Philipp Mainländer y los peldaños hacia la redención (II)

Filosofía de la redención de Philipp Mainländer, comienza con uno de los planteamientos más trágicos de la historia del pensamiento occidental: Dios decide suicidarse
abril 2, 2022
Philipp Mainländer

El suicidio de Dios

Filosofía de la redención de Philipp Mainländer, comienza con uno de los planteamientos más trágicos de la historia del pensamiento occidental. Al principio de todo, Dios, unidad simple, saturado de su super ser, prefiere el no-ser, y así decide la no existencia por encima de la existencia. Dios decide suicidarse.

Tal hecho revelará la cosmogonía de Philipp Mainländer como un mitopoema trágico y sentará las bases del funcionamiento de las leyes del cosmos, como el intelectual alemán las entendería. Para Mainländer, este Dios no se entiende de la misma forma que el Dios bíblico o de cualquiera de las demás escrituras sagradas. Dios sería aquí un ente precósmico, una unidad simple y perfecta, limitada sólo por la nada, antes de él no existe el tiempo ni el espacio, el devenir sólo tendrá lugar después de su autodestrucción.

Esta idea del origen del universo, que parece surgida del delirio, guarda un encanto profundo: “en un comienzo existe una vuelta repentina e inconcebible de perfección, sin tiempo ni espacio, que tiende hacia la nada. Increíblemente, esta es, en su descarga energética, lo que hoy la ciencia llamaría convencionalmente Big Bang”(Mainlander, 2011c, p.18). La intuición, ciertamente injustificada del filósofo, no pudo ser más lúcida y habría sondeado con esta uno de los más grandes misterios que ocupa al hombre, adelantándose varios años.

Ahora bien, la muerte de Dios, para Mainländer (2011), fue el origen del universo conocido. Aquella unidad simple se destruyó y, a pesar de su tendencia a la nada, su propia esencia no le permitiría desaparecer de repente, su super ser, sería el obstáculo para su anhelo, de ahí que quedara deshecho en fragmentos dispersos en el espacio, dando lugar a la multiplicidad:

«Sin embargo, esta unidad simple que ha sido, ya no existe más. Ella se ha fragmentado, transformándose su esencia absoluta en el universo de la multiplicidad. Dios ha muerto y su muerte fue la vida del universo» (p.46)

Mainländer sostiene que este hecho sólo pudo haber sido resultado de una autorreflexión, pues la libertad solo existe en Dios, de forma precósmica, ya que no existe nada fuera de él  que lo motive a realizar ningún acto. Consumado el suicidio, todo en el universo forma parte de aquella divina tendencia hacia la nada.

El universo no surgió entonces por un deseo de creación divina, sino que fue el resultado de un agotamiento de la voluntad divina. Toda la historia universal no es más que la oscura agonía de los fragmentos de este Dios que quedaron dispersos en el mismo cosmos (Tarpoco, 2021a, p.1).

Philipp Mainländer plantea su sistema filosófico como una ontología negativa; donde el no ser ocupa el centro. De esta forma, muestra un universo que son fragmentos del cadáver de un Dios que anhela la nada, donde todo es regido por el devenir de estos fragmentos hasta su propia extenuación. Un universo donde no existe la libertad, y donde la búsqueda de motivos, no irá mucho más allá de la futilidad.

Ley del debilitamiento de toda la fuerza

La cosmogonía propuesta por Mainländer ofrece un claro sentido del universo. Con la muerte de Dios comenzaría no solo el mundo de la multiplicidad, sino el del devenir. Ahora bien, Mainländer entiende el devenir como degeneración pues el sentido del mundo es la extenuación de los fragmentos de aquel Dios precósmico en su recorrido del súper ser al no ser. El devenir habría entonces de entenderse como un movimiento de la unidad simple hacia la nada, pasando por la multiplicidad. Y esta extenuación, este viaje hasta el vacío, sucede a través del debilitamiento de las fuerzas de aquellos fragmentos. «El mundo completo, el universo, tiene una meta, el no ser, y la logra mediante el continuo debilitamiento de la suma de sus fuerzas» (Mainländer, 2011d, p. 54).

