Desde los tiempos de la Antigua Grecia, la filosofía, se interesó por cuestiones como el origen de las ideas, la naturaleza del pensamiento y la relación mente-cuerpo, entre otros temas concernientes a la conciencia. Con el decurso de los siglos, grandes filósofos y corrientes filosóficas intentan responder a estas interrogantes de acuerdo a su contexto histórico.
Así, Platón postula una división entre el mundo sensible y el mundo de las ideas en el mito de la caverna. Mediante dicha alegoría, Platón separa el mundo sensible o el mundo de las apariencias (las sombras que son reflejadas en la pared), y el de las ideas o esencias, el mundo eterno y puro (fuera de la caverna). Ambos mundos son reales según la concepción platónica, siendo el de las ideas el más cercano al «sumo bien».
La alegoría presenta la situación en que se encuentra el sujeto respecto al conocimiento. El autor se refiere a la forma de acceder a la realidad inteligible mediante la razón y el entendimiento, pues los sentidos resultan engañosos para ello. La «doxa» u opinión hace posible que el hombre tenga imaginación y creencias, pero sólo con la ciencia y la inteligencia se puede hablar de pensamiento y descubrir las esencias de las cosas.
Asociado a la dicotomía entre mundo inteligible y mundo sensible, existe en Platón, una división -sin ser idéntica- entre alma y cuerpo. El filósofo, concibe el alma como algo inmortal que está en otro mundo. Al morir la persona el alma se separa del cuerpo y parte hacia el mundo de las ideas.
La filosofía de Aristóteles se ocupa de estudiar la mente a través del lenguaje. Horcas Villarreal (2009) señala en su estudio sobre la mente, la identidad o paralelismo entre pensamiento y lenguaje en Aristóteles, como la primera hipótesis acerca de la relación entre el lenguaje y el pensamiento. En Artificial Intelligence, John Haugeland contrasta el pensamiento aristotélico, en el cual se asume que la mente piensa absorbiendo imágenes de las cosas, con el hobbesiano, que plantea el pensamiento como computación llevada a cabo en símbolos mentales. Haugeland llama al filósofo moderno inglés Thomas Hobbes «abuelo de la inteligencia artificial» por su comprensión computacional de la razón. (Sokolowski, 1990, p. 79).
La filosofía del Medioevo hereda la división entre alma y cuerpo de Platón, y al iniciarse la Edad Moderna mantiene su fuerza desde el punto de vista religioso. Tal es el caso del filósofo racionalista francés René Descartes (1596-1650), quien retoma la idea propuesta por Platón y utiliza los conceptos de Dios y alma para crear un sistema de conocimiento verdadero. Concepciones que aparecen en sus textos: Discurso del método, Meditaciones metafísicas y Pasiones del alma. Es en la obra de Descartes que encontramos la primera explicación sistemática (no exenta de críticas) de la relación entre mente y cuerpo:
«El desarrollo de las ciencias naturales en el siglo XVII hizo que el problema de la relación existente entre los fenómenos psíquicos y los demás fenómenos del mundo material se planteara en el sistema de pensamiento metafísico de aquella época (especialmente agudo en Descartes) bajo el aspecto del denominado problema psicofísico» (Rubinstein, 1965, p.25).
En la Modernidad, empiristas y racionalista intentan dar respuestas a los problemas concernientes a la mente desde diversas perspectivas y en ocasiones opuestas. Descartes, por ejemplo, explica que la mente y el cuerpo son sustancias distintas y establece una dualidad entre estas, además reconoce la existencia de una tercera sustancia: Dios. Por su parte, Benito Spinoza (1632-1717), filósofo neerlandés, heredero crítico del cartesianismo, desde un racionalismo diferente rechaza el dualismo de Descartes, y plantea que la mente y el cuerpo humano son dos aspectos de una misma cosa, dos atributos de Dios. Spinoza reduce las tres sustancias de Descartes a una sola: divina e infinita (que se identifica bien con Dios o con la naturaleza, ambos términos llegan a ser equivalentes para él).
