“La ilustración es la salida del hombre de su minoría de edad. Él mismo es culpable de ella. La minoría de edad estriba en la incapacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad cuando la causa de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin la conducción de otro. ¡Sapere aude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la ilustración”
Kant: ¿Qué es la Ilustración?
Es un reto para cualquier profesional de la filosofía lograr exponer una colosal obra y teoría como la kantiana. El continuo riesgo de acorralar al filósofo alemán en una u otra corriente no es novedad, sin embargo, esto no limita el justo intento de presentar su pensamiento en forma general con motivo de provocar el interés del lector y el estudiante contemporáneo. En estos tiempos donde filosofía y ciencias sociales pactan muchas veces con el regionalismo, Kant es un ejemplo de los valores universales del pensamiento y una orientación epistemológica y ética para cualquier intelectual.
La pregunta kantiana es una interrogante por la estructura del conocimiento. Es la búsqueda de las bases primarias de la razón y cómo estas bases pueden posibilitar un conocimiento objetivo. Kant desarrolló todo un sistema nuevo de pensamiento en su época. Por un lado, el racionalismo no encontraba un puente seguro hacia el mundo empírico, caía una y otra vez en una metafísica especulativa. Por otro lado, la crítica de David Hume y George Berkeley llevaba la filosofía empirista a un camino sin salida. Los caminos del empirismo desconcertaban, no obstante, Isaac Newton producía ciencia efectiva sobre el movimiento de los cuerpos de la naturaleza. Consecuentemente Kant tiene este problema: ¿cómo es posible conocer?
Kant es un pensador que experimenta dos épocas, una es la ilustración y la otra es el comienzo del romanticismo. La Ilustración se presenta como un proyecto instaurador de una racionalidad, por lo menos esa es la intención declarada y asumida. Kant lo asume como un proyecto que apenas inicia un largo camino, un movimiento que inclina lentamente a los hombres hacia la razón. La Ilustración engendra las condiciones de un gobierno merecedor del hombre.
Para Kant, el papel del sujeto de conocimiento es fundamental. Lo primero a tomar en cuenta es la relación orgánica entre la actividad del sujeto de conocimiento y la objetividad. El sujeto al ponerse en una situación activa empieza a tomar mayor centralidad. La objetividad empieza a girar en consonancia con la actividad subjetiva. En Critica de la Razón Pura el sujeto no solo es simplemente afectado por lo empírico, sino que este pone en su actividad, sus propias condiciones de conocimiento, sus propias condiciones de cómo ser afectado. De esta forma el objeto en Kant ya no es la cosa externa que me afecta. O el sujeto un ente vacío de conocimiento que viene a llenarse de la experiencia al igual que un saco vacío se llena de trastos. El sujeto acá tiene la capacidad esencial de estar en una relación productiva con la objetividad:
El primero que demostró el triángulo isósceles( háyase llamado Thales o como se quiera), percibió una luz nueva; pues encontró que no tenía que inquirir lo que veía en la figura o aun en el mero concepto de ella y por decirlo así aprender de ella sus propiedades, sino que tenía que producirla, por medio de lo que, según conceptos, el mismo había pensado y expuesta en ella a priori (por construcción), y que para saber seguramente algo a priori, no debía atribuir nada a la cosa, a no ser lo que se sigue necesariamente de aquello que el mismo, conformemente a su concepto, hubiese puesto en ella (selección de Critica de la Razón Pura, Dominic, 2011, p. 41).
Además, Kant afirmó la existencia de condiciones que determinan la actividad cognoscitiva del sujeto. Estas no son externas al sujeto, sino que son inmanentes a su propia constitución. Pero al mismo tiempo estas condicionantes tienen un carácter objetivo. El sujeto posee estructuras que conforman su subjetividad y que a la vez son objetivas (Acanda, 2012, p. 23). La mirada epistemológica empezará a correrse hacia lo subjetivo, hacia las condiciones de producción de lo objetivo. A partir de esta nueva orientación, empieza a concebirse la crítica en sentido kantiano como forma y práctica de pensamiento. La filosofía empieza a tomarse como teoría crítica sobre el sujeto y la subjetividad. Las formas de apropiación del ser humano son sometidas a un juicio riguroso, puesto que las condiciones de la subjetividad tenían una relación inmanente con las formas del conocimiento objetivo.
La actividad del sujeto es tomada como epicentro del cuestionamiento filosófico. El mundo no solo es externo e independiente, también es resultado de la exteriorización de la actividad del sujeto. El sujeto cobra una fuerza ontológica, un papel activo en la conformación del mundo.
