«Laudate Deum» o la nueva crítica de Francisco al Capital

octubre 14, 2023
Visita pastoral del Papa Francisco a Corea del Sur, 2014. Misa de clausura de la Jornada Asiática de la Juventud / Servicio Coreano de Cultura e Información (Jeon Han).
Visita pastoral del Papa Francisco a Corea del Sur, 2014. Misa de clausura de la Jornada Asiática de la Juventud / Servicio Coreano de Cultura e Información (Jeon Han).

Según  el teólogo y filósofo alemán Dietrich von Hildebrand (1889-1977) «diez mil dificultades no forman una simple duda[1]», convencido de esta realidad, Jorge Mario Bergoglio (papa Francisco), el pasado 4 de octubre, día de san Francisco de Asís, publicó su nueva exhortación apostólica Laudate Deum (Alaben a Dios). El documento  sale transcurridos ocho años desde que se publicara la encíclica Laudato si’ (Alabado seas) en 2015, sobre el cuidado de la casa común y la crisis climática y según refiere su introducción «producto a la falta de reacciones suficientes, mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás, acercándose a un punto de quiebre».

El papa Francisco acusa al  paradigma tecnocrático de estar detrás del proceso actual de degradación del ambiente. Lo conceptualiza como  un modo de entender la vida y la acción humana que se ha desviado y que contradice la realidad hasta dañarla. Para él, este modelo consiste en pensar como si la realidad, el bien y la verdad brotaran espontáneamente del mismo poder tecnológico y económico, el Capital. Como lógica señala que de aquí se pasa fácilmente a la idea de un crecimiento infinito o ilimitado, que ha entusiasmado tanto a economistas, financistas y tecnólogos.

 Una exhortación apostólica es un mensaje que el papa dirige a una comunidad católica para dar indicaciones concretas sobre una cuestión en particular. Por tanto, su contenido es de tipo pastoral. Sin embargo,  Laudate Deum no es un documento menor desde el punto de vista de la filosofía, pues en su interior se vislumbra el entretejido de un  pensamiento bien estructurado que es capaz de señalar los efectos del modelo capitalista de apellido tecnocrático.

Llama la atención  cómo Bergoglio referencia en el documento al filósofo ruso  Vladímir Serguéyevich Soloviov (1853-1900)  cuando este dijo: «Un siglo tan avanzado que era también el último»[2]. Esta frase dentro de Laudate Deum  le puede sonar extraña algunos de los que no acostumbran a ver en voz de obispos de Roma referentes de la cultura rusa, pero los que hemos seguido el pensamiento intelectual de Francisco sabemos que es un hombre amante de la literatura y Soloviev no es un referente menor en ese aspecto, pues su obra influyó en  León Tolstói y Fiódor Dostoyevski.

Al hacernos la pregunta sobre qué pudo acercar a Francisco a Soloviev, puede ser válido referenciar que tras la muerte de Dostoievski,  el filósofo ruso pronuncia un discurso en su memoria, cosa que vuelve hacer unos años después. Estos discursos son importantes para comprender la evolución espiritual de Soloviev, ya que reflejan de forma muy concreta los cambios que se producen en esta época, y que van ligados al segundo de los hechos de 1881: a finales de ese mismo año, Soloviov conoce al rabino Faivel Götz, quien lo introducirá en el hebreo, en la teología judía y, en general, en la cuestión del judaísmo. El tema del antisemitismo, así como el de los polacos (y, por tanto, el del catolicismo), se convertirá para Soloviev en la base desde la cual iniciará su distanciamiento de los eslavófilos «oficiales».

En la actitud negativa de la Rusia zarista con respecto al judaísmo y con respecto a la autonomía polaca (y su catolicismo), el ruso verá el principal «pecado» que impide a Rusia realizar su «idea», que no puede ser otra que la de dar al catolicismo un cuerpo secular, pero profundamente fiel al cristianismo, para realizar sin parcialidades ni coacciones una aproximación mundana del Reino de Dios (la «Libre Teocracia»). He aquí la esencia de la nueva etapa (la teocrática) del pensamiento de Soloviev.

La «idea teocrática» de Soloviev se fundamenta en su convicción, que parece no abandonará en adelante, de la unidad profunda (mística) de las iglesias latina (católica) y oriental (ortodoxa, sobre todo rusa). Esta propuesta se concatena con uno de los principios conceptuales que Francisco ha defendido como bandera: «la unidad es superior al conflicto». Una especie de geopolítica pastoral que tiene como propósito que las partes enfrentadas se sienten en una mesa.  Lo hizo con Cuba y Estados Unidos. Lo hizo en Colombia. Está realizando gestiones de paz entre Armenia y Azerbaiján; Rusia y Ucrania, las dos Coreas, Israel y Palestina, con Irán y el G5 por el desarme nuclear. Hay veces que sus oficios dan resultados y otras no. Pero no cesa en su compromiso.

Laudate Deum denuncia a las estructuras industriales que hacen marketing a costa de una destrucción flagrante del medio ambiente; sus dueños, avisa el papa, lo reafirman con sus ideas; todo es publicidad y promoción de sus empresas, sin importar el legado que dejarán dentro de algunos años a la humanidad. Francisco describe así este fenómeno: «sin duda, no son ilimitados los recursos naturales que requiere la tecnología, como el litio, el silicio y tantos otros, pero el mayor problema es la ideología del Capital que subyace a una obsesión: acrecentar el poder humano más allá de lo imaginable, frente al cual la realidad no humana es un mero recurso a su servicio. Todo lo que existe deja de ser un don que se agradece, se valora y se cuida, y se convierte en un esclavo, en víctima de cualquier capricho de la mente humana y sus capacidades[3]». En una especie de nueva mercancía, sería el resumen que agregaría a esta magistral crítica del   modelo neoliberal.

El P. Jorge Cela s.j. solía decirnos a sus amigos que cuando la mirada cambia la respuesta es distinta. La invitación de esta nueva exhortación apostólica es a que como humanidad intentemos un cambio de mirada. Su grito parece reformular el Padre Nuestro para que al culminar no se quede sólo en el «libranos Señor de todos los males»,sino que deja caer, «especialmente del mal del egoísmo proveniente del fetichizado Capital».


Notas

[1] Dietrich von Hildebrand; Ética Cristiana página 59 editiral herder Barcelona-1962

[2] Exhortación Laudate Deum  puede ser consultada en https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/20231004-laudate-deum.html

[3] Exhortación Laudate Deum,  puede ser consultada en https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/20231004-laudate-deum.html

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