Escritura atractiva

El propósito de la escritura y la lectura es el de transmitir un conocimiento, sea del tipo que sea. Cada uno de los escritos debiese encontrar gratificante que su contenido llegase hasta el mayor número de receptores posibles
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¿Cuántas veces se ha sentado a leer un artículo para algún estudio o documento que necesita redactar y cae en cuenta de lo tediosa que se le hace su lectura y de que, si no necesitara inminentemente leerlo por la necesidad que se le presenta en ese momento, ni se le pasara por la cabeza darle una hojeada a semejante bodrio rígido e insípido?

Si habituamos un ambiente que tenga contacto con textos científicos o que requiera publicaciones semi profesionales periódicas de cualquier tipo, probablemente habremos escuchado ese debate de carácter a veces oficioso sobre la forma en la que debe ser escrito un determinado texto nuevo. Típica pregunta del recién llegado al centro o del alumno nuevo que aún no sabe cuándo comenzar un nuevo párrafo. Si el espacio para el debate es idóneo y progresa la discusión, puede ser que además del “¿cómo tengo que hacerlo?” aparezca un humilde “¿cómo pudieran ser?”, sólo en el mejor de los casos.

Aquí la muestra de discursantes se fragmentaría un poco. Estarían los clásicos, los que lo han hecho así toda su vida, a los que ni siquiera se les hubiera ocurrido plantearse la posibilidad de un cambio. Luego aparecerían aquellos a los que sí les ha pasado por la cabeza alguna que otra vez, probablemente esos volcados a alguna Ciencia Social que toque este dilema; o simplemente alguien que lleva años ejerciendo y desde el primer momento le molestó no poder hacer un chiste en el medio de la página siete de su trabajo final de curso.

Históricamente este tipo de textos se ha caracterizado por su tono solemne que no deja espacio a la experimentación de ningún tipo en cuanto a formas de emitir el mensaje. Si quieres que tu texto se publique y quieres que te acrediten un descubrimiento o análisis determinado tienes que adecuarte a este tipo de marco de publicación perpetuamente histórica. ¿No?

Los tiempos cambian y las costumbres y formas de captar la atención evolucionan gradualmente. La escritura y lectura bajo la forma pura y tradicional cada vez quedan más desplazadas por formas actualizadas y atractivas de emitir mensajes: la producción audiovisual con sus formatos cortos, medianos y largos*; los softwares o páginas interactivas; las aplicaciones educativas**; las campañas transmedia; los podcasts; y un cúmulo de variantes digitales con mensajes que intentan abrirse espacio en un mundo cada vez más cargado de información y que descubre día a día nuevas formas de distraernos o entretenernos.

El propósito de la escritura y la lectura es el de transmitir un conocimiento, sea del tipo que sea. Cada uno de los escritos debiese encontrar gratificante que su contenido llegase hasta el mayor número de receptores posibles.

Ante este avance, pareciera que una parte del mundo académico se ha mantenido estático. Y me limito a decir “una parte” porque en algunas latitudes y espacios han permitido abrazar formas que presionan los límites clásicamente pautados: lenguaje más coloquial; voz del autor con matices de entusiasmo y una personalidad remarcada; citas de fuentes menos convencionales (pero científicamente válidas también); apoyo visual, sonoro o interactivo adjunto al texto, etc.

Pero podríamos comenzar a hacernos toda una serie de preguntas a partir de las anteriores formulaciones: ¿Los textos científicos necesitan abrirse un espacio entre tales contenidos? ¿Son para el mismo tipo de público al que apuntan los otros tipos de mensajes? ¿Buscan empatizar? ¿Realmente lo necesitan? ¿Son solo para la lectura y aprobación de un determinado comité científico? ¿Son exclusivamente para fundamentar las tesis que a su vez fueron sustentadas en hechos demostrados mediante otros textos de igual naturaleza?

El propósito de la escritura y la lectura es el de transmitir un conocimiento, sea del tipo que sea. Cada uno de los escritos debiese encontrar gratificante que su contenido llegase hasta el mayor número de receptores posibles. El encasillamiento en un esquema que obra en pos a ser leído por un sector en específico corre el riesgo de cortar su alcance al mantenerlo dentro de su propio marco cerrado de lectores clásicos. Tal vez la solución esté dentro de la diversificación del mismo mundo académico, dígase la variedad temática y el espectro de público al que pudiese interesarle en menor o mayor medida un objeto de estudio determinado.