La importancia de Kant radica en este “giro copernicano” donde la crítica en términos kantianos se vuelve en el análisis de la subjetividad como condición de posibilidad del objeto. En otras palabras, la subjetividad en términos filosóficos condiciona nuestro conocimiento del objeto, y también en parte es responsable de la posibilidad de conocerlo. El conocimiento humano no solo es un testimonio de objetos que investigamos, sino también es parte de nuestra forma específica de conocer. Esto no significa que el conocimiento sea falso – ¡para nada! -, sino que es efectivo según las coordenadas de nuestra actividad de conocimiento, está limitado a nuestra relación con los objetos, fuera de ello, nuestras aspiraciones epistemológicas deben ser comprendidas en términos de nuestra propia actividad intelectual. En pocas palabras, conocemos, pero al mismo tiempo nosotros ponemos en el objeto de nuestro conocimiento parte de nuestra actividad.
De Kant, parten muchas posiciones respecto a la subjetividad en términos filosóficos. Su obra fue un parteaguas en la historia del pensamiento, algo que aún hoy en día marca a muchos epistemólogos y filósofos a tomar posición con respecto a la teoría del filósofo. Posiciones que pueden resumirse a continuar con sus premisas o negarlas, pero nunca ignorarlas. Sus más inmediatos partidarios también fueron sus críticos más enérgicos; destacan Hegel y Schopenhauer como continuadores y críticos de la tradición kantiana, cada uno con nuevas interpretaciones. En el caso de Schopenhauer, que se declaraba el kantiano más auténtico de su época, Kant influyó mucho desde el enfoque epistemológico y asentó las bases para su escepticismo respecto a la razón. En el caso de Hegel y su lógica dialéctica, Kant fue un precedente indiscutible (Arencibia, 2017, p. 35). La sombra de Kant y su influencia en múltiples temas de relevancia epistemológica, estética, ética, política e incluso antropológica viven hoy en día en los continuadores de Hegel e incluso en el marxismo. Por otro lado, la influencia que llegó a tener Kant en la crítica hacia la razón y su epistemología fue muy importante en el irracionalismo, el propio Schopenhauer afirma:
En cambio, el error fundamental de todas las formas del antiguo dogmatismo demolido por Kant consiste en que partía del conocimiento, es decir del mundo como representación, para, a partir de sus leyes, deducir y construir todo lo que existe en general, con lo que tomaba aquel mundo de la representación y sus leyes como algo estrictamente existente y absolutamente real; pero toda su existencia es radicalmente relativa y un mero resultado o fenómeno del ser en sí que lo funda; – o, en otras palabras, su error estribó en construir una ontología donde solo tenía materia para una dianología. Partiendo de las propias leyes del conocimiento, Kant descubrió su carácter subjetivamente condicionado y por ello estrictamente inmanente, es decir, no apto para el uso transcendente: por eso llamó a su teoría con gran acierto crítica de la razón. Él la desarrolló, por un lado, demostrando que una parte considerable del conocimiento era sin excepción a priori y, en cuanto totalmente subjetiva, impedía toda objetividad; por otro lado, expuso con claridad que los principios fundamentales del conocimiento tomado como puramente objetivo conducían a contradicciones cuando se llevaban hasta el final (Schopenhauer, 2005, p. 330).
Tanto desde la lectura de Schopenhauer, como desde el propio Hegel, Kant tiene un valor en torno a la comprensión de la subjetividad y su valor condicionante en la construcción del conocimiento humano. Uno de sus logros indiscutibles es la importancia que obtiene el sujeto activo en la comprensión epistemológica. Esta relación entre sujeto y objeto sirvió de impulso para los movimientos filosóficos asociados a la interpretación continental e incluso su influencia ha llegado a sentar las bases docentes para comprender movimientos como la Ilustración.
No quepa duda de que estas breves líneas dedicadas a un filósofo tan grande como Kant, apenas rasgan la superficie de su pensamiento. No obstante, que el lector entusiasta encuentre en ella motivos y curiosidad para leerlo es ya un logro. Algo que no solo compete al docente o divulgador de las obras kantianas, sino a todo aquel que logre apropiarse de esa máxima de la ilustración que una vez usó nuestro filósofo: ¡Sapere aude!
Referencias
Acanda, J. L. (2012). Modernidad, ateísmo y religión. La Habana: Editorial Centro Cultural San Juan de Letrán.
Arencibia, R. P. (2017). Kant y la lógica dialéctica. Hybris, Vol. 8 N° 1.
Dominic, E. O. (2011). Antología de la Historia de la Filosofía, Tomo V, FILOSOFÍA CLÁSICA ALEMANA. La Habana: Editorial Félix Varela.
Kant. (1998). Crítica de la Razón Pura. Madrid: Editorial Alfaguara.
Kant. (2003). ¿Qué es la Ilustración? en Filosofía de la Historia. Buenos Aires: Ed. Nova.
Schopenhauer, A. (2005). El mundo como voluntad y representación II. Madrid: Editorial Trotta.