Estamos ante un momento en el que dos concepciones del feminismo empiezan a chocar frontalmente. Hay toda una nueva generación de feministas que se preguntan qué define al feminismo. Y eso es muy alentador. Por otro lado, estamos ante una nueva guerra contra las mujeres. A menudo la comparo con las cazas de brujas del pasado
Silvia Federici
Los fantasmas de nuestro pasado toman la forma de brujas para recordarnos que todavía las hogueras no se han apagado.
En la actualidad, existe una gran controversia alrededor del feminismo, y cómo a la vista de muchos, este ha tenido una “desviación” a lo largo de los años, lo cual refutaremos en este ensayo a medida que exploremos la demonización de la figura femenina y el feminismo contemporáneo, utilizando la comparación entre este movimiento en la edad moderna y la actualidad.
Para empezar, es necesario aclarar que el enlace que hacemos entre la caza de brujas y la lucha feminista, es una interpretación histórica, debido a que las primeras menciones del feminismo datan a finales del siglo XVIII.
Para contextualización histórica, regresemos a septiembre de 1610 en Cartagena de Indias, Colombia. Momento en el que la inquisición fue instaurada como sede carcelaria y de tortura de penas del Santo Oficio, el cual fue un tribunal de justicia eclesiástica encargado de atender los delitos cometidos contra la fe católica. Escenario en el que las protagonistas eran mujeres pobres, esclavas, solteras y viudas, independientes, alejadas de la iglesia cuya cualidad más peligrosa era su rechazo a la sumisión. Mujeres sanadoras, con amplios conocimientos en la herbolaria y la medicina, se convirtieron en brujas, al ser consideradas malditas, herejes y amantes de Lucifer. Para la Iglesia, la mujer, inferior y libidinosa, y por tanto proclive a placeres y venganzas, forzosamente está predispuesta a la brujería.
El odio y la ignorancia mataban a cualquiera, por celos, por codicia, cualquier motivo desencadenaba una denuncia a la inquisición, con sus dominicos al frente con aparatos de castigo y tortura para quienes eran acusados de crímenes en contra de la fe católica.
Brujería, blasfemia, sodomía, fornicación, luteranismo, solicitación, y lectura de libros prohibidos de grandes pensadores como Copérnico, Descartes y Spinoza son algunas de las prácticas que el santo oficio consideraba en contra de la moral y las buenas costumbres.
Según la Biblia, el concepto de que el espíritu de la mujer es maleable y corrompible existe desde la creación, ya que presuntamente la mujer es culpable de todo lo malo que le ha pasado a la humanidad. Fue Eva quien persuadió a Adán para que mordiera la manzana, fue Eva quien hizo que nos diéramos cuenta de nuestra propia desnudez y la humanidad fue echada del Edén como consecuencia de sus acciones.
Podemos ver evidenciado en I Timoteo 2:9-15 el fundamento de la iglesia católica respecto al comportamiento que una mujer debería tener, una mujer que recatada, taciturna, que rechaza la vanidad, la cual no accede a propio conocimiento sino más bien escucha lo que el hombre tiene para enseñarle. Los descubrimientos científicos por parte de la mujer eran una amenaza directa al ideal católico de cómo debería presentarse ante la humanidad, todo aquello que desafíe el régimen que deseaban imponer debía ser exterminado.
Todavía existe cierto rechazo para todas aquellas que incumplimos las características mencionadas anteriormente, mientras a ellas les quemaban el cuerpo, a nosotras nos condicionan psíquicamente. Aquí es cuando el concepto patriarcado entra en la conversación, arrasando no solamente con las mujeres, sino a todos aquellos que se salen del molde construido sobre fundamentos excluyentes.
Los indicios de rechazo por parte de las mujeres hacia esta justificación crearon una amenaza hacia la egolatría masculina de la época y desataron la angustia que ha condenado la emancipación femenina. Esta angustia fue la misma que quemó vivas a las brujas aún bajo la luz de la ilustración, el triunfo del pensamiento crítico, donde esta solo parece haber avivado el fuego de las hogueras. El raciocinio de inicios de la modernidad no nos salvó de la persecución.
Lo que antes te hacía bruja, hoy te hace feminista. Tanto ellas como nosotras, hemos sido catalogadas como transgresoras del orden público, al levantar nuestra voz, salir a las calles y atrevernos a desafiar el estigma colocado sobre nuestros hombros.
Crecer en cualquier momento de la historia como una niña es dejar que los adultos te moldeen a su parecer, invaliden tus problemas, sexualicen tu cuerpo, silencien tu voz y encima te hagan creer que todo lo anterior es tu culpa. Esto termina encendiendo una indignación visceral que se volverá furia bíblica. Una furia tormentosa, inconsolable e inmarcesible.
