Panorama actual de la familia cubana

octubre 2, 2020
familia cubana

Foto por  Sandy Millar

«Son las familias como las raíces de los pueblos; y quien funda una, y da a la patria hijos útiles, tiene, al caer en el último sueño de la tierra, derecho a que se le recuerde con respeto y cariño».

José Martí

Este texto se centra en la institución fundamental de toda sociedad, la familia; primer eslabón y base de la formación de la sociedad. Esta institución afronta una crisis desde hace décadas; la gravedad del asunto es intuida pero rara vez examinada desde sus múltiples aristas. Sin pretender abarcar todas, esta breve investigación expone los problemas principales que afectan a la familia cubana.

La década de los 90 trajo para los cubanos una conmoción; tanto la sociedad en su conjunto como a cada una de sus instituciones, grupos e individuos sufrieron los efectos traumáticos del llamado «Periodo Especial». El contexto socioeconómico durante estos años se definió por la presencia de una aguda y prolongada crisis económica; sumado a las limitaciones materiales se manifestaron grandes cambios en nuestros antiguos paradigmas, valores, ideales y esperanzas; aquellos hábitos que no pudieron ser adaptados simplemente se extinguieron por el peso del exigente día a día.

Desde pequeños nos enseñan a considerar como familia a todo ser con el que compartamos lazos consanguíneos, principalmente a los que viven bajo el mismo techo. En la actualidad, nos encontramos con individuos que no tienen solo esa definición. Como los tiempos han cambiado los conceptos también, y ya para muchos la familia no solo son vínculos sanguíneos sino, además, afectivos.

La situación socioeconómica media de una familia desde los 90` ha venido en desmedro. Con más desaciertos que aciertos, las políticas públicas y el salario promedio no son sustento suficiente. Los miembros a cargo del núcleo familiar siempre deben elegir qué priorizar dentro de la gran gama de necesidades básicas a cubrir.

La canasta básica subsidiada es insuficiente; no cubre la alimentación de una familia. El resto de los productos deben ser adquiridos en CUC o en el «Mercado paralelo» donde los precios son superiores al salario promedio devengado -con el cual se supone que debes subsistir- siendo necesario procurar otras formas de ingresos. Es tal vez esta precariedad económica la que fundamenta este ingreso en el núcleo familiar de personas que se afilian y apoyan en lo que a los cubanos han dado a llamar «la lucha» del día a día.

Por otro lado, la situación de las familias que son socorridas por la asistencia social es aún más difícil. Las remuneraciones brindadas son por mucho, más bajas que el salario mínimo. Estas son nombradas por los mismos psicólogos de nuestro país, familias vulnerables. Por lo general se constituyen por personas que han tenido problemas con la justicia, que han transitado por centros penitenciarios, con problemas de alcoholismo, prostitución, discapacitados (ya sean físicos o mentales) etc. Además, se le suman otras situaciones como el estado de inhabitabilidad de las viviendas y el hacinamiento, producto de los déficits nacionales en el fondo habitacional.

Dada la cada vez mayor concentración de personas en las capitales de provincias los problemas habitacionales se han visto incrementados. Especialmente en la Habana, superpoblada con más de 2 millones de habitantes, la situación es crítica. Por si no fuera suficiente que la industria inmobiliaria cubana esté únicamente centrada en proyectos hoteleros, los derrumbes aumentan en frecuencia; lo que antes eran tristes acontecimientos eventuales, ahora se han vuelto regulares, a razón de casi un derrumbe por semana: la Habana Vieja se cae a pedazos (literalmente).

Todo lo antes mencionado impacta profundamente en el sector poblacional más vulnerable, es decir, mujeres, ancianos e infantes. Cada día está más presente la violencia, ya sea por razones de género, sexo o raza. El paulatino embrutecimiento poblacional trae consigo homofobias, machismo, que son catalizadores naturales de conductas agresivas en el entorno familiar. Asimismo, los problemas raciales han ido en aumento, asunto que pese la alta gama de mestizaje que predomina en la sociedad cubana, se arrastra.

