El hombre es sobre todo espíritu, o sea, creación histórica, y no naturaleza.
~ Antonio Gramsci
Gramsci el filósofo de la hegemonía
Antonio Gramsci (22 de enero de 1891 – 27 de Abril de 1937) fue lingüista, político y filósofo italiano; fundador del Partido Comunista de Italia y víctima del régimen fascista de Benito Mussolini.
Como intelectual, es bien conocido por sus más de 30 cuadernos y 3,000 páginas de historia y análisis político-filosóficos que escribió durante su encarcelamiento. Todos ellos fueron recogidos bajo el nombre “Cuadernos de la Cárcel”.
Estos análisis tocan aspectos muy diversos, pero sin lugar a duda hay en sus tesis originalidad y novedad suficiente como para considerar al pensador, uno de los más importantes en el área de las ciencias políticas del siglo pasado. A pesar de su corta vida, en la obra gramsciana encontramos definiciones de problemas centrales para el mundo contemporáneo, ejemplo de esto son los conceptos de hegemonía, intelectual orgánico, estado, bloque histórico, entre otros.
Aunque fue un pensador que sufrió la intolerancia de cierta izquierda, en años recientes muchos de sus conceptos son utilizados por cientistas sociales, filósofos e intelectuales, todo ello a pesar también de las sucesivas revisiones que han realizado sus oponentes.
El reto de la modernidad es vivir sin ilusiones y sin desilusionarse.
~Antonio Gramsci
Vida de Antonio Gramsci
Gramsci nació en Ales, Oristano, en la isla de Cerdeña, y fue el cuarto de siete hijos. Sus padres fueron Francesco Gramsci (1860–1937) y Giuseppina Marcias (1861–1932). Las dificultades económicas sumadas a problemas con la policía obligaron a la familia a moverse por varias aldeas de Cerdeña hasta que finalmente se establecieron en Ghilarza.
En 1911, comienza sus estudios en la Universidad de Turín. El nuevo ambiente constituyó una fuente de inspiración política importante junto a sus experiencias anteriores en Cerdeña. Durante estos años frecuenta los círculos socialistas y de emigrantes sardos. Hace su entrada al Partido Socialista Italiano en 1913, y desde allí observaría los sucesos de la revolución rusa. Con 24 años tiene que abandonar los estudios debido a su delicado estado de salud y problemas financieros.
En abril de 1919 creó el periódico semanal L’Ordine Nuovo.
No se puede hablar de los no-intelectuales, porque los no-intelectuales no existen. Todos los hombres son intelectuales.
~Antonio Gramsci
El 9 de noviembre de 1926, el gobierno fascista promulgó una nueva ola de leyes de emergencia, tomando como pretexto un presunto atentado contra la vida de Mussolini varios días antes. La policía arrestó a Gramsci y lo encarceló.
En su juicio, el fiscal declaró que debían «detener el funcionamiento de este cerebro», en referencia a Gramsci. La sentencia fue de cinco años de reclusión en la isla de Ustica y al año siguiente recibió una sentencia de 20 años de prisión en Turi.
Durante 11 años en prisión, su salud se deterioró poco a poco. No obstante, debido a la campaña por su liberación, en 1933 fue trasladado a una clínica en Formia. Dos años más tarde fue trasladado a la clínica «Quisisana» en Roma. Tras diversas complicaciones médicas y agotamiento mental y físico, muere el 27 de abril de 1937, a la edad de 46 años.
Ser partidario de la libertad en abstracto, no sirve para nada; es simplemente una posición de hombre de gabinete estudioso de los hechos del pasado, pero no del hombre moderno, partícipe de las luchas de su tiempo.
~Antonio Gramsci
Los Cuadernos de la Cárcel
Los Cuadernos de la Cárcel constituyen los apuntes que el autor redactó de 1929 a 1935 desde la prisión. En estos escritos Gramsci abarca un grupo de temas que tienen un carácter provisorio, y son solo esbozos de una futura investigación que se proponía realizar.
Para algunos autores, el eje central de la reflexión gramsciana se localiza en el debate sobre la actividad intelectual. Esta figura, según el autor, no es un a priori que determina de manera absoluta el sentido común, sino todo lo contrario:
Cada hombre, considerado fuera de su profesión, despliega cierta actividad intelectual, es decir, es un ‘filósofo’, un artista, un hombre de buen gusto, participa en una concepción del mundo, tiene una consciente línea de conducta moral, y por eso contribuye a sostener o a modificar una concepción del mundo, es decir, a suscitar nuevos modos de pensar (1)
De ahí que en otro momento defina la filosofía como una “concepción del mundo” que se manifiesta en la práctica mediante la acción política. Ella no solo es la filosofía de los sabios que se encarna en determinadas teorías alejadas de lo común, sino también una concepción que reúne elementos religiosos, de sentido común y del folklor.
Es en esta misma línea de interpretación que debemos repensar su opinión sobre la relación entre el filósofo y la política:
Todo es político, también la filosofía o las filosofías, y la única filosofía es la historia en acto, es decir la vida misma. En este sentido se puede interpretar la tesis del proletariado alemán como heredero de la filosofía clásica alemana, y se puede afirmar que la elaboración teórica y la realización de la hegemonía realizada por Ilich se ha convertido en un gran acontecimiento metafísico.» (2)
La hegemonía
Sin embargo, pensamos que, frente a estas ideas, el concepto que ha dado más que hablar en la obra gramsciana sea el de hegemonía.
Una clase es hegemónica mientras logre mantener junto a sí un grupo de fuerzas heterogéneas, impidiendo que estalle la contradicción existente entre las distintas fuerzas, produciéndose una crisis en la ideología dominante. Además del elemento formal, una clase o un grupo es hegemónico si logra movilizar aquellas fuerzas que se mueven en el ámbito de la superestructura. Y aquí nos referimos a elementos que tienen que ver con la cultura, el lenguaje, el folklor, la educación. Por ello una cosa es la dominación efectiva de un grupo sobre otro, y otra muy distinta la hegemonía.
Para ahondar más, en uno de los pasajes de los Cuadernos (“Análisis de situaciones y relaciones de fuerzas”), Gramsci caracteriza el “momento” de la hegemonía, como aquel:
donde se logra la conciencia de que los propios intereses corporativos, en su desarrollo actual y futuro, superan los límites de la corporación, de un grupo puramente económico y pueden y deben convertirse en los intereses de otros grupos subordinados. Esta es la fase más estrictamente política, que señala el neto pasaje de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas, […] determinando además los fines económicos y políticos, la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha, no sobre un plano corporativo sino sobre un plano “universal” y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados. (3)
En las últimas horas hemos asisitido a nuevos eventos que conciernen la estabilidad de la región latinoamericana, y en concreto de Venezuela. Las lecciones de Gramsci, hoy, son más que providenciales. ¿Acaso porque nos alerta de que no basta con ocupar instituciones, sino que además hay que transformar mentalidades? ¿Acaso porque alertó precisamente que hay poderes hegemónicos que superan la mera instrumentalidad política?
Lo cierto es que la lectura de Gramsci, no limitada a un simple post noticioso como este, es cada vez más necesaria.
Notas
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- Gramsci, Antonio, Los intelectuales y la organización de la cultura. Trad. de Raúl Sciarreta. Buenos Aires: Nueva Visión, 1984. p. 13.
- Antonio Gramsci. EL materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Juan Pablos Editor, México 1975, p. 32.
- Gramsci, Antonio: Cuadernos de la cárcel, Ed. Einaudi, Turín, 1975, p. 72.