Bajo la influencia de las teorías mecanicistas de Isaac Newton, filósofos empiristas como John Locke y David Hume se aplicaron a la búsqueda de una comprensión de la mente, tratando de formular leyes análogas a las de Newton, pero no de la materia sino del pensamiento (McCorduck, 1990, p. 87). Esta querella tuvo sus riesgos, la Iglesia, con sus fuertes ideas sobre una adecuada actitud cristiana y dualista acerca de la mente y el cuerpo no daba la bienvenida a este tipo de pensamiento.
La Mettrie, filósofo ilustrado y médico practicante, publica en el siglo XVIII su texto El hombre máquina (1747), donde propone una teoría comprehensiva de la mente, y cita evidencias de que ciertas sustancias físicas afectaban al pensamiento. Dieta, preñez, drogas, fatiga, enfermedad, figuraba en sus análisis. Siendo el primero en ofrecer evidencia empírica de la comprensión de la mente, a través de las revoluciones de las ciencias físicas.
Ludwig Wittgenstein, que es en sí la culminación de la tradición filosófica racionalista clásica, basándose en los estudios de Gottlob Frege y Bertrand Russell, define al mundo como la totalidad de los hechos atómicos lógicamente independientes. (Dreyfus, 1990, p. 28). Para Wittgenstein estos hechos y sus relaciones lógicas son representados en la mente:
«El mundo es la totalidad de los hechos, no de las cosas (…) Un hecho atómico es una combinación de objetos (…) Si todos los objetos están dados, luego por ello todos los hechos atómicos están dados (…) Hacemos para nosotros mismos los retratos de las cosas (…) El hecho de que los elementos del retrato se combinen entre sí de un modo definido, representa que las cosas se combinan así entre ellas (Wittgenstein, 1973)».
En debates más actuales sobre la mente, en los que puede figurar autores como Alan Turing, John Searle, Jerry Fodor, Daniel Dennett y John Haugeland, se encuentran descripciones detalladas que replantean las preguntas filosóficas clásicas del empirismo y el racionalismo, que cuestionan sobre las estructuras y el origen de nuestros conocimientos (García, 2007, p.14). Estos autores, reconocen la existencia de una inteligencia, que ocurre fuera del cuerpo humano, incluso fuera de la mente humana, la Inteligencia Artificial.
Referencias bibliográficas
Dreyfus, H.L. y Dreyfus, S.E (1990). Fabricar una mente versus moldear el cerebro: la inteligencia artificial se divide de nuevo. En S. R., Graubard (Comp.), El nuevo debate sobre la inteligencia artificial. Sistemas simbólicos y redes neuronales. (pp. 25-58) Barcelona, España: Gedisa.
García, E. (2007). Nuevas perspectivas científicas y filosóficas sobre el ser humano. Madrid, España: Universidad Pontificia de Comillas.
Horcas Villarreal, J.M. (2009). El Lenguaje y el Pensamiento. Recuperado de http://www.eumed.net/rev/cccss/03/jmhv1.htm
McCorduck, P. (1990). Inteligencia artificial: un aperçu. En S. R., Graubard (Comp.), El nuevo debate sobre la inteligencia artificial. Sistemas simbólicos y redes neuronales. (pp. 81-102) Barcelona, España: Gedisa.
Penrose, R. (1996). La mente nueva del emperador. México, D.F: Fondo de cultura económica.
Rubinstein, I. (1965). El ser y la conciencia. La Habana: Universitaria.
Sokolowski, R. (1990). Inteligencia natural e inteligencia artificial. En S. R., Graubard (Comp.), El nuevo debate sobre la inteligencia artificial. Sistemas simbólicos y redes neuronales. (pp. 59-80) Barcelona, España: Gedisa.
Wittgenstein, L. (1973). Tractatus Logico-Philosophicus. Madrid: Alianza.