el sentido de la muerte

Arthur Schopenhauer: Comentarios sobre el sentido de la muerte

Nadie puede privarme de mi muerte ni morir en mi lugar. Es además la posibilidad más incógnita. Es la posibilidad más insuperable, porque es el acabamiento de nuestra existencia
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En este artículo vamos a abordar uno de los problemas fundamentales, no solo de la filosofía, sino de la vida humana, el tema de la muerte, cuestión que ha perdurado a lo largo de toda la historia. Ocurre que no es bien visto hablar de la muerte, no resulta grato incorporarla a la conversación y convivir con ella a pesar de ser tan vieja como la vida, nombrarla sin que resulte doloroso y molesto es una ardua faena. Personas que afirman haber tenido una vida agradable, se sienten preparados a la hora de partir, en cambio otros se aterrorizan como si nunca hubieran escuchado este término. Han transcurrido miles de años desde que el hombre está en contacto con ella, mas no todos la aceptan con la misma naturalidad.

El hombre fue aumentando su capacidad de raciocinio de una época a otra, transitó del modo imaginativo de las narraciones míticas al pensamiento racional. Lo mismo sucede con la muerte, las personas tienen una forma de verla y sentirla de acuerdo a su cultura y religión, y hasta llegan a comprenderla como un evento a celebrar en lugar de ser temible. La corriente del existencialismo no estuvo exenta de proporcionar disímiles valoraciones acerca de la misma, Arthur Schopenhauer llegó a sostener que la muerte era de una gran importancia para la vida del hombre.

La muerte es omnipresente en los textos de Schopenhauer, alegaba que los seres humanos, a diferencia de los animales poseemos conciencia sobre ella. El animal vive despreocupado en este mundo, mientras que cada hombre vive como si fuera a hacerlo eternamente a pesar de tener conciencia sobre la muerte y sobre la presencia de la mortalidad en la vida de todos. Esta evasión natural no es sino el reverso de la voluntad de vivir, esto no es el miedo al dolor, sino el espanto ante la idea de un vacío al que ha arribado finalmente; la idea de que nuestra existencia se ha evaporado por siempre y para siempre como si nunca hubiéramos existido (Panea Márquez, 2004, p. 24).

Por muy temida que sea la muerte, no puede ser considerada como mal, incluso en ocasiones llega a ser anhelada, esto se aprecia mejor en personas que presentan enfermedades incurables, que buscan condiciones de vida más favorables que las que tienen, terminando casi siempre por preferir la muerte.

Nadie puede privarme de mi muerte ni morir en mi lugar. Es además la posibilidad más incógnita. Es la posibilidad más insuperable, porque es el acabamiento de nuestra existencia.

Según Schopenhauer no podemos merecer nada mejor que la vida y la muerte, y trata de dejar liberado el camino para comprender a esta última un poco más, para incorporarla a la cotidianidad; el temor a la muerte se cobija en un engaño, que como velo de maya, que ciega y oscurece una verdad que por muy dolorosa que sea, existe.  En efecto, vida y muerte son dos caras de una misma cosa (Schopenhauer, 2011, p. 24.). Solo mediante estos dos actos, cuando una madre da a luz y cuando esa misma persona al transcurrir los años muere, repitiéndose este mismo proceso infinidades de veces, es cuando se logra mantener la especie. Como expresó Schopenhauer:

En el mismo sentido en que el hombre surge de la nada en la procreación, se convierte en nada con la muerte (Schopenhauer, 2005, p.534.).

Queda claro que la muerte juega un papel esencial en la conservación de la especie tanto en el animal como en el ser humano, a pesar de morir el ser vivo, su esencia se mantiene intacta. Cada ente en su voluntad individual teme a la muerte, esto se debe a que cada sujeto entiende el fenómeno desde la individualidad (Schopenhauer, 2005, p.551), sin tener en cuenta lo dicho anteriormente, la conservación de la especie.

