Introducción a volumen especial de Continental Philosophy Review
La tradición filosófica de la fenomenología suele caracterizarse como unificada por su método. En The Phenomenological Movement, Herbert Spiegelberg argumenta que, si hay alguna identidad central en la fenomenología, entonces debe encontrarse en su método, que corre como un hilo a través de la historia de la tradición[1]. Más recientemente, Dan Zahavi, en su introducción a The Oxford Handbook of Contemporary Phenomenology, escribe que las contribuciones en el volumen están unificadas no por su tema —como es el caso de muchos otros campos de la filosofía— «sino en términos de su enfoque metodológico, que es deudor y está afiliado a una tradición filosófica específica»[2]. Estas afirmaciones se hacen eco en toda la literatura clásica y contemporánea: La fenomenología es, ante todo, un método, y este método constituye la identidad central del campo.
De acuerdo con este punto de vista, es bastante fácil encontrar literatura secundaria sobre los diversos métodos empleados por los fenomenólogos clásicos. Encontramos trabajos sobre la epoché y las reducciones de Husserl, sobre la indicación formal de Heidegger y sobre la referencia de Merleau-Ponty a la imposibilidad de una reducción completa. Sin embargo, a pesar de la cuidadosa atención histórica dedicada a estos métodos filosóficos, es difícil encontrar alguna literatura que explique realmente cómo hacer fenomenología. Si la fenomenología es un método, ¿no debería una buena parte de la formación fenomenológica centrarse en cómo llevar a cabo una investigación fenomenológica?
Los mencionados estudios detallados de los métodos clásicos de la fenomenología contribuyen sin duda a nuestra comprensión de la fenomenología como una tradición importante en la historia de la filosofía. Nos ayudan a entender por qué se desarrollaron estos métodos y qué desafíos se introdujeron para superar. Este tipo de comprensión es importante, pero no sustituye a los consejos concretos sobre cómo practicar la investigación fenomenológica. El investigador que quiera explorar algún fenómeno concreto de forma genuinamente fenomenológica encontrará fácilmente relatos detallados sobre lo que son la epoché, las reducciones o la indicación formal, pero muy poco sobre cómo utilizarlos. Leer estos relatos es como escuchar a un cirujano explicar todo lo que hay que saber sobre un bisturí, excepto cómo cogerlo y usarlo.
Sin embargo, a pesar de la escasa literatura sobre cómo practicar la investigación fenomenológica, los fenomenólogos estudian hoy un conjunto de temas más diverso que nunca. No sólo encontramos continuaciones de los debates clásicos sobre la naturaleza del ser, la temporalidad y la intersubjetividad, sino también estudios de los temas tradicionales de la filosofía, como la metafísica, la epistemología, la ética y la estética. También encontramos estudios fenomenológicos sobre casi todas las facetas de la vida humana, como la identidad racial y étnica, el género, la orientación sexual, el desarrollo infantil, la enfermedad crónica y la discapacidad, y los trastornos mentales, por nombrar sólo algunos. La enorme diversidad de la investigación fenomenológica hace que la cuestión del método de la fenomenología sea aún más apremiante. Incluso si tuviéramos una clara comprensión de cómo hacer fenomenología en un sentido clásico, ¿podemos simplemente asumir que estos métodos clásicos se aplican igual de bien a la amplia gama de intereses fenomenológicos de hoy?
La diversidad de temas que se someten ahora al análisis fenomenológico apunta a otra cuestión: En todos los campos, los métodos utilizados para investigarlos se modifican y desarrollan a la par que se profundiza en los temas a los que se aplican. Ya ha pasado la época en que se podía hablar de «el» método científico, un conjunto de procedimientos que se podían imponer sin más a los trabajos de física, biología, astronomía y neurociencia, por no hablar de campos como la sociología, la economía o la ciencia política. De la reflexión sobre los trabajos en estas áreas podrían derivarse algunas generalidades de procedimiento de muy alto nivel, pero tales generalidades tendrían poca utilidad práctica. Su aplicación concreta está necesariamente guiada por la materia que se investiga y, a medida que aumenta el conocimiento de esa materia, se modifican los métodos utilizados para abordarla. Estos intercambios entre materia y método se negocian como parte del trabajo en el campo, y no es diferente en la tradición de la filosofía fenomenológica. Cuando los temas principales de la investigación fenomenológica eran las matemáticas, la lógica y el juicio, el método fenomenológico aparecía estrechamente vinculado a su pretensión de establecer esencias fijas y pruebas apodícticas. A medida que la fenomenología avanzaba en nuevas direcciones -por ejemplo, explorando la estructura del yo, la experiencia histórica, la experiencia estética y los diversos fenómenos de la sociedad- comenzó a integrar elementos «hermenéuticos» en su práctica, como en el famoso método de «zig-zag» de Husserl para descubrir las sedimentaciones históricas del significado. Aunque a menudo se ven como momentos de ruptura dentro de la tradición fenomenológica, tales adaptaciones del método fenomenológico se ven mejor como la forma inevitable en que la materia y el método evolucionan juntos. El método fenomenológico de intuición de las esencias no queda atrás; más bien, lo que significa se modifica a medida que aumenta nuestra comprensión de lo que revela.
Ante esta situación, hemos pedido a varios fenomenólogos e historiadores de la fenomenología que reflexionen sobre el método fenomenológico tal y como se utiliza hoy en día. Este número especial de la Revista de Filosofía Continental reúne sus variadas contribuciones. Algunos autores reflexionan sobre los retos que supone el uso de la fenomenología para abordar los temas y cuestiones tradicionales de la filosofía, incluidos los temas que suelen pertenecer al ámbito de la filosofía práctica, como la ética, la historia, la política y la estética. Otros reflexionan no sólo sobre cómo podría aplicarse la fenomenología al estudio de aspectos particulares de la vida humana, como el desarrollo infantil y la enfermedad, sino también sobre cómo estos aspectos de la vida humana pueden desempeñar por sí mismos un papel metodológico en la investigación fenomenológica. Otros reconsideran algunos de los temas clásicos de la fenomenología, como la empatía y la naturaleza de lo trascendental, a la luz de sus funciones metodológicas en la investigación filosófica contemporánea, caracterizando, por ejemplo, lo que significa captar una posición filosófica a través de la empatía o elaborar la noción de encarnación desde un punto de vista trascendental. Por último, algunos autores abordan directamente la cuestión de qué es la fenomenología aplicada y en qué se diferencia de lo que podríamos caracterizar como fenomenología pura o trascendental.
Esperamos que estas contribuciones estimulen un renovado interés en el método fenomenológico hoy en día, no sólo en lo que es, sino en cómo ponerlo en práctica de manera concreta y productiva.
Referencias
Spiegelberg, H. 1981. The Phenomenological Movement: A Historical Introduction. Dordrecht: Springer.
Zahavi, D. 2012. Introduction. In The Oxford Handbook of Contemporary Phenomenology, ed. D. Zahavi, 1–4. Oxford: Oxford University Press.
[1] Spiegelberg (1981, p. 677).
[2] Zahavi (2012, p. 1).
Trad. Jorge González Arocha
Artículo publicado en Fernandez, A.V., Crowell, S. Introduction: the phenomenological method today. Cont Philos Rev (2021). https://doi.org/10.1007/s11007-021-09539-8
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