreas de conocimiento y disciplinas están dadas por el surgimiento de la nueva entidad llamada filosofía (como el caso exitoso de las células eucariotas) que, de manera exitosa, al adaptarse, sobrevivió a sus condiciones ambientales, políticas y sociales, así como prolongó su existencia en el tiempo. Una vez ocurrida esta simbiosis, otras tantas pudieron sucederse en el tiempo, como el caso de la filosofía aristotélica (que hizo una simbiosis particular entre la filosofía y una proto-biología) y otros modos subsecuentes. Por el ancestro común, que se volvió de alguna manera la condición de posibilidad de toda filosofía por venir (a partir de las células eucariotas pudieron desarrollarse protozoarios, hongos, plantas y animales), en la medida en que las nuevas generaciones interactúan con nuevas o, al menos, diferentes epistemes, áreas de conocimiento y disciplinas, podría entenderse que la historia de la filosofía hace manifiesta una larga serie de simbiosis filosóficas.

A la luz de la teoría de la simbiogénesis, la historia de la filosofía haría manifiestas las diferentes simbiosis que, a lo largo del tiempo, se han cristalizado como áreas especializadas de la misma filosofía. En este sentido, la filosofía de la ciencia, de la biología, de la economía, del arte, de la religión, de la historia, de la psicología, de la medicina… solo serían otros modos simbióticos en los que la filosofía convive, en tanto que hace asociaciones estrechas, con otras epistemes, áreas del conocimiento y disciplinas. Las ventajas que obtienen se pueden evaluar por los efectos que producen en las instituciones universitarias y en los espacios sociales. La gran ventaja es que siguen sobreviviendo, incluso en los tiempos en los que la filosofía no es tan recurrida, ni tiene un campo laboral tan amplio… además de las instituciones universitarias.

Simbiosis y filosofía: la deriva ética

Dado que las simbiosis filosóficas suceden por generaciones que conviven y se asocian de otras maneras con las epistemes, áreas del conocimiento y disciplinas propias del tiempo o las más relevantes, ¿habrá manera de identificar dentro de la variedad de las simbiosis filosóficas una que sea del tipo heredable? En la primera mitad del siglo XX, en el periodo entre guerras, ocurrió una simbiosis novedosa: la propuesta filosófica de Fritz Jahr llamada bioética, que de alguna manera hizo convivir y asociar a la vida con la ética o con la filosofía de la moral. En este sentido, la bioética incluye un simbionte filosófico, que en su origen hizo convivir al fenómeno de la moral con la filosofía. La bioética, como nuevo simbionte filosófico, ha sobrevivido a lo largo del siglo XX y de lo que va del XXI, hasta el grado de cristalizarse en las instituciones. La ventaja de esta simbiosis es que, si bien hace sobrevivir a la ética, que ya se había estancado en discursos abstractos que no podían dar cuenta de los problemas concernientes a la vida, tiene un efecto mayor, porque intenta hacer sobrevivir a la vida misma. Frente a las catástrofes planetarias de origen antropogénico, el simbionte bioético ahora trata de promover otras maneras de convivencia y asociación con la vida. De esta nueva convivencia depende el futuro no solo de la especie humana, sino de una gran cantidad de formas de vida.

Ahora bien, se puede derivar una ética que busque fomentar otras formas de habitar y de morar en el planeta Tierra, en tanto que intenta establecer otras formas de convivencia y de asociación con otras entidades que signifiquen y brinden ciertas ventajas para los organismos que participan y contribuyen a la sobrevivencia mutua. Cabe destacar esta posibilidad ética de propiciar las ventajas, porque pareciera que, hasta la fecha, los seres humanos solo han establecido una simbiosis de tipo parasitario, en la que obtienen todas las ventajas (beneficios), mientras que el organismo con el que conviven, en este caso el planeta Tierra, únicamente es dañado. Más importante aún, la ética y la bioética (simbiontes filosóficos que tienen la capacidad de establecer otras relaciones simbióticas) pueden asociarse con otras epistemes, áreas de conocimiento y disciplinas, para transformar la simbiosis parasitaria en una del tipo que se encargue de fomentar las ventajas mutuas con el fin de sobrevivir. Tal vez esta sea la hazaña histórico-biológica que lograrán las generaciones de simbiontes filosóficos que están por venir.

Coda

El motivo general de relacionar a la filosofía con la evolución, específicamente con el modelo simbiogenético propuesto por Margulis, estuvo inspirado por una idea de Peter Sloterdijk expuesta en el artículo titulado La domesticación del ser, en el que sugiere sin ambages que la historia de los seres humanos debe de entenderse a través o por medio de las configuraciones que aproximan o conjugan, a su vez, a la historia de las cosas, de las materias y de los simbiontes con los hechos humanos. En general, ha sido un primer acercamiento a la materia para tratar de entender la historia filosófica de los seres humanos en los términos simbióticos. En particular, se trataría de entender cómo los simbiontes filosóficos no solo están próximos a los hechos humanos, sino que los configuran. De ahí que el todavía novedoso simbionte filosófico llamado bioética pueda tener la iniciativa de configurar actualmente los hechos humanos, para abrir un panorama en el que la catástrofe global se minimice.


Una versión más larga de este artículo será publicada en el próximo número de Dialektika: Revista de Filosofía y Teoría Social.

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