El filósofo alemán se apoya en el pensamiento del antiguo Heráclito elevando al conflicto como padre de todas las cosas (Heráclito, 1968, p.115). El universo que se conoce es, en efecto el de la multiplicidad, pero su movimiento tiende a eliminar la multiplicidad misma en un viaje hacia la nada. La multiplicidad estaría conformada por individualidades separadas que, en su enfrentamiento constante aceleran su debilitamiento en un proceso de extenuación. Queda así planteada la universalidad del debilitamiento que Mainländer hace operar tanto sobre el terreno orgánico como en el inorgánico (Mainlander, 2011e, Pp. 57 – 60) llevándolo hasta el terreno de lo humano:

«(…) la humanidad genera guerras mundiales y civiles, conquistas, genocidios, contiendas, disputas que no tienen como fin último un Estado nuevo, sino simplemente la aniquilación de la existencia. La decadencia es el movimiento fundamental de todos los conflictos bélicos, los cuales aceleran el proceso de descomposición holístico. La humanidad completa está consagrada al exterminio» (Mainländer, 2011f, p. 31).

Así Mainländer deja ver para la humanidad la ley cósmica del debilitamiento de las fuerzas, como ley del sufrimiento (Mainländer, 2011g, p. 60).

En esta cosmología se pueden establecer tres momentos principales del Universo:

  1. La unidad simple (Dios y su súper ser. Una entidad precósmica inconcebible que ya no es más).
  2. El mundo de la multiplicidad (es el universo conocido que nace de la muerte – suicidio – de aquel Dios. El mundo múltiple son los fragmentos dispersos de él. Este mundo funciona a través del devenir).
  3. La nada absoluta (es el final a donde tiende el movimiento del universo, ya que era aquella la aspiración de Dios: la muerte).

En el inicio del universo, aquel acto de (auto)destrucción divina, está encerrado su sentido y su fin, la aspiración a la nada. El sentido es la degeneración constante: de la unidad simple y perfecta a la multiplicidad conflictiva, y de esta al vacío absoluto. Todas las leyes del universo se desprenden de ello y de la ley universal y fundamental que lo rige: la ley del debilitamiento de todas las fuerzas. La cual además es, para Mainländer, la esencia del mundo.

Voluntad de muerte

El trabajo filosófico de Mainländer tiene su precedente directo, además de presupuestos esenciales en la filosofía de Arthur Schopenhauer. El mundo como voluntad y representación significaría la apertura a una nueva forma de filosofar en contraposición con el espíritu racionalista/optimista imperante en Europa.  El prominente filósofo, construiría una cosmología, dominada por un concepto que emplearía como novedoso, y paridor del pesimismo filosófico: «una fuerza vital tenaz, denodada, una actividad espontánea, una voluntad de deseo imperioso» (Durant, 1994a, p. 355). Todo sistema filosófico anterior tenía su centro en el conocimiento y en la conciencia, Schopenhauer haría girar su sistema alrededor de la vida y lo que la determina, la voluntad de vivir, y en última instancia la Voluntad.

En el sistema de Schopenhauer no hay lugar para la libertad, puesto que todo está determinado por una suerte de necesidad y por la Voluntad ciega e irracional. Así se muestra el mundo como un lugar que, en su real instancia, rasgando el velo de Maya, carece de sentido lógico, puesto que, en la Voluntad, que hace operar al mundo y a las fuerzas mediante las cuales funciona, no trabaja la razón. Y sería cada manifestación de las cosas que componen al mundo, como cada manifestación de la vida humana (el amor, el apego a la vida, los deseos) manifestaciones realmente de la irracional Voluntad.