Hasta hace relativamente poco, la mujer no tenía ningún tipo de cargo social o político y no solamente refiriéndonos a cargos públicos, sino a actos de participación ciudadana como lo es el sufragio, que en Colombia tomó lugar para la mujer en 1958. La exclusión anteriormente mencionada, la podemos ver reflejada en las obras un referente sumamente importante en la filosofía.
Augusto Comte, pionero en la sociología y padre fundador del positivismo, ambos aportes muy importantes para el avance de la sociedad, mantiene un pensamiento nocivo escondido bajo una falsa adoración, el cual no está muy alejado del pensamiento actual respecto a la mujer, donde esta es visiblemente relegada del contacto con la política, economía, ciencias y cultura erudita. Comte desde su posición ambivalente, desprecia a las mujeres y aun así las romantiza.
Como señala Jorge Riezu “el concepto y la función de la mujer en el orden social y moral, evoluciona en armonía con sus vivencias sentimentales, con su evolución afectiva, la mujer gana valor y prestigio conforme se acentúa en él el predominio del sentimiento y se hace más profundo el amor y veneración a Clotilde de Vaux”. Augusto en “la influencia del Positivismo en la mujer” , publicado en Système de politique positive (1848) afirma que el sexo intelectual, refiriéndose al masculino, tiene la obligación de proveer el sustento para el sexo afectivo, el femenino.
Así como también comenta que la mujer tienen una inferioridad biológica en cuanto a la intelectualidad, señala que el rol social de la mujer está dentro de los confines del hogar como complemento doméstico y modeladora del carácter de los hijos, cada vez más aislada de roles que implican estar fuera de un núcleo familiar.
Estas conductas son las que hacen que el feminismo se vuelva una necesidad en esta sociedad patriarcal, la cual no solamente oprime a las mujeres, sino que también obliga a los hombres a tomar ese rol dominante donde se eliminan todos los sentimientos que son comúnmente relacionados con la “debilidad”, pero que al final hacen parte del comportamiento humano natural.
He aquí el tema con el feminismo “moderno” donde presuntamente se busca establecer un régimen totalitario matriarcal en venganza de todo lo sufrido, o se tiene el concepto de que es usado como excusa para vandalizar y crear caos en los espacios públicos.
Todas estas son afirmaciones erradas, el feminismo desde sus inicios lo que busca es la equidad de derechos y oportunidades, porque nos hemos cansado de vivir relegadas y esclavizadas al terror de que por nuestra sola existencia, en cualquier momento algo terrible nos puede pasar. “El miedo a la violación condiciona el comportamiento cotidiano de todas las mujeres, y en este sentido, todas somos victimas de violación” (Gómez-Upegui, 2021, p.84).
Decir que el hombre y la mujer son iguales, no se refiere que son idénticos, significa que estas diferencias no deben verse evidenciadas en diferentes niveles de acceso a los beneficios y oportunidades que nuestro presente tiene para ofrecer. La lucha no cambia, evoluciona. Así como lo han hecho tantos aspectos que caracterizan a la humanidad, el movimiento feminista florece y la luz que alguna vez encendió la hogueras, hoy ilumina el camino de nuestras marchas hacia un futuro más brillante, donde las mujeres vivimos libres y sin miedo. Nuestro movimiento y la pugna de las brujas convergen, revolucionando y transformando la comodidad y zona de confort de muchos. Hoy, salimos a las calles, cantando por aquellas que no están, por las que caminan con nosotras y aquellas que han de venir.
Le devolvemos la vida a aquellas que ya no tenían esperanza, representamos ambas, furia y alegría, dolor agonizante y consuelo, silencio sepulcral y canción vivaz. Gritamos que somos nietas de las brujas que trataron de quemarnos y nos volvimos fuego vigorizante, que a pesar de la opresión y la injusticia, nos aferramos al amor que nos tenemos por ser mujeres, a la sororidad que actualmente nos salva y revitaliza, a la fuerza que nos mantiene en pie, mientras nos abrazamos la una a la otra, recordando que los fantasmas de nuestro pasado han tomado la forma de brujas.
Bibliografía
Gómez-Upegui, S. (2021). Feminista por accidente. Ariel.
OSHO (2021). El libro de la mujer. Debolsillo.
Esta colaboración ha sido publicada gracias al esfuerzo conjunto de Dialektika y Colegio Montessori Cartagena. Para saber más sobre este proyecto creativo siga el enlace.
Injusto se ha sido con el mito de la serpiente y con Eva, pues fue la ingesta de la ofrecida manzana nos permitió acceder, como fruto del árbol, a la ciencia y la responsabilidad moral, la libertad individual, sacándonos de aquel horroroso paraíso donde el maligno dios nos estableció een la felicidad perpetua del tonto de baba, que hoy sólo es un resto necio de la perfecta inteligencia emocional que muestra Goleman en el conductor de autobús de la introducción de su conocida obra y en los intentos de reconducion al mismo de sus fanáticos seguidores de la racionalidad emotiva. Si no hubiera sido por Eva y la culebra …