El encuentro con la razón poética

Ha venido Zambrano a salvar la filosofía del olvido de lo poético y a liberarla de la obstinada pretensión de logos
agosto 28, 2022
María Zambrano mujer

A la cita con María Zambrano se ha llegado tarde, pero con una verdad desgarradora que acaba por sumergir al lector/interlocutor en una práctica significante: la búsqueda del sentido interno del ser en Heidegger. Solo desde esta condicionante, la poesía se vuelve pensamiento sobre la existencia y las pasiones, y el pensamiento se vuelve una historia del hombre concreto. Lo cual conduce a pensar en la posibilidad explícita de que todo el sistema filosófico de Zambrano se encuentre envuelto, tejido y permeado por la razón poética, la apertura a un filosofar otro, un movimiento de la espiritualidad y la mística; un concepto poco distante de la razón vital orteguiana.

Y no se trata de una plena armonía, sino de una relación azarosa entre dos instancias en desencuentro. En la oportuna regresión al espíritu griego se localiza el momento de génesis, el detonante del conflicto entre pensamiento (logos) y la poiesis (creación) que se va acentuando o moderando al calor de la historia universal. No es más que una rebeldía arisca por la primacía en el espíritu. Sin embargo, el trasfondo de semejante cuadro dramático, advierte que cada época ha consumado radicalmente una toma de posiciones por uno u otro. A este respecto, no queda otra opción que renunciar al sueño de una reconciliación final y vislumbrar otro horizonte como salida del conflicto. Resulta más imprescindible localizar como estas dos formas se dan en el ser, si se agotan o no, si se reducen a elementos causales. Y ¿acaso esto no implica la irrupción de un filosofar?

Pero esto no implica una admiración por la razón poética, o un miramiento con desdén y mucho menos un estado suspensorio intermedio. Lo que viene a plasmarse en este entorno es una búsqueda filosófica sistemática en las entrañas originarias mismas del problema para definir y ver las cosas. Esto es un ejercicio similar al necesario desprendimiento del velo de Maya en Schopenhauer, que no renuncia al romanticismo pero que tampoco lo usa como pretexto absoluto para andar.

En un encuentro inmediato sería preciso fijar cómo pensamiento y poesía se dan en el ámbito de una teoría del conocimiento; esto es interrogando acerca de cómo el ser se aprehende a sí mismo desde la reflexión innegable, o cómo puede entender la vida sin apegarse a la lógica, dado que a lo que es, se llega también por sentimientos y amor. Aunque los caminos se bifurcan, se cae en una trampa primera. Lo fáctico llega en dos vertientes categóricas; como una información incipiente o como un encuentro inconmensurable con el mundo desde el plano de los sentidos: «Los límites se alteraban de tal modo que acababa por no haberlos». Puesto en perspectiva, la poesía atiende a la dispersión y el pensamiento al orden.

Ha venido Zambrano a salvar la filosofía del olvido de lo poético y a liberarla de la obstinada pretensión del logos

De tal manera se encuentra dispuesto el conflicto, que no renuncia en ninguna de las dos formas a una lectura del ser desde lo íntimo. Esta es una cualidad preciosista que Zambrano atiende cautelosamente y no descuida bajo ninguna circunstancia, porque invita y provoca el retorno a la unidad del ser. Por tanto, en el poema se encuentra la descomposición del mundo en sus partes, donde la estética del lenguaje y por ende el juego discursivo, restablece la cualidad de síntesis; encarnando apariencias, convidando a la multiplicidad y dejando una puerta abierta al ámbito de lo incompleto. La filosofía, por su parte, requiere de la unidad para explicarse a ella misma y dar paso a la explicación del todo sea abstracta, conceptual o absoluta. Conclusión apresurada se puede detectar, que lo que inquieta y reconforta, es que la poesía viene a ser una entidad irracional que contradice al logos en toda su extensión: «La poesía era una herejía ante la idea de verdad de los griegos». Lo contradice, sin embargo de una forma mística lo conduce, lo justifica y lo argumenta.

Con Zambrano la imagen poética se desdobla y se renueva. La razón poética no habla en términos de belleza, porque trata de aprehender sin ataduras ni concesiones el concepto y su estar en el mundo como imagen pura del alma, no explica un proceso porque su concreción indica esa actividad, sin embargo, lo que si manifiesta es una actitud esencial:

«Y si el veredicto es más leve, que es cosa de poesía, por tanto tal equívoco, que sería el método de un vivir poético. Y nada habría que objetar si por poético se entendiera lo que poético, poema o poetizar quieren decir a la letra, un método más que de la conciencia, de la criatura, del ser de la criatura que arriesga despertar deslumbrada y aterida al mismo tiempo».

La cuestión que infatigablemente María Zambrano pretende apuntar, es cómo, dónde y por qué entra la poesía en el juego de un filosofar que no pretende sujetar la totalidad de las cosas. Esto es la razón poética; el navegar en la peculiaridad de un pensamiento que, desde la vuelta al origen, pongan en contexto la realidad. Por tanto, la poesía no necesita de un materializarse, porque está dada como un flujo constante en el filosofar trascendental que trata de acceder a la verdad. Más bien habita o pertenece según convenga, en el ideal griego y es una refracción del lenguaje y espectro de lo místico, lo sagrado, lo divino; ya sea desde el claro del bosque o desde cualquier otro centro, hay una regresión incesante. «Y el temor que conduce al éxtasis lleva también a suspender la pregunta que creemos constitutiva de lo humano».

Ha venido Zambrano a salvar la filosofía del olvido de lo poético y a liberarla de la obstinada pretensión del logos; desde el silencio, desde la propia alma con perspicacia de clarividente y un cierto sosiego: haciendo aparecer luego en el claro del bosque, la palabra presentida a lo más, curvando ligeramente la luz, arrastrando consigo al tiempo. Y no se olvidará nunca que la curvatura de luz y tiempo no es castigo, sino testimonio y presencia fragmentada de la redondez del universo.

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