¿Qué quiere el filósofo? Comprender que la vida es un breve paréntesis en medio de la nada y si lo aceptamos acabaremos asumiendo a la muerte con la naturalidad que nos pide que la aceptemos (Panea Márquez, 2004, p. 25.). La filosofía Schopenhaureana brota de esta herida de la existencia, de ese inmenso problema que plantea al hombre su inaplazable temporalidad. Este filósofo considera que la última finalidad de todo es la conservación de individuos efímeros durante un breve lapso de tiempo, con una soportable ausencia de dolores y la reproducción de la especie, que a decir verdad considera que muy pocas veces o nunca se alcanza esta finalidad (Schopenhauer, 2011, p. 97).

Cuando se dice muerte, inmediatamente pensamos en el fin de una vida o de un ser humano. La vida va al compás de aspiraciones, anhelos, deseos que se cumplen para luego ver cómo aparecen otros. La muerte aquí juega un rol muy importante, ahora nuestros intereses no se asemejan ni siquiera a los de hace diez años atrás, ¿qué sería de la vida si fueran los mismos deseos y aspiraciones, o si estos no se fueran cumpliendo? Precisamente aquí aparece, se encarga de que crezcamos más como personas, cada día se muere un poco, pero nos volvemos más maduros. No me imagino una vida, en la que no fueran muriendo decisiones mal tomadas, caminos que no fueron los correctos, o poder ponerle fin a lo que perjudica la existencia humana. En El amor, las mujeres y la muerte, el autor afirma que “si se le concediese al hombre una vida eterna, los estrechos límites de su inteligencia y su carácter convertirían su estancia en el mundo en monótona e insoportable, y que para verse libre, terminaría por preferir la nada” (Schopenhauer, 1993, p.90).

Para conducir al hombre a un estado mejor, no bastaría ponerlo en un mundo mejor. Tiene que dejar de ser lo que es, esta condición previa la realiza la muerte, de aquí su necesidad mortal (Schopenhauer, 1993, p. 90). El mayor consejo que nos pudo dejar Schopenhauer es precisamente este, tantas veces enfrascados en una aparente única opción soportamos en nuestra existencia el dolor y el sufrimiento sin límite (Panea Márquez, 2004, p.22).

La muerte es solo el resultado de la vida. La voluntad de vivir no tiene nada que temerle a la muerte, en el polo opuesto a ella se halla la procreación y en el intervalo entre ambos, se halla la vida, morir es algo que nunca podremos evitar, hasta el mayor gigante cae rendido ante ella, es el cierre del ciclo de la vida. Su sentido filosófico, el dejar ir, el soltar, no se trata solamente de la muerte del cuerpo, del fin de la vida, sino del final de un proceso, a causa de nuestra propia voluntad, se dice que con ella empieza toda filosofía como si fuera el verdadero genio inspirador; y se ha dicho que sin la muerte quizás no hubiera comenzado jamás el hombre a filosofar (Pieper, 1970, p.13.).  El hombre debería comprenderla e integrarla al conjunto de prácticas espirituales y mediante estas descubrir su objetivo puntual en nuestra existencia (González Arocha, 2017, p.35), para lograr vivir mejor y de una forma más comprometida con la vida.

Referencias

Aramayo, R. (2001). Para Leer a Schopenhauer. Madrid: Editorial Alianza.

González Arocha, J. (2017). «Una pasión inútil» Muerte y Libertad en la obra de Jean Paul Sartre, Tesis Doctoral de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.  La Habana.

Panea Márquez, JM. (2004). Del dolor de la existencia al cansancio de vivir. Sevilla: Editorial Kronos.

Pedroso, JF. (2012). Antología Historia de la Filosofía tomo VI Filosofía Contemporánea. La Habana: Editorial Félix Varela.

Pieper, J. (1970). Muerte e inmortalidad. Barcelona.; Editorial Herder.

Schopenhauer, A. (1993). El amor, las mujeres y la muerte. España: Editorial EDAF.

Schopenhauer, A. (2005). El mundo como voluntad y representación. Madrid: Editorial Trotta.

Schopenhauer, A. (2011). Notas sobre Oriente. Madrid: Editorial Alianza

Schopenhauer, A. (2020). Los dolores del mundo. España: Sequitur Ediciones.