Philipp Mainländer y los peldaños hacia la redención (I)

Mainländer partiría de la primicia de la negación de la voluntad de vivir heredada de Schopenhauer, pero la llevaría hasta su propio extremo. Primero afirmando que no es la voluntad de vivir lo que opera en el sentido más profundo de las leyes universales, sino la voluntad de muerte (Mainländer. 2011h, p.63). Claro está, fue la voluntad de muerte lo que heredaron los fragmentos dispersos de aquel Dios suicida, y es voluntad de muerte el frío viento que sopla tras cada paso hacia la extenuación, impulsado por la ley universal del debilitamiento de todas las fuerzas. Y es voluntad de morir lo que ha de llevar al mundo de la multiplicidad hacia el anhelo de Dios: la nada.

Ahora bien, es evidente el anhelo y el aferrarse a la vida. Mainländer no niega esto, más bien afirma que, si en un nivel más inmediato pareciera que es voluntad de vivir la fuerza impulsora, es precisamente debido a la voluntad de muerte. Por esta necesita la vida se manifesta, revelándose así como una suerte de diabólico marionetista del cual no escapa ni el más “racional” de los hombres:

“Él es, en su fundamento más profundo, “voluntad de morir”, pues las ideas químicas que constituyen su tipo -las cuales se han conservado desde su aparición hasta su retiro-, quieren la muerte. No obstante, ya que dichas ideas sólo pueden alcanzarla a través del debilitamiento, sin existir otro medio más eficaz para esto que el deseo de la vida, se antepone el medio en forma demoníaca al propósito, la vida a la muerte, y así el ser humano se muestra como pura voluntad de vivir” (Mainländer, 2011, p. 60).

Ahora bien, hay una diferencia fundamental entre el carácter de la voluntad en Mainländer y en su mentor indirecto. Para Schopenhauer aquella actúa de forma universal. Es un principio único. Para Mainländer, a pesar de que la voluntad de muerte es heredada de una única voluntad primigenia, pasa al mundo de la multiplicidad como una serie de voluntades individuales y no como una universal que afecta a todo.

Esta voluntad de muerte individual en cada fragmento de aquel Dios que se autodestruyó, arraigada desde lo más profundo, se manifiesta a través de la voluntad de vivir. El gran deseo de vida es tan grande, que provoca el conflicto entre las cosas, el enfrentamiento; y por vía de este enfrentamiento cósmico, se van debilitando las fuerzas de cada fragmento hasta su muerte.

La filosofía de Mainländer alberga una salida liberadora, y es en efecto esa su tarea. En el juego cósmico de muerte hay un cambio capital cuando se llega al hombre. Mainländer le concede al hombre un papel fundamental en su cosmología, volviéndola una suerte de humanismo triste. El cambio del juego es cuando se hace conciencia de que no es aquella voluntad de vivir lo que constituye la esencia, sino la voluntad de muerte, y aceptándola, corriendo hacia ella, emprendemos el camino hacia la redención.

 

Bibliografía

Abbagnano, N. (1993). Diccionario Filosófico. México: Fondo de Cultura Económica.

Abbagnano, N. (2005). Historia de la Filosofía I. La Habana: Félix Varela.

Abbagnano, N. (2005). Historia de la Filosofía III. La Habana: Editorial Felix Varela.

Abbagnano, N. (2005). Historia de la Filosoía II. La Habana: Félix Varela.

Caro, E. (1892). El pesimismo en el siglo XIX. Leopardi, Schopenhauer, Hartmann. Madrid: La España Moderna.

Ciracì ,F.(2020) Mainländer, Cioran y el Dios Perdido. Thémata. Revista de Filosofía Nº61

Durant, W. (1994). Historia de la Filosofía . México: Editorial Diana.

Ligotti, T. (2010). La conspiración contra la especie humana. Madrid: Editorial Valdemar.

Mainländer, P. (2011). Filosofía de la redención. Fondo de Cultura Económica: Santiago de Chile.

Schopenhauer, A. (2009). El mundo como voluntad y representacion. Buenos Aires: Losada.

Schopenhauer, A. (2013). Parerga y Paralipomena. Madrid: Trotta.

Tarpoco, D. (2012). La redención de Mainländer. Escritor Misterioso Boletín Virtual filosófico.

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