No es lo mismo un texto sobre reacciones químicas que uno que aborde las luchas por los derechos feministas de las mujeres de Centroamérica en la actualidad. Ambos son textos científicos, pero el segundo de estos carga con una mayor potencialidad de alcance de público que el primero, por su carácter social y el alto interés que pudiera infundir debido al gran número de personas a las que alude y que están directamente vinculadas con este tema. En lograr un alcance mayor o menor tal vez incida directamente la forma del lenguaje del texto y el modo en el que este es expresado (el tipo de plataforma al que está inscrito).

Pero tomando un poco de distancia de la típica publicación de corte académico podemos ver que el horizonte de lecturas con público insatisfecho se vuelve más amplio y más identificable para casi todos los tipos de personas.

Es muy satisfactorio y accesible querer seguir el hilo de esa novela que nos atrapó con su desarrollo de personajes y con sus descripciones paisajísticas cargadas de colores, o enterarnos de cómo continúa la relación de cierta artista después de atrapar a su marido haciendo cosas de naturaleza “impura” en un islote tropical. Pero admitámoslo, nuestras lecturas del día a día pocas veces desembocan en estos esquemas de deleite placentero. Ya sea como profesional, estudiante o alguien que se encuentra entre trabajos con un empleo emergente haciendo reseñas para un catálogo de refrigeradores, la mayoría de los textos que se nos cruzan semanalmente se encuentran bajo la forma de tareas obligatorias que necesitas realizar para cumplir con una meta superior, dígase escribir un artículo para una revista, tener una tarea a entregar al día siguiente o terminar una capacitación extremadamente aburrida que tu supervisor te está exigiendo para la reunión de la semana que viene.

Entonces, ¿no sería maravilloso que cada una de estas lecturas estuviese al menos redactada de una manera más amena? ¿Más empática? La absoluta objetividad crea una distancia. Sientes que el texto no es para ti, que simplemente está. Que tiene forma de tallado en la piedra, de tablilla sumeria gigantesca e imponente situada en un árido páramo, provocándote la sensación de que solo estás pasando por ahí, que eres un peatón en su absolutamente solemne existencia antinatural. ¿Tanto daño pudiese crear una fracción de empatía? ¿No combatiría esto la creciente carga desmotivacional de las nuevas generaciones con respecto a todo aquello que tenga un carácter informativo o educacional bajo la forma de un texto?

No estoy animando a que los escritos profesionales se conviertan en un chiste o en una maraña de narraciones que le resten claridad a lo que se está intentando representar y exponer, sino básicamente lo contrario. Animo a la apertura de una ventana para la posibilidad de buscar y fortalecer métodos que tengan como objetivo la didáctica para una mejoría de la comprensión lectora, ampliando así el posible alcance de su contenido.

Mientras lo planteado se sostenga en máximas demostrables aplicadas bajo un sistema determinado de pensamiento avalado por alguna institución acreditada, el carácter científico de las formas de contenido está resguardado. Si el mundo se mueve en dirección a nuevas formas educativas y alternativas que logran una mayor participación y difusión, ¿por qué uno de los pilares fundamentales del conocimiento intentaría mantenerse al margen de dicho proceso?

Notas

*Los videos de YouTube apelan a una duración de alrededor de 10 minutos, ya que se ha demostrado que es altamente probable que nuestra atención se vea desviada por intereses o agentes externos si se aleja de ese límite de tiempo. Con el suceso en el que se ha convertido Tik Tok en los últimos cuatro años esta duración se ha visto incluso más reducida a clips que rondan los tres minutos.

**Duolingo, la aplicación gratuita más usada para aprender idiomas, utiliza un estilo más parecido a los videojuegos de móviles que a una plataforma de enseñanza, elemento clave de su éxito.

Referencias

www.progressiveteacher.in/15-ways-to-make-social-science-interesting/

www.progressiveteacher.in/the-internet-as-a-learning-resource/

alyssateaches.com/how-to-make-social-studies-interesting/