Por Giorgio Agamben en Quodlibet
Trad: Cosmopardo
Corrección y Notas: Dialektika
“No sabemos dónde nos espera la muerte, la esperamos en todos lados. La meditación de la muerte es la meditación de la libertad. El que aprendió a morir, ha desaprendido a servir. Saber morir nos libera de toda sumisión y coerción.”
Michel de Montaigne
Es así como la historia nos enseña que cada fenómeno social tiene, o puede tener, implicaciones políticas. Es oportuno prestarle particular atención al nuevo concepto que desde hace poco ingresó al léxico político de occidente: el “distanciamiento social”.
Si bien el término fue acuñado como un eufemismo respecto a la crudeza que adquiere la expresión “confinamiento” usado anteriormente, es necesario preguntarse qué cosa podría ser un ordenamiento político fundado sobre eso. Esto es tanto más urgente, en cuanto no se trata solamente de una hipótesis puramente teórica, aunque sea verdad, como se comienza a decir, que la emergencia sanitaria actual puede ser considerada como el laboratorio en el que se prepara el nuevo orden sociopolítico para la humanidad.
Pese a que existen, como sucede cada vez, los imprudentes que sugieren que tal situación se podría considerar, sin más, positiva y que las nuevas tecnologías digitales desde hace un tiempo nos permiten felizmente comunicarnos a distancia, yo no creo que una comunidad fundada sobre el “distanciamiento social” sea humana y políticamente vivible. En cada caso, y desde cualquier perspectiva, me parece que es sobre este tema que tenemos que ponernos a reflexionar.
Una primera consideración atiende a la naturaleza verdaderamente singular del fenómeno que produjeron las medidas de “distanciamiento social”. Canetti, en su obra maestra Masa y poder, define la masa sobre la que el poder se funda a través de la implementación del miedo a ser tocados.
Mientras el hombre tiene un miedo habitual a ser tocado por extraños, y todas las distancias que los hombres establecen en torno a si mismos nacen de este miedo, la masa es la única situación en que ese miedo se convierte en su opuesto: “Sólo inmerso en la masa puede el hombre redimirse de este temor al contacto… Así, una vez que uno se ha abandonado a la masa no teme su contacto… Quienquiera que sea el que se oprime contra uno, se le encuentra idéntico a uno mismo… De pronto, todo acontece como dentro de un cuerpo…. Esta inversión del temor a ser tocado forma parte de la masa. El alivio que se propaga dentro de ella (y que será tratado en otro contexto) alcanza una proporción notoriamente elevada en su densidad máxima.” (p.4)
No sé qué habría pensado Canetti acerca de esta nueva fenomenología de la masa que tenemos enfrente: lo que las medidas de distanciamiento social y el pánico que se ha creado es ciertamente una masa -pero una masa, por así decirlo, dada vuelta, invertida, formada por individuos que se tienen a toda costa distanciados entre sí. Una masa, pero no densa, enrarecida pero que es todavía una masa, si esta, como Canetti precisa unas líneas más abajo, está definida por su carácter compacto y pasivo, en el sentido en que “un movimiento verdaderamente libre no sería posible de ninguna manera… esta espera, espera un líder, que deberá presentársele.” (p.30)
Un par de páginas más adelante, Canetti describe la masa que se forma mediante una prohibición: “muchos ya no quieren hacer lo que hasta ese momento han estado haciendo como individuos. La prohibición es repentina; se la imponen ellos mismos. Puede ser una prohibición antigua que hubiera caído en el olvido; o una que se exhuma cada cierto tiempo. Pero también puede ser una completamente nueva. En todo caso golpea con la mayor fuerza. Tiene lo absoluto de una orden, pero en ella lo decisivo es su carácter negativo.” (pp. 58 y 59)
Es importante no dejar de lado que una comunidad fundada sobre el distanciamiento social no tendría nada que ver, como ingenuamente se podría creer, con un individualismo tirado al exceso; esa sería, propio lo contrario, como esta que vemos hoy en torno a nosotros, una masa enrarecida y basada en la prohibición, la proscripción, y tal vez justamente por esto, particularmente compacta y pasiva.