Tensión y amenazas: la visita de Zelensky a la Casa Blanca acaba de la peor manera

marzo 1, 2025
El presidente estadounidense, Donald Trump, se reúne con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en Washington. (Fotografía de EPA Images)
El presidente estadounidense, Donald Trump, se reúne con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en Washington. (Fotografía de EPA Images)

Stefan Wolff, University of Birmingham y Tetyana Malyarenko, National University Odesa Law Academy

La visita de Volodymyr Zelensky a la Casa Blanca no salió según lo planeado por el presidente de Ucrania. La conferencia de prensa entre Zelensky y Donald Trump se tornó en acritud, con el presidente estadounidense reprendiendo en voz alta a su homólogo, a quien acusó de «jugar con la tercera guerra mundial».

«O llegáis a un acuerdo o nos vamos», le dijo Trump a Zelensky. Su vicepresidente, J. D. Vance, también se sumó a la amenaza de Trump, acusando al presidente ucraniano de «litigar frente a los medios de comunicación estadounidenses» y diciendo que su enfoque era «irrespetuoso». En un momento dado, le preguntó a Zelensky: «¿Has dado las gracias alguna vez?».

Los periodistas presentes describieron el ambiente como acalorado con voces elevadas tanto por Trump como por Vance. The New York Times dijo que la escena fue «uno de los momentos más dramáticos que se han producido en público en el Despacho Oval y subraya la ruptura radical entre Estados Unidos y Ucrania desde que Trump asumió el cargo».

Detrás de los airados intercambios de mensajes se encontraban las diferencias entre la administración Trump y el gobierno ucraniano sobre el llamado «acuerdo de minerales» que Zelensky tenía previsto firmar. Pero cualquier falta de entusiasmo ucraniano por el acuerdo es comprensible.

En su forma actual, parece más una declaración de intenciones que deja varias cuestiones vitales sin resolver. El acuerdo que se ofrece es la creación de lo que se denominará un «fondo de inversión para la reconstrucción», que estará gestionado conjuntamente por Estados Unidos y Ucrania.

El fondo propuesto recibirá el 50 % de los ingresos procedentes de la explotación de «todos los activos de recursos naturales propiedad directa o indirecta del gobierno ucraniano» y «otras infraestructuras relevantes para los activos de recursos naturales (como terminales de gas natural licuado e infraestructuras portuarias)».

De esta forma, la infraestructura privada, en su mayor parte propiedad de los oligarcas ricos de Ucrania, pasaría a formar parte del acuerdo. Esto podría aumentar aún más la fricción entre Zelensky y algunos ucranianos muy poderosos.

Las contribuciones de EE. UU. están menos definidas. El preámbulo del acuerdo deja claro que Ucrania ya está en deuda con EE. UU. El primer párrafo señala que «los Estados Unidos de América han proporcionado un importante apoyo financiero y material a Ucrania desde la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022».

Esta cifra, según Trump, asciende a 350 000 millones de dólares estadounidenses (337 millones de euros). La cantidad real, según el Rastreador de apoyo a Ucrania del Instituto Kiel para la Economía Mundial, es aproximadamente la mitad.

Occidentales y ucranianos también han señalado que puede haber menos yacimientos de minerales y tierras raras en Ucrania y que estos son menos accesibles de lo que se supone actualmente. Las estimaciones se han basado principalmente en datos de la era soviética.

Dado que el borrador actual deja los detalles sobre la propiedad, la gobernanza y las operaciones para que se determinen en un futuro acuerdo del fondo, el gran pacto de Trump es, en el mejor de los casos, un primer paso. Cabe esperar futuras rondas de negociaciones.

Declaración de intenciones

Desde la perspectiva ucraniana, esto es más una fortaleza que una debilidad. Le da a Kiev la oportunidad de lograr términos más satisfactorios en futuras negociaciones. Incluso si las mejoras son solo marginales, mantiene a EE. UU. inmerso en un proceso que, en general, es beneficioso para Ucrania.

En cuanto a las garantías de seguridad, el borrador del acuerdo no ofrece a Ucrania nada que se acerque a la pertenencia a la OTAN. Pero señala que EE. UU. «apoya los esfuerzos de Ucrania para obtener las garantías de seguridad necesarias para establecer una paz duradera», y añade que: «Los participantes tratarán de identificar las medidas necesarias para proteger las inversiones mutuas».

No hay que exagerar la importancia de esto. Como mínimo, es una declaración de intenciones que no llega a las garantías de seguridad, pero que sigue dando a EE. UU. un interés en la supervivencia de Ucrania como estado independiente.

Pero es una señal importante tanto en términos de lo que hace como de lo que no hace: una señal para Rusia, Europa y Ucrania.

Trump no prevé dar a Ucrania garantías de seguridad. Parece pensar que estas garantías pueden ser proporcionadas por tropas europeas (el Kremlin ya ha planteado dudas sobre esta idea).

Pero esto no significa que la idea esté completamente descartada. Al contrario, como el compromiso de EE. UU. es tan vago, le da a Trump ventaja en todas las direcciones.

Puede usarlo como palo y zanahoria contra Ucrania para conseguir condiciones más favorables para recuperar el fondo de inversión para la reconstrucción. Puede usarlo para presionar a Europa para que tome medidas más decisivas para aumentar el gasto en defensa, condicionando cualquier protección estadounidense a los pacificadores europeos a un reparto más equitativo de la carga en la OTAN.

Y puede indicar al presidente ruso, Vladimir Putin, que Estados Unidos se toma en serio el cumplimiento de un acuerdo, y que una mayor participación económica estadounidense en Ucrania y la presencia de empresas sobre el terreno tendría consecuencias si el Kremlin reniega de un futuro acuerdo de paz y reanuda las hostilidades.

Que estos cálculos conduzcan en última instancia a la «Ucrania libre, soberana y segura» que prevé el acuerdo no es un hecho.

Por ahora, sin embargo, a pesar de todas las deficiencias e imprecisiones del acuerdo en cuestiones clave, y de la discusión de este viernes en la Casa Blanca, todavía parece que sirve a los intereses de todas las partes para avanzar en esta dirección.


Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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