Dos Encuentros que Forjaron una Entrañable Amistad Entre Marx y Engels

abril 30, 2020
Marx y Engels

 

Corría el año 1842 en Prusia, y en sus inicios había comenzado la circulación de la Gaceta Renana; periódico crítico que marcaría el nacimiento de la concepción ideológica del movimiento revolucionario europeo y del mundo. Dentro de sus asiduos colaboradores se encontraba el joven Carlos Marx, recién doctorado en filosofía por la Universidad de Jena; por otro lado, también se relacionaba con esta importante publicación otro talentoso alemán, Federico Engels, quien se hallaba en el servicio militar voluntario en Berlín.

En su año de servicio voluntario (1841-1842), Engels alternaba sus obligaciones en el regimiento militar con la asistencia a cursos de filosofía en la Universidad de Berlín. En este ámbito se relaciona con los jóvenes hegelianos, del cual Marx había formado parte e influenciado intensamente.

La profunda impresión que produjo Marx en ese círculo se indica con ingenio en unos versos satíricos, realizados por el joven Federico Engels. En estos versos, se retrata a sí mismo y hace abundante uso de su admiración por Marx, a quien aún no conocía personalmente. En memoria del camarada vehemente e intrépido, el poema decía:

Pero el que más a la izquierda avanza, a grandes zancadas,
es Oswald[1], chaqueta gris, calzones color canela
—color canela por dentro, también; Oswald, montagnard[2]
de pura cepa, vestida la zalea[3], aborrascadas
 las greñas. Un instrumento tañe, y es la guillotina
en que sin descanso viene tañendo una cavatina;[4]
sin cesar atruena el canto infernal, y la tonada
 sin cesar ruge y resuena:
Formez vos bataillons ¡aux armes, citoyens![5]
 
¿Quién es el que avanza luego con estrépito salvaje?
Un moreno muchachote de Tréveris[6], un  auténtico
monstruo, avanza, sin pararse, a grandes saltos avanza
y truena, lleno de ira, como si quisiera asir
la vasta lona del cielo y a puño traerla a tierra,
ambos brazos extendiendo a todo lo ancho del aire,
el recio puño apretado, blandiéndolo sin descanso,
como si diez mil demonios tirasen de su chaqueta.

Primer encuentro

El primer contacto, aunque no físico, es resultado de la lectura de los artículos publicados por ambos en la Gaceta Renana. Marx incursiona en el periódico del Rin, en abril de 1842 con un escrito sobre los Debates de la VI Dieta renana; mientras Engels lo hace un mes después, con el artículo “Diario de un oyente”. El primero, residía en Bonn y el segundo, en Berlín.

Marx adquirió instantáneamente un peso fundamental en la redacción del diario; tal es así, que el 15 de octubre lo nombran redactor-jefe de la Gaceta.

La colaboración de Engels con la Gaceta Renana fue esporádica y tuvo poca participación. Al terminar el servicio militar, el 10 de octubre, vuelve a casa de sus padres en Barmen, de donde, unas semanas después, sale para Manchester, ciudad en la cual radicaba el negocio de su padre la hilandería Ermen & Engels. De paso por Colonia, hizo una visita a la redacción de la Gaceta Renana, donde se encontró por primera vez a Marx.

El encuentro fue frío, pues coincidió con los días en que Marx había roto con sus antiguos amigos de Berlín, los jóvenes hegelianos. Mientras Engels, tenía cierto cuidado de Marx por las cartas de los hermanos Bauer, y Marx veía en Engels un burgués y un aliado de los berlineses neohegelianos. Si Marx se había despojado del idealismo de la filosofía hegeliana y transformado hacia el materialismo, Engels todavía era un ferviente devoto del hegelianismo y arrastraba aún sus ataduras.

La Gaceta Renana provocó una gran desazón en los círculos reaccionarios, por lo que el gobierno prusiano decidió suprimirla, estableciendo, como paso previo, la censura. Marx abandonó la redacción en marzo de 1843 al constatar que los accionistas pretendían moderar las críticas en un intento por salvar la publicación.

Segundo encuentro

Ante la imposibilidad de publicar en Alemania, Arnold Ruge y Carlos Marx decidieron crear los Anales Franco-Alemanes, revista editada en París. Allí publicó su célebre “Crítica de la filosofía del derecho de Hegel”, en la que Marx toma distancia del pensamiento hegeliano, y comienza a buscar un nuevo cauce de la historia y la interpretación de la sociedad. Engels publica en la revista “Esbozo de una crítica de la economía política”, primer aldabonazo económico de uno de los fundadores del marxismo. Este escrito agrada especialmente a Marx, y tal vez, fue el aliciente en el cambio de postura respecto a Engels.

Marx empezaba el borrador de lo que después sería La Sagrada Familia, cuando Engels llegó a París a finales de agosto de 1844, proveniente de Inglaterra. Entonces, ocurre el segundo y definitivo encuentro entre Marx y Engels el 28 de agosto de 1844.

Marx lo presentó a sus camaradas de París. Juntos concurrieron a reuniones y mítines de los obreros. En interminables discusiones diarias intercambiaron opiniones, y establecieron, con creciente placer, que coincidían por entero en todos los problemas teóricos. Para dar mayor claridad a ello, Engels escribió su parte de La Sagrada Familia, cuando todavía se encontraba en París. Esa fue la primera colaboración de ambos. El libro se publicó en febrero de 1845, en Fráncfort con el título de La Sagrada Familia, o crítica de la crítica crítica. Contra Bruno Bauer & consortes.

En esos días de París, Marx y Engels también aprendieron a estimarse en alto grado, en el plano personal, y en seguida trabaron una cálida amistad. Con ese encuentro comenzaron las décadas de colaboración creadora entre Marx y Engels, que sólo la muerte podía terminar.

La imagen de esta amistad no tiene par en la historia. Cuanto más se entrelazaban sus ideas, más resaltaba la personalidad propia de cada uno de ellos. La formación del corpus teórico en el interior, en el pensamiento como un todo, era la suma de las diferencias de personalidad acusada en su aspecto exterior.

Engels era un germano, rubio, esbelto, con modales ingleses; pulcramente vestido siempre, disciplina férrea, especialista en temas militares, gran dominador de idiomas, muy educado y con alta respetabilidad, hecho a los negocios; tajante, claro y directo en la escritura. Engels era el obrero de la inteligencia.

Marx era el reverso de esta moneda: recio, fornido, con sus ojos chispeantes y su melena de león, negra como el ébano y clara muestra de su origen semita; lento en sus movimientos; pensador incansable, para quien no había placer más alto que el pensamiento; escritor difícil y polémico, metafórico, con gran plasticidad en su lenguaje como los clásicos; poco práctico para las cosas pequeñas y genialmente práctico para las grandes; incapaz para llevar el presupuesto doméstico, pero de una capacidad incomparable para levantar y conducir un ejército que había de hacer cambiar la faz del mundo. Marx era el pensador de los obreros.

Notas

[1] Oswald: se refiere a él mismo. Engels usó el seudónimo de Friedrich Oswald en sus primeros escritos.

[2] Montagnard: montañés.

[3] Zalea: chaqueta de piel.

[4] Cavatina: especie de aria corta y de un solo tiempo.

[5] Del francés: Formen sus batallones ¡a las armas, ciudadanos!. Ver himno La Marsellesa.

[6] Hace referencia a Carlos Marx.