Otra de las cuestiones que se hacen presente en el panorama nacional es el fenómeno que podríamos llamar «familias de ultramar». La persistente escasez de insumos, sumado a las dificultades salariales, ha fomentado una constante migración (tanto regular como irregular). El promedio del saldo migratorio entre 2009 y 2014 es de (-) 25,905; es decir, que salen del país más personas de las que entran; la tasa de emigración anual en este periodo fue de (-)2,58. Y estos son solo una muestra. Se plantea que alrededor de 2 millones de cubanos residen en el exterior. El hecho es que padres, tíos, hijos y sobrinos residen en el exterior alimentando el flujo de remesas que llegan a Cuba.

Según estudios, más de 2/3 de la población recibe alguna clase de ayuda de sus familiares desde el exterior. Si aun así las condiciones generales son precarias es de temer el estado en que se encuentran aquellas familias que carecen de ayuda económica del exterior.

Según datos del 2000 la tasa anual de nacimientos era de 3.0; pero desde esta fecha hasta 2013, los censos mantuvieron ritmos de decrecimiento. Las proyecciones para el 2020 indicaban (-)1.6. Estos números revelan que el número de nacimientos no es suficiente para reponer la población, lo cual se agudizará para 2025 y 2030 cuyas proyecciones marcan índices de (-)2.0 y (-)2.5.

De acuerdo a la Oficina Nacional de Estadísticas para 2014 –últimos datos actualizados con que cuenta- el 57% de la población cubana rebasa los 35 años. Los menores hasta 19 años representan cerca del 23%, mientras que los jóvenes entre 20 y 34 años –aquellos con capacidad y posibilidad reproductiva- representan solo el 20 %. Todo esto para un total aproximado de 11 millones de habitantes. Estos datos agregan nuevos matices. Cuba no solo es un país en proceso de envejecimiento: la familia cubana está envejecida.

A mayor cantidad de miembros del núcleo inhabilitados para trabajar (entre menores y ancianos) mayor es la carga que recae sobre los hombros de aquellos miembros laboralmente activos. Para dar una idea, podremos apreciar que los datos de 2014 indican que la relación de dependencia por cada 1000 habitantes era de 557; es decir que más de la mitad de la población depende de la otra. Las proyecciones para 2025 indican una tendencia en aumento: 738 por cada 1000.

Las presiones económicas de la familia cubana desde los 90` han matizado la visión relajada de la legalidad. Para las personas responsables resulta casi forzoso dirigirse a fuentes de insumos «cuestionables» por la legalidad socialista; para otros, es más fácil vivir sin proyectos de ningún tipo, pues si nada tienen, nada van a perder. La causa de la -tantas veces repetida- idea de la «pérdida de valores» podría ser que los valores en Cuba salen cada vez más caros.

Sin poner atención en las formulas, explicaciones y soluciones que el Estado y las instituciones cubanas hayan dado a esta situación, la conclusión es única y contundente: no es suficiente. Cuba se tambalea frente a las idas y venidas de la marea internacional como un bote de velas en una tormenta. La familia cubana parece estar cada día más cerca de zozobrar.

A raíz de los anuncios y rumores de la «inminente» unificación monetaria nuevos retos y preguntas aparecen en el horizonte. Si las políticas públicas y las entidades administrativas no comienzan a tomar los problemas que afrontan las familias cubanas de una forma más seria y por ende efectiva las consecuencias pueden ser catastróficas. Si, la familia es el pilar sobre el que se levanta la sociedad, entonces, puede ser que asistamos como espectadores, más temprano que tarde, a un irreversible desplome.

Referencias

Morales, Dopico, Emilio. “Falta de liquidez: responsabilidad total del gobierno de Cuba.” Enero 2010. www.pronosticoxxi.com.

Fernández Martín, Consuelo y González Peña, Nilza. Propuesta teórica para el estudio de las redes de parentesco en el proceso migratorio. CEAP. La Habana, 1996.

Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), Edición 2015.

 

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